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BOOK REVIEWS



La historia en el cine norteamericano. La ficción cinematográfica como (re)creación e interpretación del pasado
Luis Laborda
(Barcelona: Milenio, 2010, 207 pp.)

Recientemente, ha llegado a las librerías este ensayo que pretende aportar un poco de luz sobre las relaciones del Cine y la Historia desde el punto de vista norteamericano. Luis Laborda, doctor en Historia Contemporánea por la Universitat Autònoma de Barcelona, expone las influencias que tuvo el cine desde sus comienzos para construir relatos, utilizando la literatura plasmada en el melodrama y la épica, dos estilos usados para explicar el pasado. Si el historiador Robert Rosenstone había clasificado tres maneras de representar la Historia: drama histórico, documental y nuevas formas, el autor justifica en un estudio integral de gran profundidad las distintas técnicas que los grandes directores norteamericanos han utilizado para explicar el pasado histórico en sus películas.

En primer lugar, David Wark Griffith codifica una serie de reglas a partir del melodrama. Para ello se utilizan los estudios del cineasta soviético Serguei Eisenstein que prueban el peso del escritor Charles Dickens en el cine del director norteamericano, como el empleo de la elipsis, el montaje en paralelo o el flashback, todos ellos recursos literarios que se incorporaron a obras como El nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915).
En segundo lugar aparece John Ford, otro cineasta innovador, que utiliza el cine épico aplicado al western para presentarnos un concepto central en el imaginario norteamericano: la frontera del Oeste. Este género nos permite asistir al retrato de héroes, como en Centauros del desierto (J. Ford, 1956), que a veces encuentran su precedente en mitos griegos como La Ilíada, como han demostrado Jordi Balló y Xavier Pérez, en La semilla inmortal. Asimismo, la creación del concepto de frontera, piedra angular del imaginario norteamericano, cumple la misma función que la Revolución de Octubre para el cine soviético o la Edad Media para Europa.

En tercer lugar, revisando el peplum, especialmente Espartaco (S. Kubrick, 1960), podemos llegar a algunas conclusiones: la identificación de los Estados Unidos con Roma, la influencia marxista por medio de la aplicación de la lucha de clases a la rebelión de los esclavos y, en general, la densidad ideológica de gran parte del guión, que a veces no deja de mostrar los problemas de nuestro tiempo y no de la Antigüedad.

El último género analizado es el cine fantástico, y aquí el autor recoge a Siegfried Kracauer y a su célebre estudio De Caligari a Hitler. Una Historia psicologíca del cine alemán, para explicar algunos fenómenos de interés en Europa durante esos años. En base a tres películas, El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1919), premonición de de la Historia de Alemania, La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), una alegoría de la guerra fría y un detallado estudio de 2001: Una odisea del espacio (S. Kubrick, 1968), el autor expone aspectos como la inquietud sobre el futuro y el presente del Hombre, y la conmoción que puede suponer el descubrimiento de vida extraterrestre. En general, las infinitas posibilidades que tiene la ciencia-ficción para reflexionar sobre la Historia de la Humanidad se ponen de manifesto en esta obra cumbre del género.

El cine histórico es, por tanto, espectáculo, testimonio de su tiempo, transmisor de ideas y estudio sobre el pasado. En este último aspecto, de nuevo Stanley Kubrick nos brindó un film, Barry Lyndon (S. Kubrick, 1975), donde quiso reconstruir la Historia. Para ello, pretendió captar la verdadera luz de las velas del siglo XVIII con una lente especial zeiss, arropó las imágenes con composiciones de Haendel y Mozart, y nos mostró un protagonista controvertido para nuestra moral como Barry Lyndon, mezcla de pícaro oportunista y de héroe trágico.

Luis Laborda pretende en este estudio demostrar que el modelo de géneros puede y debe ser superarado en el estudio del cine para la Historia, ya que las cintas reflejan mentalidades contemporáneas, siguiendo patrones tomados de la literatura y de la técnica literaria. En el cine nada es inocente, y la intencionalidad de los cineastas y de las exigencias de nuestro tiempo obliga a considerar cintas supuestamente históricas como (re)creaciones e interpretaciones del presente.

No obstante, y a pesar de los esfuerzos del autor, y quizá precisamente por eso, puede considerarse que estas películas sí que pueden servir para una discusión humanística sobre la Historia y su proyección sobre nuestro presente, algo que sigue haciendo plenamente válido tenerlas como un instrumento docente, aunque sólo para aproximarse a la Historia, no para mostrarla tal y como es.

 

JUAN MANUEL ALONSO GUTIÉRREZ

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XXI, nº 1 (2011)

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Grup de Recerca i Laboratori d'Història Contemporània i Cinema