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58 Festival Internacional de Cine de San Sebastián:

Compendio de miradas

Por SANTIAGO DE PABLO
Enviado especial

 

 

En momentos, como el actual, de dificultades económicas, la palabra crisis está en boca de todos y se aplica a eventos y situaciones muy diversas. Según algunos comentaristas, la crisis –y no sólo la económica– habría afectado también este año al Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Sin embargo, aunque la edición del Zinemaldia 2010 se haya visto afectada por la necesidad de apretarse presupuestariamente el cinturón, tampoco cabe generalizar, interpretando todo el certamen en clave de crisis.

Como todos los años, ha habido muchos aspectos positivos y películas destacables, aunque no ha habido, en la sección oficial, ningún filme que destacara claramente sobre el resto. Ello explica que la ganadora de la Concha de oro, Neds, del director escocés Peter Mullan, no haya levantado grandes alabanzas pero tampoco excesivas críticas, pues la quiniela previa a la entrega de premios estaba muy abierta. Esta película, siguiendo la estela del cine social británico, narra las desventuras de un adolescente, víctima del sistema escolar y del negativo ambiente existente entre sus compañeros, que terminan convirtiéndole en un miembro más de una de las bandas juveniles de Glasgow.

 



Como es habitual, los premios han estado muy repartidos. Neds se llevó también la Concha de plata al mejor actor (Connor MacCarron), mientras la de mejor actriz fue para Nora Navas por Pa negre. El veterano Raúl Ruiz fue el mejor director por Misterios de Lisboa, un fresco histórico del Portugal del siglo XIX, de más de cuatro horas de duración. Otros filmes premiados en la Sección Oficial han sido Elisa K (Premio especial del Jurado), Aita (Mejor fotografía) y Home for Christmas (Mejor guión). Por último, La mezquita logró una mención especial del Jurado, presidido este año por el director serbio Goran Paskaljevic.

Con sus virtudes y defectos, la sección oficial cumplió el objetivo expresado en la presentación oficial del Festival donostiarra de mostrar las diversas miradas que ofrece el cine actual. Según la organización, se trataría de dar a conocer un “amplio abanico de miradas cinematográficas, desde grandes producciones a historias minimalistas, todas ellas realizadas con la diversidad de lenguajes que hoy puede abarcar el cine”. De hecho, no sólo las películas premiadas, sino algunas de las que se fueron de vacío, tenían también el mérito de mostrar miradas diferentes a las habituales. Por ejemplo, el siempre interesante John Sayles, aun lejos de sus mejores películas, presentó Amigo (Estados Unidos/Filipinas), un fresco histórico en torno a una situación apenas tratada por el cine: las Filipinas a comienzos del siglo XX, tras la derrota española y la conquista del archipiélago por los Estados Unidos. Junto a un esfuerzo por mostrar la compleja realidad social (e incluso lingüística) de la época, Sayles no oculta que este reflejo de los inicios de la política imperialista norteamericana tiene también mucho que ver con la situación actual, y en concreto con la política reciente de los Estados Unidos en Irak y Afganistán.

Por su parte, Felipe Cazals describe en Chicogrande (México) otro ejemplo de la política exterior norteamericana a principios del siglo XX: la persecución de sus tropas contra Pancho Villa, en territorio mexicano, tras el frustrado intento del famoso guerrillero de invadir Nuevo México en 1916. Otros filmes son retratos sociales contemporáneos, como Addicted to Love (China), de Liu Hao, o Cerro Bayo (Argentina), de Victoria Galardi. Especial interés –en pleno debate, no sólo en España sino también en otros países, sobre la memoria histórica– tiene Elle s’apellait Sarah (Francia), de Gilles Paquet-Brenner. Se trata de un atrayente filme acerca de la historia de una periodista americana afincada en París, que recibe el encargo de escribir un artículo sobre el aniversario de las redadas contra los judíos en Francia. La periodista descubre la historia de una niña, Sarah, que termina estando relacionada con su familia política. En esta película los que cometen los crímenes contra los judíos no son, como es habitual en el cine, los alemanes, sino en parte los mismos franceses. Además, indaga sobre los límites de la restitución (centrada en los pisos de judíos que durante la guerra pasaron a ser propiedad de ciudadanos franceses), la memoria y el perdón, abriendo también interesantes perspectivas sobre otros problemas de la sociedad actual, como el aborto.

Especial mención merece la presencia del cine español que fue, como siempre, muy heterogénea. Destacó el cine catalán, con la sugerente y dura (a pesar de la elipsis con la que, acertadamente, pasa de puntillas sobre la escena clave del largometraje) Elisa K, de Judith Colell y Jordi Cadena. Su premio especial “por cómo retrata la violencia a la que se ven expuestos los inocentes en la vida cotidiana” puede considerarse merecido. También hay que mencionar Pa negre, nuevo acercamiento de Agustí Villaronga al mundo de la posguerra, mucho mejor que su anterior El mar (2000), aunque siga habiendo algo de esteriotipado en algunos personajes o situaciones de esta película de “niños en la posguerra”, que a este paso va a convertirse en un nuevo género. No obstante, comparada con otra película vasca sobre el primer franquismo (presentada en la sección Zabaltegi), Izarren argia/Estrellas que alcanzar, de Mikel Rueda, la de Villaronga es casi una obra maestra. La manera tosca que este filme tiene de mostrar la vida en la cárcel de mujeres de Saturrarán (Vizcaya), le convierte casi en una burla a la memoria de quienes pretende homenajear. La gota que colma el vaso es la decisión de rodar la película entera en euskera, provocando el desconcierto al ver cómo los guardias de la prisión, los jefes falangistas y hasta el famoso doctor Vallejo (estudioso de la supuesta base psiquiátrica de los “crímenes rojos”) hablan en un perfecto vascuence.

Como siempre, Zabaltegi ofreció filmes muy variados, algunos de ellos de gran interés. Entre ellas pueden destacarse la estupenda Bal/Honey (Alemania/Turquía), de Semih Kaplanoglu, ganadora del Oso de oro en Berlín 2010; la esperada y original Buried (España), de Rodrigo Cortés, estrenada comercialmente en nuestro país justo después del Festival; Circus Columbia, coproducción europea del aclamado director bosnio Danis Tanovic que, sin llegar al nivel mostrado en No Man’s Land (2001), da un nueva vuelta de tuerca a la desintegración de la antigua Yugoslavia (también tratada en parte en la interesante coproducción nórdica Home for Christmas); The Oath (Estados Unidos), de Laura Poitras, es un notable documental sobre dos hombres ligados por el mismo conflicto: Abu Jandal, antiguo guardaespaldas de Osama bin Laden, y Salim Hamdan, prisionero en Guantánamo. Otro documental que no defraudó, a pesar de su tono hagiográfico (está producido por Elena Ochoa, actual mujer del reputado arquitecto británico Norman Foster) fue How Much Does your Building Weigh, Mr. Foster? (Gran Bretaña/España), de Norberto López Amado y Carlos Carcas.

 



El panorama del Festival se completó con las habituales secciones paralelas (Horizontes Latinos, Made in Spain, Zinemira-Panorama del cine vasco, Cine en construcción, etc.) y con dos especiales: La retrospectiva clásica permitió ver todas las películas de Don Siegel, el inolvidable director de Harry el sucio, La fuga de Alcatraz o La invasión de los ladrones de cuerpos. Especial atractivo tuvo la retrospectiva temática: .doc–Nuevos caminos de la no ficción, que mostró un ramillete de cuarenta documentales producidos en la última década, desde En construcción (2001) de José Luis Guerín (que presentó además en el festival su último trabajo, Guest) hasta Aral, el mar perdido, de Isabel Coixet (2010). Temas, países y acercamientos muy variados se dieron cita en esta sección, con un buen número de filmes que exploraban la difusa, pero de alguna manera real, frontera existente entre ficción y no ficción.

Por último, la ración de glamour de este año fue especialmente atractiva, gracias a la presencia en san Sebastián de Julia Roberts, que recibió el Premio Donostia. El que la película que acompañó su presencia en San Sebastián (Eat, Pray, Love, de Ryan Murphy) decepcionara por completo no menguó el interés por la nueva novia de América, tal y como se vio en una de las ruedas de prensa más abarrotadas que se recuerdan o en el modo en que el público esperaba sus entradas y salidas en el Hotel María Cristina. Una muestra más de que es posible compatibilizar miradas distintas en un festival que, pese a los efectos de la crisis, continúa siendo un referente ineludible del cine español e internacional.

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XX, nº 2 (2010)

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Grup de Recerca i Laboratori d'Història Contemporània i Cinema