RECURSOS ARGUMENTALES EN

LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS

 

CARLOS MELLIZO


En La lengua de las mariposas, película dirigida por José Luis Cuerda (1999), el guionista Rafael Azcona ha manipulado hábilmente un texto original del escritor gallego Manuel Rivas. Quien lea el relato de Rivas titulado "La lengua de las mariposas", incluído en su colección de cuentos ¿Qué me quieres, amor? (cito por la traducción castellana de Dolores Vilavedra, 4ª ed., Barcelona: Planeta, 2001), comprobará que la película de Cuerda incluye episodios que trascienden el cuento mismo y que están tomados de otros relatos del libro.
En su versión literaria, La lengua de las mariposas se centra exclusivamente en la historia del maestro de escuela bondadoso y liberal que educa a los párvulos de un pueblo de Galicia en un régimen de tolerancia, estimulando su curiosidad intelectual y su buen sentido ético. Estamos en los años inmediatamente anteriores al estallido de la Guerra Civil de 1936. Don Gregorio, personaje que, según el pequeño Moncho, narrador en primera persona, "tenía la cara de un sapo" (p. 27), encarna la figura del hombre generoso y pacífico, amigo de la naturaleza y de la buena pedagogía. Es el maestro ideal, fruto de las mejores influencias introducidas en España por la Segunda República. Aunque el personaje quizá resulte idealizado en extremo, para las intenciones de Rivas es suficiente el contraste que su brevísimo relato establece entre este nuevo maestro y los pertenecientes a una época anterior en la que el miedo era el instrumento fundamental del sistema educativo. A Moncho le aterra ir a la escuela porque su padre le ha asustado contándole sus propias experiencias escolares. Sin embargo, pronto repara el niño en que don Gregorio pertenece a una clase diferente de maestros. on Gregorio no pega; don Gregorio no grita; don Gregorio, en lugar de aburrir a los chicos con enseñanzas inútiles, les habla entusiasmado de cosas como los elefantes de Aníbal, los delicados relieves del Pórtico de la Gloria, el origen americano de las patatas, las costumbres de un pájaro australiano que se llama "el tilonorrinco", la mantis religiosa, el ciervo volador y la lengua de las mariposas. Ante los progresos de su hijo, don Ramón, el padre de Moncho, que es sastre de profesión y republicano de ideas, va adquiriendo un cariño especial por el buen maestro, a quien llega a regalar un traje. La madre, "de misa diaria" (p. 34), no coincide ideológicamente con su marido, pero es obvio que también siente una especial simpatía por don Gregorio, a quien prepara una merienda cada vez que éste invita a su hijo a excursiones campestres en busca de prodigios naturales.
De pronto, el ambiente del pueblo se cubre de presagios. Los rumores de una sublevación militar en La Coruña anuncian la guerra civil que se avecina. Un fuerte instinto de conservación le dice a la madre de Moncho que nadie debe sospechar de la amistad surgida entre su familia y el maestro. Y cuando llega el momento de hacer declaraciones públicas, insta a su marido a que insulte a don Gregorio y a otros republicanos , llamándolos "traidores, criminales, rojos." Esto ocurre un domingo después de misa, en la plaza de la villa, cuando ya han tenido lugar varias denuncias políticas y a los detenidos, don Gregorio entre ellos, se les ha obligado a subir a unos camiones ante la puerta del Ayuntamiento. Esposados y humillados, los presos salen del pueblo con destino a una muerte casi segura. La traición contra el maestro se consuma cuando el propio Moncho, instado igualmente por su madre -"¡Grítale tú también, Moncho, grítale tú también!" (p. 39)-corre tras los camiones arrojando piedras a los detenidos. Y explica el niño en las líneas últimas del cuento: "Buscaba con desesperación el rostro del maestro para llamarle traidor y criminal. Pero el convoy era ya una nube de polvo a lo lejos y yo, en el medio de la Alameda, con los puños cerrados, sólo fui capaz de murmurar con rabia: '¡Sapo! ¡Tilonorrinco! ¡Iris!'" (p. 39).

Es ambigua esta conclusión, pues no sabemos bien si la rabia de Moncho va dirigida contra don Gregorio o contra la atroz situación que le ha forzado a traicionarlo. Quizá la interpretación más adecuada del texto sería la de ver en las palabras del chico un íntimo homenaje al profesor que le ha enseñado tantas cosas, una suerte de agradecimiento postrero que, al ser murmurado a distancia, no llega a oídos del hombre que ha entregado su vida a la docencia y que ahora, como irónico premio a sus esfuerzos, es insultado por la chusma fascista y llevado al paredón.
Es obvio que, aunque cargado de intenso dramatismo, este argumento no hubiera bastado para dar cuerpo a toda una película de largo metraje. Por eso Cuerda y Azcona han recurrido a la técnica narrativa clásica de incluir otras historias dentro de la historia, dando así mayor color y profundidad a su discurso. Dos son los relatos que se añaden en el filme a la trama principal, y ninguno de los dos es invención del guionista, sino del propio Manuel Rivas. Con buena visión cinematográfica, Cuerda y Azcona han añadido estos dos nuevos cuentos al hilo central del argumento, cuando en realidad son autónomos e independientes en el libro. Se trata -como se anuncia en los rótulos iniciales de la película- de las piezas de Qué me quieres, amor tituladas "Un saxo en la niebla" y "Carmiña". En el primer cuento, acaso el mejor de toda la serie, se nos narra la historia del joven saxafonista de pueblo que ensaya incansablemente un pasodoble (en el texto es Francisco Alegre, en la película es En el mundo) que por fin podrá interpretar como solista de la "Orquesta Azul" en las fiestas de la aldea lucense de Santa Marta de Lombás. Todo en la película sigue a la letra lo que se dice en el cuento: las clases de música con don Luis Braxe, quien aconseja al muchacho coger el saxofón "firme y con cariño, como si fuera una chica" (p. 44), los ensayos en la fábrica de chocolate, el episodio fascinante de la cena en la casa-cueva del alcalde de Santa Marta, tipo siniestro que sin previo aviso les cuenta a los músicos cómo un lobo atacó brutalmente a su hija cuando ésta tenía cuatro años, dejándola muda del susto; la declaración igualmente bestial y misteriosa del mismo alcalde cuando afirma que la niña es realmente su "mujer" (p. 59), confesión de claras implicaciones incestuosas, ante la cual los chicos guardan atónito silencio; los rasgos orientales de la pobre criatura -"mi esquiva chinita" (p. 60)- de la que el joven saxofonista queda prendado. etc.
Hay en "Un saxo en la niebla" restos del mejor naturalismo y costumbrismo gallegos, bien reflejados en la pantalla por los realizadores. En la fusión de este cuento con la historia del niño y su maestro, la película nos presenta a Moncho como un músico más que se encarga de tocar los platillos y que resulta ser hermano de Andrés, el saxofonista, acompañándolo como miembro de la orquesta en el viaje a Santa Marta de Lombás. De este modo una y otra historia coinciden en un punto común a ambas y pueden ser vinculadas en un todo unitario que resulta convincente.
Menos fácil era la integración de "Carmiña" en "La lengua de las mariposas". En su expresión literaria, también recogida con fidelidad en el filme, lo que tenemos en "Carmiña" son las andanzas de un tal O'Lis de Sésamo que sólo va a al bar "los domingos por la mañana"(p. 101). Es allí donde, entre trago y trago, cuenta sus aventuras amorosas con Carmiña, mujer montaraz, habitante de una pobre vivienda perdida en el monte: "Brezos, cuatro cabras, gallinas peladas y una casa de mampostería con una higuera medio desnuda" (p. 101). En la casa hay un perro llamado Tarzán, cuyos ladridos tienen efectos afrodisíacos en la chica. "Mientras Tarzán ladraba -cuenta O'Lis en la taberna- , ella se daba bien. (…) Carmiña se apretaba más a mí, fermentaba , y yo sentía campanas dentro de su piel" (pp. 103-104). Pero un día O'Lis se cansa del perro y le dice a su ama que lo ate. Cuando el animal oye esta recomendación, deja de ladrar. Y como por encanto, a Carmiña se le van entonces las ganas de estar con su novio, no responde a sus caricias y, a decir de O'Lis, palparla es "como palpar un fofo saco de arena" (p. 105). O'Lis, frustrado por su fracaso sexual, deja sola a la muchacha que se ha quedado "muda, como atontada" (105), pero vuelve esa misma noche armado de una vara de aguijón, con la que atraviesa al perro cuando éste abre la boca para ladrar, perforándole las entrañas. Que en el montaje de la película esta escena brutal se nos muestre inmediatamente antes de que circulen por el pueblo los rumores de guerra civil es, probablemente, una opción buscada por los realizadores para crear de este modo el clima de violencia que a partir de ese momento presidirá el resto de la trama.
A fin de incorporar la historia de Carmiña al argumento principal, se sirven Cuerda y Azcona de dos recursos . El primero es hacer que Moncho y sus amigos sigan una noche a O'Lis y presencien desde un escondite su encuentro sexual con la aldeana . El segundo, de acierto bastante más dudoso, es el de emparentar a Carmiña con el propio Moncho, haciendo de ella su hermanastra. En la película, vemos cómo una noche alguien llama a la puerta de la casa del sastre cuando la familia está cenando. Para sorpresa del espectador, la recién llegada no es otra que Carmiña. Viene llorando, y en un susurro le dice al padre de Moncho que su madre ha muerto y que necesita algún dinero para el funeral. La esposa legítima de don Ramón baja la cabeza y acepta la situación sin apenas comentario. De manera que en la versión cinematográfica el padre de Moncho tiene, además de dos hijos, una hija más a la que no ha reconocido nunca y de la que se avergüenza. Carmiña no vuelve a aparecer ya más. Como personaje, queda muy en el aire y no tiene misión alguna en el desarrollo posterior de los acontecimientos. Quizá sea éste el punto más débil de la amalgama entre los tres cuentos. Pero , como decíamos al principio, la fusión enriquece el relato original y nos hace ver en la película un aspecto temático que en el texto literario no queda tan evidenciado: el rápido despertar a la vida de un chico de pueblo a quien las circunstancias han abierto los ojos, tal vez demasiado pronto.

 

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

T. O.: La lengua de las mariposas. Producción: Las Producciones del Escorpión-Grupo Voz, para Sogetel (España, 1999). Director: José Luis Cuerda. Argumento: basado en los relatos de Manuel Rivas, Un saxo en la niebla, La lengua de las mariposas y Carmina. Guión: Rafael Azcona. Fotografía: Javier Salmones. Música: Alejandro Amenábar. Decorados: Josep Rosell. Vestuario: Sonia Grande. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Intérpretes: Fernando Fernán Gómez (Don Gregorio), Manuel Lozano (Moncho), Uxía Blanco (Rosa), Alexis de los Santos (Andrés), Gonzalo Martín Uriarte (Ramón), Guillermo Toledano (O'Lis). Color - 93 min.

 

 

CARLOS MELLIZO es Catedrático del Departamento de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Wyoming y Profesor Adjunto de Filosofía de la misma Universidad estadounidense. Traductor, ensayista y poeta, además de pintor, dirigió el curso de verano The Young Spanish Cinema: From Almodóvar to the New Century (Laramie, julio 2001).

e-mail: hume@uwyo.edu