|HOME|

|VOLUMEN XX|

|NÚMEROS ANTERIORES|

|STAFF|

|LINKS|

|CONTACTO|

ANDRÉS EXPÓSITO; CARLOS GIMÉNEZ SORIA; JORDI PUIGDOMÈNECH:

Akira Kurosawa. La mirada del samurái

Madrid: Ediciones JC, 2010, 223 pp. Col. Directores, núm. 69

 

Entre las innumerables efemérides que jalonan el particular devenir del mundo del cine, hay una que durante el presente año está concitando a lo largo y ancho del planeta un interés tan compartido como particularmente intenso para todos cuantos amamos este singular arte del misterio en el tiempo. Y es que el pasado 23 de marzo de 2010 se cumplió el primer centenario desde que el artista Akira Kurosawa –realizador, guionista, dibujante, pintor…– comenzara a ver las mismas luces y sombras de este mundo que, en virtud de un arte tan personal como polifacético, jamás se apagarían desde que quedaran plasmadas en sus películas. El homenaje investigador es, pues, el motivo de la publicación de este oportuno volumen conjunto escrito por los profesores Andrés Expósito, Carlos Giménez Soria y Jordi Puigdomènech.

 

 

El campo de las monografías publicadas en España en torno a las cinematografías y a los realizadores de Extremo Oriente en general, y a los japoneses en particular, por notable que pueda ser en algunos casos, todavía evidencia, dada su escasez, una mayor abundancia de vacíos que de contenidos. De ahí la congratulación con que puede ser recibida esta nueva pieza que, desde su modesto carácter genérico, viene a ampliar un rompecabezas que exige un permanente y renovador desarrollo, tanto en virtud del incalculable valor de sus materiales, como en honor a la labor hermenéutica e investigadora.

Tras una lectura atenta de Akira Kurosawa. La mirada del samurái me parece que su planteamiento de partida es heredero y continuador, por lo demás, de la mayor parte de los estudios del Centre d’Investigacions Film-Història de la Universitat de Barcelona: ofrecer una obra apta para todos los públicos –posible motivo de la escasez de llamadas a pie de página–, en la que cada lector satisfaga sus inquietudes según la medida de lo que busca o necesita. Se trata, por ello, de una accesible introducción para el lego en la materia, de un libro rico en detalles e información para el aficionado que pretenda ampliar sus conocimientos, pero también  de una referencia útil para el cinéfilo y estudioso quien, como vamos a ver, encontrará información poco conocida en nuestro país –precisamente, acaso, por poco investigada en su aplicación al cine–, así como sugerentes propuestas desde las que confrontar y complementar sobre lo ya publicado.


Así, el descriptivo primer capítulo, redactado de manera conjunta por Andrés Expósito y Carlos Giménez, es quizá el más cercano a los dos primeros tipos hipotéticos de lectores a que nos hemos referido, por cuanto ofrece una panorámica general del cine nipón a lo largo de las casi nueve décadas que comprendió la vida de Kurosawa. Dentro de su meritoria capacidad de síntesis para compendiar en un espacio reducido una cantidad considerable de información sin aturdir al lector, su mayor interés estriba en las alusiones al influjo suscitado por la obra de Kurosawa y la de otros grandes maestros japoneses sobre el cine nipón de las últimas décadas. Virtud que volvemos a encontrar en el tercer capítulo, elaborado esta vez por los tres autores, y dedicado en su caso a reseñar cada una de las películas del maestro. (Por poner un ejemplo en este sentido, resulta destacable la útil información complementaria ofrecida en la reseña de La leyenda del Judo, en torno a las versiones a que dicha obra dio lugar durante las décadas posteriores a su realización.


Por su parte, el cuarto, complementario del anterior, recoge las fichas técnicas y artísticas de aquéllas, ofreciendo datos de relevancia como puedan ser los diversos trabajos realizados por Kurosawa entre 1936 y 1965 –la mayor parte de ellos antes de debutar tras la cámara–, como asistente de dirección, director de segunda unidad y montador, así como todos los proyectos en los que participó como guionista, tres de los cuales ya fueron póstumos.

 

 

Comentario aparte merece el segundo capítulo, escrito en su integridad por Jordi Puigdomènech, y centrado en el análisis filosófico-religioso de la obra de Kurosawa, por ser, sin duda alguna, el que ofrece un mayor atractivo e interés intelectual. Partiendo de la singular síntesis entre Oriente y Occidente representada en la mirada humanista que se articula a lo largo de toda la obra del cineasta, me han parecido particularmente importantes los epígrafes dedicados a indagar en el estudio comparado de los vínculos filosóficos entre el Neoplatonismo y el budismo Zen. Sólo por tales motivos, pienso que este somero estudio de las influencias filosóficas en la obra de Akira Kurosawa se ha ganado un puesto entre las referencias ineludibles en nuestro idioma para acercarse al estudio riguroso sobre Kurosawa. No obstante, dada la particular atención prestada a las filosofías orientales, y aun siendo consciente de que habría implicado un cierto desvío de los estrictos fines del trabajo, he echado en falta siquiera alguna alusión al ensayo que, hace ya casi cuatro décadas, Paul Schrader dedicara a Yasujiro Ozu en su imprescindible estudio triádico sobre el cine trascendental. (Cfr. Paul Schrader. El estilo trascendental en el cine. Ozu, Bresson, Dreyer. Madrid: Ediciones JC, 1998, pp. 35-78).


Y así me lo parece porque su inclusión habría ayudado a mostrar, creo yo, tanto las coincidencias como las sensibles diferencias entre ambos maestros, además de enriquecido un trasfondo sociohistórico mirado desde el específico punto de vista del cine, en tanto que hubiera expresado de un modo más eficaz el contraste más importante de la historia de Japón: la progresiva extinción de la cultura tradicional nipona resultante del raudo proceso de occidentalización del país. Quede constancia, en cualquier caso, de una posible línea investigadora que, de no existir aún, ofrece una ingente cantidad de material con el que sería posible abrir en nuestro país un campo hermenéutico de una gran amplitud y riqueza de posibilidades.


Cabe, empero, hacer por último un reproche a los aspectos formales, verdadero talón de Aquiles del trabajo. La redundante sensación dejada por el estilo reiterativo y enfático de buena parte de los escritos –presente en especial en las constantes y, con frecuencia, prescindibles alusiones a la singularidad magisterial o imperial del autor estudiado–, manifiestan aquí uno de los grandes riesgos que esconden las ediciones de estudios monográficos colectivos. Quiero decir con esto que da la impresión de que la revisión no se hubiera hecho tanto teniendo presente el resultado final del conjunto, cuanto la autónoma coherencia interna de cada texto. En consecuencia, el resultado final adolece de un carácter más unitario. Junto a ello, aunque sin ánimo de ser prolijo, destaca también la presencia de alguna falta ortográfica que, a buen seguro, cabe atribuir tanto a una errata de imprenta como a una revisión defectuosa, la inexactitud en el empleo de términos, así como errores o confusiones en la construcción sintáctica.


En cualquier caso, y más allá de las objeciones, Kurosawa y su obra son, por sí mismos, un apasionante e incalculable patrimonio común. Queda ahora, por ello, en manos de los ámbitos docente y divulgativo, buscar y ofrecer opciones que encaucen la utilidad de esta referencia bibliográfica.

 

ARTURO SEGURA

 

 

FILMHISTORIA Online, Vol. XX, nº 1 (2010)

|VOLVER A NÚMERO 1|


Grup de Recerca i Laboratori d'Història Contemporània i Cinema