La autora veía la interpretación y la imitación como algo de naturaleza brutal: los animales, como sus personajes, se sirven del camuflaje para escapar de sus enemigos y atrapar a sus presas. Pero la imitación y la interpretación también nos ayudan, como seres humanos, a abrirnos a experiencias mayores, a conexiones difíciles de definir, a significados más elevados, al arte y a la verdad.
De todos modos, el relato se centra especialmente en los cambios que se operan en el personaje que Tang Wei encarna en su extraordinario debut: Wong Chia Chi se somete por completo a los deseos sexuales de su supuesta presa, transformándose ella en la verdadera víctima de un situación de entrega sadomasoquista. Ante este planteamiento, todo el contexto histórico queda relegado a un segundo plano, confiriendo una importancia mayor a la intriga erótica y a las escenas de sexo. Escenas de un realismo explícito cuyo elevado voltaje ha dado lugar a una abierta polémica en torno a la calificación moral con que debía ser distribuido el film en los Estados Unidos.
Aun así, la factura plástica que Ang Lee confiere a este thriller pasional es absolutamente clásica y altamente estilizada. De hecho, el argumento y la estructura narrativa de Deseo, peligro –construida a base de flashbacks– remite a obras de la talla de Encadenados (1946), magistral película de Alfred Hitchcock. Pese a todo, este cineasta taiwanés ha declarado que su interés primordial no se centra en ubicar sus films dentro de un tipo de género particular, sino más bien en abordar un aspecto de la trama que le interese sobremanera:
No son los géneros los que me interesan. Cuando hay un elemento que me atrae en un proyecto, luego busco encontrar el género al que pertenece. Supongo que la razón por la que cambio continuamente de géneros es porque me aburro enseguida. Una vez que encuentro algo que me interesa me canso y necesito cambiar y hacer otra cosa. Lo cierto es que no me interesa ningún género en particular.
Del mismo modo, conviene destacar el extremo cuidado en los detalles que Lee emplea para alimentar el desarrollo dramático de la cinta. El autor de La tormenta de hielo (1997) se muestra decididamente más interesado por estos detalles narrativos que por otros factores importantes dentro del relato fílmico que él prefiere considerar en un segundo lugar:
Para mí lo más importante son los elementos que integran una película, no el argumento, ni los personajes, ni siquiera la época en que transcurre la historia. Todas esas cosas pueden ser un ingrediente más que despierta mi interés por el material, pero lo que me atrae son las texturas, y trato de trabajar eso en mis películas.
No es de extrañar, pues, que la película haya sido calificada de clásica en los aspectos formales. No en vano, ése también ha sido el modo de contar historias que ha hecho inmortal a toda una generación de cineastas del Hollywood dorado, de cuyas filas sobresalieron autores de la talla de William Wyler, Leo McCarey, John Ford o Fritz Lang. Sin embargo, ese estilo narrativo tan meticuloso no ha sido acogido con el mismo entusiasmo por el público de los distintos países donde se ha exhibido Deseo, peligro. El propio Ang Lee ha manifestado la sensibilidad especial del espectador oriental ante este tipo de cine:
En cada cultura la percepción del film va a ser diferente. Mucha gente se queja de que la película es muy larga, les haya gustado o no. Y sin embargo, para el público chino es demasiado corta. Ellos se dan cuenta de que me he tomado el trabajo de atender hasta los detalles más pequeños y disfrutan precisamente de eso.
A pesar de no haber figurado finalmente entre las películas seleccionadas a los Oscar de la Academia, Deseo, peligro otorgó a Ang Lee el segundo León de Oro en su carrera como director en el pasado certamen del Festival de Cine de Venecia. Todo un elogio para un realizador consagrado a nivel mundial y para una película elaborada con la meticulosa perfección de una pieza de orfebrería.