T. O.: Cloverfield  Producción: J. J. Abrams, Bryan Burk (Bad Robot y Paramount Pictures, Estados Unidos, 2008). Productor ejecutivo: Sherryl Clark, Guy Riedel. Director: Matt Reeves. Argumento: Drew Goddard. Guión: Drew Goddard. Fotografía: Michael Bonvillain. Diseño de Producción: Martin Whist. Montaje: Kevin Stitt.

Intérpretes: Lizzy Caplan (Marlena Diamond), Jessica Lucas (Lily Ford), T.J. Miller (Hud), Michael Stahl-David (Rob Hawkins), Mike Vogel (Jason Hawkins), Odette Yustman (Beth McIntyre), Margot Farley (Jenn),

Color - 85 minutos. Estreno en España: 1-II-2008.

Jóvenes aterrorizados, una ciudad sometida al terror por un monstruo, caos, destrucción, miedo. Algunos se preguntarán ¿qué hace una monster movie como ésta en nuestras páginas? Admito que cuando entré en la sala para visionar la película iba con el ánimo de ver una cinta de terror al uso, con más o menos gracia. La sorpresa fue bastante agradable. Para empezar, la campaña de promoción, sumamente hábil: en los teasers y tráilers que circulaban por la red y en el cine apenas veíamos fragmentos del caos: chillidos, gente corriendo, en ningún momento aparecía el factor desencadenante de tales imágenes. Con el tiempo se supo que era una película de terror al estilo de Japón bajo el terror del monstruo (Gojira, Ishirô Honda, 1954), aunque las noticias que de ella se desprendían y la personalidad de su productor, J. J. Abrams, hacían presagiar algo diferente, como así ha sido.

J. J. Abrams es uno de los productores más creativos que han surgido en los últimos años en la Meca del cine. Creador y guionista de series de televisión de enorme éxito como Felicity (1998-2002), Alias (2001-2006) o Perdidos (2004 y prosigue en la actualidad) director de Misión Imposible III (Mission: Impossible 3, 2006); Abrams es el reverso de Jerry Bruckheimer. Donde el último pone toneladas de ruido y efectos especiales, Abrams prefiere sorprender al espectador con giros argumentales, sorpresas y personajes ambiguos. Monstruoso lleva su firma: En poco más de veinte minutos presenta a una serie de personajes que llevarán el peso de la acción, todos ellos bastante bien definidos para tratarse de una producción de estas características. Una vez desatada la acción pasan bastantes minutos antes de saber qué pasa; logro que comparte J. J. Abrams con el primerizo Matt Reeves, merced a una nerviosa pero efectiva –y lamentablemente, en ocasiones, efectista– puesta en escena, nos va desvelando el misterio con cuentagotas. La trepidante acción del filme, y en especial su puesta en escena,  bebe del género fantástico y en concreto del terror. Como hiciera la magnífica El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), My Little Eye (Marc Evans, 2002) o la reciente e interesante última cinta de Jaume Balagueró, Rec (2007); el espectador se imbuye en el contenido del filme a través del ojo de la cámara de un vídeo aficionado. Si en los casos de la película de Myrik/Sánchez y en Rec este recurso funcionaba muy bien, en Monstruoso hay cierto problema que podríamos denominar de continuidad. Me explico. A lo largo de la película uno de los protagonistas  –Hud– va grabando los hechos acaecidos durante una nefasta noche de manera que vemos lo que él ve, sin embargo, la cámara sigue grabando en momentos de enorme peligro y  tensión –la secuencia del túnel de metro, la entrada en el apartamento de Beth– ¿Si la puesta en escena apuesta por la verosimilitud, por qué no hay ningún corte en esos momentos, dejando al espectador que reconstruya lo sucedido? En eso, tanto El proyecto de la bruja de Blair como la película de Jaume Balagueró son mucho más honestas y si se me permite la palabra, auténticas.

No obstante, los logros de la película residen más allá de la vibrante dirección de Reeves, el sello de Abrams o la ingeniosa campaña de promoción. La cinta no es una monster movie más, como lo podía ser la horrenda Godzilla (1998) de Roland Emmerich. El filme nos ofrece una segunda lectura sumamente atractiva: si las películas originales de Godzilla funcionaban como alegoría del holocausto nuclear en el sino del Japón de la posguerra, Monstruoso no es ni más ni menos que una alegoría brutal, seca, dura, del 11-S. La sorpresa ante los ataques contra las Torres Gemelas fue tremenda, al igual que el ataque del monstruo contra la ciudad. Mientras que Al-Qaeda atacó contra uno de los símbolos de la ciudad, las mencionadas Torres, la criatura lo hará contra la Estatua de la Libertad. Al igual que ocurre en un primer momento con los aviones y los terroristas, nadie sabe de donde ha surgido la fuente de agresión ¿Un monstruo? ¿De dónde? Incluso uno de los personajes clama: “¿Es otro ataque terrorista?”. La confusión reina por doquier en unas calles cubiertas de polvo que impide la visión –recordemos las imágenes del desplome de la primera Torre y la gigantesca nube de polvo que inundó las calles de medio Manhattan–. Las fuerzas del orden, policía y Ejército acuden al rescate pero no saben cuál es la amenaza, lo mismo que ocurrió el 11-S o lo que ocurre en las calles de Irak ¿Contra quién luchamos? ¿Son los niños posibles enemigos? ¿Dónde se esconde el enemigo? Todas esas dudas y miedos que invadieron a miles de neoyorkinos durante largas horas, son trasladadas a la gran pantalla de forma real, más incluso que una película dedicada a tan aciago acontecimiento, World Trade Center (2006), lamentable cinta del director-historiador Oliver Stone. El filme incluso cita a la gran obra dedicada al 11-S, United 93 (Paul Greengrass, 2006). En esta cinta veíamos los atentados gracias a unos televisores que están situados en un centro de control de aviación civil, algunos les prestan atención, otros no.

Aquí ocurre lo mismo, pero en una bulliciosa tienda de electrodomésticos presa del saqueo por un grupo de descontrolados. Al principio nadie se para a observar las noticias, poco después un puñado de personas, boquiabiertos, observan como el monstruo se abre paso entre los rascacielos de la ciudad. Los paralelismos con el 11-S son numerosos. En un momento de la acción los protagonistas llegan a un pequeño refugio u hospital de campaña totalmente improvisado, donde reina el desconcierto, al igual que ocurría en algunos locales e iglesias cercanas a la Zona Cero. Los teléfonos móviles, grandes actores de aquel día, también aparecen en la cinta. Si durante el 11-S centenares de personas recibieron mensajes de personas que murieron instantes después, ya fuera en el interior de las Twin Towers o en los vuelos suicidas, Rob, uno de los chicos de la película, recibe una llamada de una amiga, Beth, a la que todo el mundo da por desaparecida, ya que la criatura ha atacado su zona de residencia.

Una de las virtudes de Monstruoso es trasladar los padecimientos de los personajes al espectador, que siente simpatía por un grupo de jóvenes totalmente desvalidos ante el ataque de un ser desconocido. Sus correrías, llantos y sufrimientos son los nuestros: padecemos cuando saltan azoteas, cuando son perseguidos por extrañas criaturas en un túnel, cuando alguno de ellos muere. Ese retrato cercano, y en cierto modo intimista, es del todo ajeno a las monster movies al uso, con una excepción, la tremenda The Host (Gwoemul, Bon Joon-ho, 2006), que lamentablemente pasó de puntillas en los cines españoles pero que es una cinta de culto en Asia, y, en general, entre los amantes del fantástico. Atípica cinta de monstruos, a medio camino entre la comedia, el drama familiar y el terror, The Host ofrecía un virtuoso retrato familiar y social durante la aparición de una descomunal criatura en una ciudad coreana. Monstruoso bebe de esa fuente, aunque, lamentablemente, no alcanza a la cinta coreana a la que supera en pesimismo. Si en The Host se lograba solucionar el problema, incluso se sabía de la procedencia de éste –en un claro mensaje ecologista– en la cinta que nos ocupa sus autores parecen ponerse de acuerdo para resucitar el lema punk: No Future. La devastación es total. El monstruo acaba con Nueva York y nada puede acabar con él –aunque muera, hemos visto a lo largo de la cinta que se reproduce ¿cómo?–. Y lo que es peor, no hay pistas sobre cómo acabar con él, cómo luchar contra él; en una clara referencia a la guerra contra el Terror, ¿se dialoga con terroristas? ¿Se emplea la fuerza? ¿Cómo se organizan? ¿Dónde se esconden?

Monstruoso es una muestra más de que las heridas del 11-S siguen abiertas y tardarán todavía mucho en cicatrizar. La paranoia, el miedo estarán presentes en la vida de millones de norteamericanos y también en decenas de películas, que como la presente, intentarán dar algunas claves para entender lo que sucedió aquel día. Recordando a Marc Ferro, la cinta es buen ejemplo de lo visible y lo no visible en un filme. Lo visible, el contenido aparente, es la película de monstruos que ha cosechado enorme éxito en el box-office estadounidense, y lo no visible, el contenido latente, la radiografía humana de los ataques del 11-S. La ópera prima de Matt Reeves no es una película perfecta –a pesar de su escasa hora y media de duración en su tramo final se hace un tanto pesada y previsible–, pero por lo original de su propuesta –relatar los hechos del 11-S a través de un filme de género– y algunos momentos realmente logrados –la cabeza de la estatua de la libertad rodando por una calle de Manhattan, por ejemplo– se ha ganado nuestra simpatía, algo que muchas películas actuales no pueden decir.