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HOLLYWOOD: LA FÁBRICA DE EFECTOS

 

JERÓNIMO RIVERA-BETANCUR

 

EL SUEÑO EN PELIGRO


Durante muchos años la palabra Hollywood ha sido sinónimo de entretenimiento en todo el mundo y no pocos países han intentado emular su éxito por medio de la repetición de sus fórmulas narrativas y el despliegue técnico del que los grandes estudios siempre hacen alarde. Además de las películas norteamericanas que tienen su marca registrada, hoy es posible ver “cine de Hollywood” en muchos países (incluyendo Colombia) en películas fáciles para el público, con finales felices y efectos deslumbrantes; no es gratuito que a dos de las industrias cinematográficas más importantes en el mundo se les llame Bollywood (India, con mayor cantidad de películas que Hollywood) y Nollywood (Nigeria).


Es un hecho que Hollywood (alguna vez llamado la fábrica de sueños) está en crisis y lo está por muchos motivos: la falta de público, la competencia desleal, la piratería y, no menos importante, la falta de historias. 

 

¿Y DÓNDE ESTÁN LAS HISTORIAS?


En 2007 Hollywood experimentó una huelga de guionistas que amenazaba con paralizar la industria si no se reivindicaba el papel del escritor, tal vez el eslabón más frágil de la cadena productiva cinematográfica. El paro de los teclados podría haber producido una gran crisis para la industria que no habría tenido como atraer el público si no contaba con los “pensadores” de las historias; pero como si la película The Player (Altman, 1992) fuera profética, los productores prescindieron de los servicios de algunos genios para acudir a los artesanos, que cada vez son más comunes en el cine.


En The Player se habla del desprecio de la industria por los escritores, que son representados como seres bohemios, apasionados y un poco locos, cuya vida contrasta con el glamour, derroche y soberbia de actores y productores.  En un pasaje de la película, el nuevo productor llega inclusive a insinuar la desaparición de los guionistas argumentando que basta con leer el periódico para encontrar las historias que se contarán.


Durante mucho tiempo, las mejores y las peores películas han sido producidas en Estados Unidos y algunas de las historias de Hollywood han sido memorables; pero en los últimos años la industria se ha enfocado mucho más en el merchandising, la promoción de los actores y la experimentación técnica, dejando las buenas historias al cine de autor que atrae también a un sector del público. La solución perfecta para la industria ha sido el reclutamiento de los mejores directores de cine independiente, videoclips y comerciales para amoldarlos a su estilo y presentar “una nueva cara” de la industria.


La piratería, mientras tanto, sigue creciendo y es cada vez más incontrolable. Hoy es casi ridículo pensar en el gran escándalo del juicio en 2001 contra la empresa Napster (primer sitio que ofreció descarga de música y videos) que lo llevó a su cierre, ante el incremento de sitios que permiten todo tipo de descarga sin ningún control aparente.


Esta situación se agrava ahora con el gran problema que sufre la industria para atacar la piratería que hoy no es un asunto de grandes criminales, si no de casi cualquier persona que tenga acceso a Internet y una buena velocidad de banda ancha. Ante la cantidad de descargas de película que, legal e ilegalmente, se realizan todos los días; la industria pierde entradas a las salas y ha debido rediseñar desde hace algunos años el ritual del cine para explorar nuevos nichos de mercado como la comida.


Como he sugerido en mi libro Cine: Recetas y Símbolos, el negocio del cine hoy es la comida y no hay que ser demasiado suspicaces para entender que no hay otra razón para que cada vez vaya menos gente a cine y se abran mayor cantidad de salas. La caída de la taquilla (que se presenta en la mayoría de los países) ha llevado a que la mayoría de los exhibidores bajen el precio de la entrada para que mayor cantidad de personas puedan asistir, pero aun no es rentable, por lo que acuden a la ampliación de la oferta de alimentos. En Colombia un combo doble en una sala cuesta en promedio unos 16.000$ (8 dólares) y es seguro que la ganancia por cada combo es más del 200%.

 

TABLA DE SALVACIÓN EN 3D


Ante este panorama, la industria se inventó el 3D. Lo gracioso del asunto es que la gran novedad es algo bastante viejo que se ha perfeccionado en los últimos años con un desarrollo impresionante. La posibilidad de ver películas con volumen es un efecto deslumbrante que, como tal, llega a cansar. El ojo se acostumbra al truco y se resiente al tener que mantener durante tiempos prolongados la mirada puesta al mismo tiempo en dos señales, pues no podemos olvidar que el 3D es una técnica que aprovecha nuestro sentido de la visión para proyectar dos películas superpuestas que al unirse dan la ilusión de profundidad, debido a la  información distinta que recibe cada ojo.


El efecto de la tercera dimensión da un ingrediente llamativo a las películas y hay que reconocer que ver una cinta como Avatar es un deleite para los sentidos por lo cuidadoso de su técnica y la espectacularidad que la imagen adquiere, aunque no podemos confundir la técnica con la narrativa. Avatar, por ejemplo, tiene un bonito mensaje ecológico y una historia que parecería novedosa; pero que analizando con calma se parece demasiado a películas como Pocahontas y, sobre todo, Bailando con lobos.


Hace poco fue estrenada también, en medio de una gran expectativa, la película Alicia en el país de las maravillas,del director de culto Tim Burton. Aun si uno no se es fanático de Burton, hay que reconocer que se trata de un director serio, con un estilo cultivado y característico. La cinta fue anunciada casi con un año de anticipación, y en el tráiler (presentado en películas 3D) era posible deleitarse con algunos efectos visuales sorprendentes. Más allá del efecto, sin embargo, no hay mayor virtud en esta historia.


Saliendo de la parafernalia técnica, la prueba de fuego para una de estas películas es la visualización en una sala tradicional. El cine se está haciendo para el efecto y no al revés, como debe ser. Los efectos especiales deben estar al servicio de la historia, para generar impacto dramático, pues de lo contrario el cine volverá a su origen de carnaval y sólo asistiremos para asombrarnos con los trucos visuales que la pantalla nos presente. El riesgo para la industria es que la capacidad de asombro tiene un límite y, en nuestros tiempos, éste es bastante corto.


Hollywood sigue buscando sus tiempos de gloria y cree haber encontrado la fórmula mágica en el 3D y el reencauche de historias. El público es menos ingenuo de lo que la industria cree y algún día exigirá el regreso a lo sencillo, pues la verdadera magia del cine está en las buenas historias.

 

Jerónimo Rivera-Betancur es Máster en Educación y Profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Sabana (Colombia). Editor de la revista Palabra Clave.

e-mail: jeronimo.rivera@unisabana.edu.co

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XX, nº 1 (2010)

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