T. O.: Juno. Producción: Danzing Elk Productions-Mandate Pictures-Fox Searchlight (USA, 2007). Productores: Lianne Halfon, John Malkovich, Mason Novick y Russell Smith. Direcctor: Jason Reitman. Guión: Diablo Cody. Música: Mateo Messina. Fotografía: Eric Steelberg. Diseño de producción: Steve Saklad. Vestuario: Monique Prudhomme. Montaje: Dana E. Glauberman.

Intérpretes: Ellen Page (Juno), Michael Cera (Bleeker), Jennifer Garner (Vanessa Loring), Jason Bateman (Mark Loring), Allison Janney (Bren), J.K. Simmons (Mac), Olivia Thirlby (Leah), Eileen Pedde (Gerta Rauss), Rainn Wilson (Rollo), Daniel Clark (Steve Rendazo), Aman Johal (Vijay).

Color - 91 min. Estreno en España: 1-II-2008.

No estamos en la Rumanía pobre y gris de Ceaucescu, ni ante el drama lleno de gravedad y dureza que mostraba Christian Mungiu en la comentada 4 meses, 3 semanas, 2 días. Tampoco encontramos su puesta en escena realista ni los sórdidos ambientes por los discurrían personajes llenos de dolor, miedo o miseria moral. Esto es América, y la fórmula escogida por Jason Reitman se acerca más a la comedia, aunque toque temas tan serios y peliagudos como el aborto, la maternidad, la adopción o la fidelidad matrimonial. La premisa, por tanto, al acercarse a esta película debe ser distinta, por su falta de pretensiones crítico-sociales y por su enfoque más intimista y entrañable. El espectador se encontrará aquí mucho más relajado, menos crispado por su entorno de libertad y bienestar, por sus personajes sin recovecos y de mentalidad abierta, por la frescura y desparpajo de unas interpretaciones muy americanas, por su resolución complaciente y divertida.

El director de Gracias por fumar nos ofrece ahora una pequeña película que crece a medida que avanza en su metraje, que nace con la aureola de independiente para acabar arrasando en la taquilla y hacerse con multitud de premios, a la espera de lo que deparen sus cuatro candidaturas a los Oscar. Para empezar, llama la atención su capacidad para dar sentido positivo a una situación tan problemática y embarazosa como la contada en la cinta de Mungiu. Es, en definitiva la distinta mirada que hace un director de la vieja Europa habituado a adentrarse en profundidades existenciales —que ha padecido además la amargura comunista— y la de otro de un país joven acostumbrado a mirar hacia adelante y a resolver pragmáticamente las cosas de la mejor manera posible. Historias semejantes para mentalidades divergentes desde el momento en que en una se trata de sofocar un problema generando otro mayor en forma de trauma, mientras que en la otra se afronta desde la voluntad de apostar por la vida.

En el caso presente, Juno es el nombre de la adolescente embarazada, que en un primer momento se plantea el aborto como solución a su contratiempo vital, para después decidirse por la adopción como salida más humana y menos traumatizante. Tras el embarazo, nacerá una criatura que tendrá quien la quiera, pero habremos asistido también a la gestación de una nueva Juno que ha recorrido su particular camino de niña a mujer, entendido los vaivenes del amor y la necesidad de sacrificio para revitalizar rutinas y egoísmos. Eso es lo que aprende nuestra diosa romana de la maternidad desde el otoño hasta la primavera —estaciones a modo de capítulos mitológicos que jalonan una historia de “renacimientos”—, rodeada de un padre liberal y de una madrastra de carácter pero comprensiva, de un matrimonio adoptante que tiene sus propias obsesiones y problemas, de una super-amiga-confidente y de un tímido e inmaduro compañero pero de buen corazón... Todos acompañarán a Juno y al espectador durante una hora y media muy entretenida y divertida, con un guión preciso que avanza a buen ritmo y con una frescura insólita, con diálogos vivos e llenos de chispa que respiran ingenio y mordacidad, a la vez que recogen toda la artificiosidad y “normalización” adolescente.

Sin perderse por las ramas colaterales, centrada únicamente en la historia de la protagonista, solo algunas imágenes intercaladas en flash-back para recalcar lo ya dicho en los diálogos parecen interrumpir —aunque fugazmente— un relato equilibrado, que comienza con cierto artificio pero que cobra cuerpo y naturalidad a medida que se dibuja el personaje de Juno. No es una película perfecta porque reacciones como las de la propia chica tras visitar la clínica o la de sus padres cuando reciben la noticia no son verosímiles —al menos fuera del ámbito americano—, como tampoco lo es el punto de giro que sufre el matrimonio adoptante..., pero son licencias del guión de ficción. Se advierte también el uso excesivo, en la parte inicial, de la voz en off de la joven, en su intento de dar aire nostálgico y evocador a su historia, y enganchar así al espectador. Sin embargo, la cinta sabe vestir lo increíble con aires de sinceridad y autenticidad, y además dejar en el espectador un regusto de felicidad y “amor en tiempos de dificultad” que se agradece.

Mucha culpa de ello la tiene la joven Ellen Page, que aporta espontaneidad y chispa con sus reacciones, dolor y alegría en su despertar a la vida con su rostro ultra-expresivo, desenfado con su carácter extrovertido y despierto —algún comentario sobre la pérdida de fe en la Humanidad parece sacado de Mafalda—, y que trasmite la sensación de una sorprendente madurez que va in crescendo a la vez que la superficialidad de la adolescente mordaz e ingeniosa en su relación con los mayores. Unos secundarios, igualmente desdramatizados, se benefician de la presencia de la gran Ellen Page, y en especial el “supersalido” Michael Cera en un papel que le va como anillo al dedo y que encuentra la complicidad del espectador en su sencillez e ingenuidad.

Un montaje ágil que se permite alguna floritura —como en la primera visita en coche a la casa del joven matrimonio—, una planificación trasparente donde la cámara no se hace notar, y una banda sonora que entra sigilosa y oportunamente para, en ocasiones, aportar sencillez con temas indie cantados por los propios actores, hacen de la cinta un ejemplo de cine inteligente y original. La película, como la buena comedia, conserva su apariencia de ligereza y superficialidad para llegar al espectador y calar hondamente con temas de envergadura. Así, entre bromas y veras, sin moralismos, logra meter el bisturí en una sociedad que necesita una nueva Juno que la haga madurar. La divertida historia del nacimiento de una madre.