T.O.: Se, jei. Producción: Haishang Films, Focus Features, River Road Entertainment, Sil-Metropole Organisation Ltd. y Shanghai Film Group Corporation (China-Honk Kong-Taiwán-USA, 2007). Productores: Bill Kong, Ang Lee y James Schamus. Director: Ang Lee. Argumento: basado en el relato corto Se, jei, de Eileen Chang. Guión: Wang Hui Ling y James Schamus. Fotografía: Rodrigo Prieto. Música: Alexandre Desplat. Diseño de producción: Pan Lai. Montaje: Tim Squyres.

Intérpretes: Tony Leung Chiu Wai (Sr. Yee), Tang Wei (Wong Chia Chi/Sra. Mak), Joan Chen (Sra. Yee), Wang Leehom (Kuang Yu Min), Tou Chung Hua (Viejo Wu), Kao Ying Hsuan (Huang Lei), Ko Yu Lien (Liang Jun Sheng), Johnson Yuen (Auyang Ling Wen/Sr. Mak), Chin Ka Lok (Tsao), Anupam Kher (el director de la joyería).

Color - 158 min. Estreno en España: 14-XII-2007.

Ang Lee es, junto con John Woo (Windtalkers) y Wong Kar-Wai (My Blueberry Nights), el más aclamado de los cineastas asiáticos que han trabajado en Hollywood. Nacido en Pingtung (Taiwán) en 1954, Lee inició su carrera en su país de origen con éxitos como El banquete de bodas (1993) –Oso de Oro en el Festival de Berlin– y Comer, beber, amar (1994). Su prestigio en Oriente le catapultó hacia los Estados Unidos, donde ha rodado buena parte de su filmografía posterior.

La solvencia de su puesta en escena le hizo merecedor de una nominación al Oscar al Mejor Director por el film Tigre y dragón (2001), cinta premiada con la estatuilla a la Mejor Película Extranjera. Tras diversas incursiones en distintos géneros –entre los que destacan el melodrama de época (Sentido y sensibilidad), el western (Cabalga con el diablo), la adaptación de un comic (Hulk) o el wuxia (el citado Tigre y dragón)–, este realizador se alzó finalmente con el galardón de la Academia gracias a Brokeback Mountain (2005), relación sentimental entre una pareja de cowboys homosexuales que demostró el enorme talento de Lee para convertir el paisaje en un personaje importante dentro de la narración (a la manera en que maestros como Anthony Mann o Delmer Daves habían introducido este elemento en las películas del Oeste rodadas durante la década de los 50).

A pesar de sus reticencias iniciales, Ang Lee decidió adaptar una novela de la escritora china Eileen Chang para llevar a cabo su nuevo proyecto. Con semejante propósito, recurrió a un relato corto de dicha autora para confeccionar un melodrama histórico ambientado en el Shanghai de los años 40. Pese a todo, el verdadero objetivo de Lee era acentuar los aspectos más eróticos y salvajes de una peculiar intriga sobre la sumisión sexual de una espía:

En mi opinión, ninguna de las historias de Eileen Chang es tan bella y cruel como Deseo, peligro. La revisó durante años, décadas, volviendo a la historia como el asesino vuelve a la escena del crimen, o como una víctima vuelve a vivir el momento traumático, sacando placer de los cambios y viviendo de nuevo el dolor. A la hora de rodar Deseo, peligro no adaptamos la novela de Eileen Chang, más bien volvimos a interpretarla, al igual que sus personajes interpretan y reinterpretan sus papeles.

La acción de la película transcurre durante los duros tiempos de la ocupación japonesa en China y narra la historia de una joven aspirante a actriz (Tang Wei) que se deja convencer por un grupo de la resistencia para seducir a un jefe colaboracionista (interpretado implacablemente por Tony Leung). Lo que empieza siendo un deber patriótico termina por convertirse en una tormentosa relación pasional desde el momento en que la mujer se siente atraída por su presa y acepta entrar en su juego erótico.

En ese sentido, el film analiza la estrecha vinculación que existe entre los mecanismos de la interpretación y su desarrollo práctico en la vida real, la extraña interacción que se produce entre ficción y verdad. El realizador taiwanés ha expresado este particular hallazgo en la obra de Eileen Chang a través de las declaraciones siguientes:

La autora veía la interpretación y la imitación como algo de naturaleza brutal: los animales, como sus personajes, se sirven del camuflaje para escapar de sus enemigos y atrapar a sus presas. Pero la imitación y la interpretación también nos ayudan, como seres humanos, a abrirnos a experiencias mayores, a conexiones difíciles de definir, a significados más elevados, al arte y a la verdad.

De todos modos, el relato se centra especialmente en los cambios que se operan en el personaje que Tang Wei encarna en su extraordinario debut: Wong Chia Chi se somete por completo a los deseos sexuales de su supuesta presa, transformándose ella en la verdadera víctima de un situación de entrega sadomasoquista. Ante este planteamiento, todo el contexto histórico queda relegado a un segundo plano, confiriendo una importancia mayor a la intriga erótica y a las escenas de sexo. Escenas de un realismo explícito cuyo elevado voltaje ha dado lugar a una abierta polémica en torno a la calificación moral con que debía ser distribuido el film en los Estados Unidos.

Aun así, la factura plástica que Ang Lee confiere a este thriller pasional es absolutamente clásica y altamente estilizada. De hecho, el argumento y la estructura narrativa de Deseo, peligro –construida a base de flashbacks– remite a obras de la talla de Encadenados (1946), magistral película de Alfred Hitchcock. Pese a todo, este cineasta taiwanés ha declarado que su interés primordial no se centra en ubicar sus films dentro de un tipo de género particular, sino más bien en abordar un aspecto de la trama que le interese sobremanera:

No son los géneros los que me interesan. Cuando hay un elemento que me atrae en un proyecto, luego busco encontrar el género al que pertenece. Supongo que la razón por la que cambio continuamente de géneros es porque me aburro enseguida. Una vez que encuentro algo que me interesa me canso y necesito cambiar y hacer otra cosa. Lo cierto es que no me interesa ningún género en particular.

Del mismo modo, conviene destacar el extremo cuidado en los detalles que Lee emplea para alimentar el desarrollo dramático de la cinta. El autor de La tormenta de hielo (1997) se muestra decididamente más interesado por estos detalles narrativos que por otros factores importantes dentro del relato fílmico que él prefiere considerar en un segundo lugar:

Para mí lo más importante son los elementos que integran una película, no el argumento, ni los personajes, ni siquiera la época en que transcurre la historia. Todas esas cosas pueden ser un ingrediente más que despierta mi interés por el material, pero lo que me atrae son las texturas, y trato de trabajar eso en mis películas.

No es de extrañar, pues, que la película haya sido calificada de clásica en los aspectos formales. No en vano, ése también ha sido el modo de contar historias que ha hecho inmortal a toda una generación de cineastas del Hollywood dorado, de cuyas filas sobresalieron autores de la talla de William Wyler, Leo McCarey, John Ford o Fritz Lang. Sin embargo, ese estilo narrativo tan meticuloso no ha sido acogido con el mismo entusiasmo por el público de los distintos países donde se ha exhibido Deseo, peligro. El propio Ang Lee ha manifestado la sensibilidad especial del espectador oriental ante este tipo de cine:

En cada cultura la percepción del film va a ser diferente. Mucha gente se queja de que la película es muy larga, les haya gustado o no. Y sin embargo, para el público chino es demasiado corta. Ellos se dan cuenta de que me he tomado el trabajo de atender hasta los detalles más pequeños y disfrutan precisamente de eso.

A pesar de no haber figurado finalmente entre las películas seleccionadas a los Oscar de la Academia, Deseo, peligro otorgó a Ang Lee el segundo León de Oro en su carrera como director en el pasado certamen del Festival de Cine de Venecia. Todo un elogio para un realizador consagrado a nivel mundial y para una película elaborada con la meticulosa perfección de una pieza de orfebrería.