Una selección muy personal
En cuanto al resto de obras visionadas, y dada la necesidad de elegir entre una triple oferta proyectada en diferentes salas, la selección, inevitablemente, ha sido muy personal. He aquí algunas de nuestras películas seleccionadas:
Campaign, de Kasuhiro Soda, muestra con gran sentido del humor la campaña política de un candidato novato, utilizado por el partido como auténtica marioneta marquetiniana en una especie de gymkhana electoral que acaba en victoria. De no ser nadie a gobernar, siguiendo sin ser nadie más que una imagen, es lo que nos cuenta este largometraje del joven japonés, premiado como mejor comedia del año en su país. Un filme que empieza con buenas expectativas, pero se resiente de excesiva duración y de cierta distancia del personaje filmado respecto al espectador, quien no acaba de meterse en la historia.
My Winnipeg, largo autobiográfico del estadounidense Guy Maddin, realiza una retrospección hacia su infancia de un modo más experimental que documental, con recreaciones ficticias pero anunciadas. Con mezcla de rigor e ironía, el autor juega con el espectador, cruzando continuamente las fronteras de los pactos establecidos: sueño-vigilia, realidad-ficción, drama-comedia, documental-experimentación... Una obra profundamente postmoderna que deja desconcertado al espectador.
El Problema del mosquito y otras historias de Andrey Paounov, muestra la cara de un pequeño pueblo de Europa del Este invadido por una colonia de mosquitos gigantes que acabará por arruinar su futuro nuclear. Original puesta en escena de unos personajes reales cuyas huellas del pasado afloran desdramatizadamente a través de la música, pero que en su aparente discurrir rutinario se esconde una gran carga de denuncia social.
Escenas de la caza del jabalí, de Claudio Pazienzia, es un corto que nos llamó especialmente la atención. El autor muestra la sensación que causa en él la muerte de su padre en un estilo más cercano a la poesía literaria que al documental cinematográfico. Una serie de planos muy personales conducidos por reflexiones verbales a modo de versos, con un leitmotiv: “Tú dices...”. Como si su padre le hablara a través de su conciencia, va recorriendo los lugares y objetos que, a simple vista, nada dicen, pero que son reflejo de toda una vida que acaba de desaparecer.
Ochoveintiocho, de Lavi Ben Gal, muestra la vida en un pequeño barrio judío. Una mezcla de documental clásico y autobiográfico que no deja indiferente al espectador. Nobody’s child, de Chao Gang, narra la separación de los padres, a quienes vuelve tratando de descubrir y comprender qué pasó. Un film que, a pesar de construirse desde un punto de vista muy personal, se vuelve universal para el espectador.
Más que un Festival
Está claro que Festival Punto de Vista participa de manera clave en el desarrollo del género, gracias sobretodo a actividades paralelas tales como recuperaciones y retrospectivas de autores clásicos y contemporáneos, eventos con invitados especiales, cursos y clases magistrales, proyectos iniciáticos y experimentales, etc.
En esta edición 2008 destaca la retrospectiva del director italiano Ermanno Olmi. El Festival revisa los cincuenta años de su carrera cinematográfica y recupera algunos títulos fundamentales de su trayectoria documental y de ficción, la mayor parte inéditos en España.
En la sección La región central se han mostrado por primera vez en nuestro país películas de gran repercusión popular en festivales internacionales y que difícilmente podrán ser explotadas en circuitos comerciales. Esta sección es un lugar de encuentro con los nombres fundamentales del cine contemporáneo, apuestas por algunos autores y obras de clara vocación de estilo y poderoso control expresivo. La multipremiada He Fenming de Wang Bing o La Campana de Audrius Stonys, han sido claros ejemplos de proyección que cumplen con lo más sugerente del cine de no ficción contemporáneo.
Precisamente Stonys es uno de los protagonistas invitados al ciclo El Silencio (Imagen y silencio en la tradición cinematográfica postsoviética). Una sección compuesta por películas sin palabras. Silencio y contemplación, pero con un meticuloso trabajo en el tratamiento del “ruido” y la composición del sonido-música. Desde el clásico de Sharunas Bartas In the memory of a day gone by, pasando por directores de reconocido prestigio como Bela Tarr, Loznitsa o Dvortsevoy, hasta apuestas por autores de nueva generación como el director bieloruso Victor Asliuk (Kola, 2004), este ciclo no ha sido sino hermosos poemas cinematográficos sobre el poder incierto de la naturaleza paisajística y las posibilidades de la imagen proyectadas sobre el nebuloso silencio.
Y, por último, una apuesta iniciática, experimental, con La mano que mira. Siete cineastas: Andrés Duque, Albert Alcoz, María Cañas, Lluis Escarpín, Gonzalo de Lucas, Víctor Iriarte y Rafael Tranche son retados a hacer un diario de viaje con una misma herramienta: un teléfono móvil Nokia N-95. Una propuesta que pretende enfrentarse a las nuevas prestaciones tecnológicas con afán reflexivo y que ha generado intensos debates sobre la nostalgia del celuloide, la abstracción, el documento o la propia imagen, ya sea en relación a su calidad técnica o al poder creativo que ella suscita.