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EL ESCRITOR, EXCELENTE "THRILLER" POLÍTICO DE ROMAN POLANSKI

 

Por CARLOS GIMÉNEZ SORIA

 

 

T. O.: The Ghost Writer. Producción: R.P. Films, France 2 Cinéma, Elfte Babelsberg Film y Runteam III Limited (Francia-Alemania-Reino Unido, 2010). Productores: Roman Polanski, Robert Benmussa y Alain Sarde. Director: Roman Polanski. Argumento: basado en la novela de Robert Harris The Ghost. Guión: Robert Harris y Roman Polanski. Fotografía: Pawel Edelman. Música: Alexandre Desplat. Diseño de producción: Albrecht Konrad. Montaje: Hervé de Luze.

Intérpretes: Ewan McGregor (El escritor), Pierce Brosnan (Adam Lang), Kim Cattrall (Amelia Bly), Olivia Williams (Ruth Lang), Timothy Hutton (Sidney Kroll), James Belushi (John Maddox), Jon Bernthal (Rick Ricardelli), Tom Wilkinson (Paul Emmett), Robert Pugh (Richard Rycart), Eli Wallach (El anciano).

Color – 128 min. Estreno en España: 26-III-2010.

 

 

La filmografía de Roman Polanski (París, 1933) refleja su particular devoción por el cultivo del cine de géneros. A lo largo de los dieciocho largometrajes que ha rodado hasta la actualidad, el realizador franco-polaco ha transitado indistintamente por el drama histórico –Macbeth (The Tragedy of Macbeth, 1971), Tess (1979), Oliver Twist (2005)–, la comedia negra de tintes surrealistas –Callejón sin salida (Cul-de-sac, 1966), ¿Qué? (What?/Che?, 1973)– o el cine de aventuras –Piratas (Pirates, 1986)–, destacando sobremanera sus films de género fantástico –El baile de los vampiros (The Fearless Vampire Killers, 1967), La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968), La novena puerta (The Ninth Gate, 1999)– o de terror psicológico –Repulsión (Repulsion, 1965), El quimérico inquilino (The Tenant/Le locataire, 1976).

No obstante, Polanski es frecuentemente recordado por sus incursiones en el thriller. La más archiconocida es, sin lugar a dudas, Chinatown (1974), brillante recreación del film noir al estilo del Hollywood clásico con la que fue nominado por vez primera al Oscar al Mejor Director –galardón que ganaría finalmente en marzo del 2003 con El pianista (The Pianist, 2002), su personalísima obra testimonial sobre el genocidio nazi–. Catorce años después de aquélla, el autor de El cuchillo en el agua (Nóz W Wodzie, 1962) reincidió en este género con Frenético (Frantic, 1988), aunque ambas películas se diferencian notablemente en su aproximación a las constantes del cine policíaco.

Mientras que el primero recurría a una estética decididamente retro y a un tipo de relato muy deudor de la literatura de Dashiell Hammett –por cuyo guión Robert Towne recibió un merecidísimo premio de la Academia–, el segundo se caracterizaba por la recuperación de temáticas tan habituales en la carrera de Roman Polanski como la soledad, la claustrofobia y la distorsión formal de la realidad. En ambos casos, contó con la colaboración de actores de reconocido prestigio, como Jack Nicholson o Harrison Ford respectivamente, para encarnar a los principales protagonistas.

La vertiente cinéfila de este veterano realizador le ha llevado nuevamente al terreno del thriller en su última cinta, esta vez en forma de una enrevesada intriga política. El escritor –cuyo argumento se basa en una novela de Robert Harris, co-autor del guión junto al propio Polanski– toma sus referencias principales indagando en el reciente conflicto bélico entre los Estados Unidos e Irak.

Un ex primer ministro del gobierno británico –en una alusión poco disimulada a Tony Blair, que ostentó el cargo entre 1997 y 2007– es sometido a una rigurosa investigación con motivo de la redacción de sus memorias. Tras el extraño fallecimiento del primer escritor encargado de esta labor, la tarea es reemprendida por un joven biógrafo que intenta aportar un enfoque más comercial al texto. Sin embargo, su elección coincide con una campaña difamatoria contra el retirado político, acusado de la entrega de supuestos terroristas islámicos a la CIA y cómplice de sus torturas. La documentación facilitada por el primer autor conducirá al desvelamiento de un intrincado complot de manipulación sobre la figura del diplomático inglés.

Con esta historia, Roman Polanski debuta en el campo del thriller político. El best seller de Harris –publicado en 2007 y traducido por las editoriales españolas con el título de “El poder en la sombra”– fue aceptado como sustrato literario para la gran pantalla después del fallido intento de adaptar “Pompeya”, narración histórica del mismo autor que aborda las trágicas horas finales de la antigua ciudad romana, sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Descartada la posibilidad de plasmar en imágenes esta novela, Harris y Polanski se pusieron manos a la obra con la escritura del guión de The Ghost Writer, título original del film.

Del mismo modo que sucedía con Chinatown, la trama sirve a Polanski para arrojar una mirada crítica y escéptica a la vez sobre las sociedades humanas. Si en aquel caso la intriga se construía a raíz de una investigación detectivesca sobre la crisis del suministro de agua en los tiempos de sequía del San Francisco de finales de los años 30, la presente obra se sitúa en el mundo de la corrupción política y de los intereses económicos de las principales naciones que dirigen el planeta. El escritor, interpretado por Ewan McGregor, es la figura anónima adoptada por Roman Polanski como personaje heroico que asume la misión de esclarecer los oscuros sucesos alrededor de la vida del ex primer ministro (algo similar al rol que ejercía Jake Gittes, el investigador privado encargado de la resolución de la turbia intriga criminal y erótica de la referida obra maestra Chinatown).

Una influencia notable en el film es la alargada sombra del ‘mago del suspense’ Alfred Hitchcock, presente tanto aquí como en el último proyecto de Martin Scorsese Shutter Island (2009). Dicha influencia tuvo un peso muy específico en su día en la realización de la citada Frenético, donde se puede apreciar la utilización de recursos generadores de intriga y la explicitación de un ‘McGuffin’ (es decir, un objeto que sirve de pretexto para el desarrollo del argumento). A tal efecto, Robert Harris manifestó su interés por este género fílmico en los siguientes términos:

Soy un enorme admirador de los ‘thrillers’ de Alfred Hitchcock. La forma en que un tipo corriente se ve sumido en un mundo completamente extraño, y aun así cada paso de lo que sucede es completamente lógico. Lo que me atrae, y creo que también a Roman, del ‘thriller’ como género es que tiene un gran dinamismo y energía narrativa.

Sin embargo, como viene ocurriendo con las últimas cintas de Polanski, su estilo se ve seriamente afectado por la funcionalidad y el academicismo narrativo. Aquella innovadora perspectiva visual, basada en el análisis y la deformación de las percepciones ópticas, que caracterizaba las obras del primer Polanski ha sido sacrificada en beneficio de un punto de vista más clásico en la puesta en escena. Este factor contribuye a otorgar un tratamiento más realista al argumento del film sin prescindir por ello de las constantes temáticas de su autor, relativas a la soledad y el aislamiento. El propio Harris ha realizado unas declaraciones muy reveladoras sobre la labor de adaptación de la novela:

Hay cosas en el guión de El escritor que son mejores que en la novela. Nos esforzamos mucho en hacerlo así. Por ejemplo, creo que la película sale infinitamente reforzada por el hecho de quedarse en esos escenarios de árboles, costas, playas y puertos medio abandonados y en ruinas. Funciona más adecuadamente.

A pesar de esta renuncia parcial al estilo más definitorio del cineasta franco-polaco, El escritor contiene grandes secuencias (como, por ejemplo, el traveling que precede al desenlace final e incluso el mismo plano que cierra la película) y aporta cierta frescura e ironía a los rígidos esquemas del cine político tan característico de autores como Oliver Stone o Phillip Noyce. Con enorme justicia, su realizador se alzó con el Oso de Plata al Mejor Director en el Festival de Berlín 2010, galardón que Polanski no pudo ir a recoger debido a su arresto domiciliario en Suiza y a la pendiente revisión del delito de abuso de menores por el que fue encausado en 1977. Aspectos que no guardan relación alguna con su indiscutible talento cinematográfico ni oscurecen para nada las virtudes estéticas y narrativas de su último trabajo.

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XX, nº 1 (2010)

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