Efectivamente, tal como constatan Frank Larue, director del Centro de Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), Seda Pumpyanskaya, portavoz de Minugua (misón de Naciones Unidas en Guatemala), y la misma Comisión para el Establecimiento Histórico, hubo una política de exterminio sistemática contra la población indígena entre octubre de 1981 y 1983, es decir, los últimos seis meses del gobierno de Lucas García y el año y medio del gobierno de Ríos Montt.
Es por eso que los testimonios del documental reivindican que para que en el futuro no se cometan semejantes barbaridades impunemente y se establezcan las bases de la reconciliación en la sociedad guatemalteca, lo primero que hay que hacer es justícia.
En búsqueda de esta justicia y a pesar de las amenazas y coacciones que realizan las patrullas de autodefensa civil y el mismo ejército, 21 comunidades víctimas de las masacres, crearon la Asociación Justicia y Reconciliación (AJR) y presentaron dos demandas, en julio del 2000 contra Lucas García, y en mayo del 2001 contra Ríos Montt.
Pero se enfrentan a un elemento que denuncia Susana Villagrán, representante de la Organización de Estados Americanos (OEA): la existencia de una impunidad estructural en el sistema de justicia guatemalteco que afecta gravemente la vigencia del estado de derecho.
Es en este sentido que Roberto Carretón, Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas en América Latina, reivindica que la gran medida que hay que tomar se llama pérdida de la impunidad, es decir, juicio y castigo a los culpables. Vaticina que si esto no sucede, ahí está el germen de la futura violencia.
Esta advertencia es ratificada por Juan Gaspar, representante de las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) en Ixcan, que pide ayuda a la comunidad internacional para tutelar el proceso de democratización y de justicia en el país. Si esta cobertura no tiene lugar, piensa que la situación se va a repetir.
Parece que los primeros síntomas en esta dirección ya se han producido. Su compañera Efraína Camposeco advierte que se esta volviendo a vivir una situación parecida a la de principios de los ochenta, la gente aparece muerta y no se sabe que es lo que ha pasado…
Otro caso que se relató fue la revuelta que se produjo en OAXACA, del que hizo un emotivo y conmovedor testimonio CLARA MORALES, comunicadora de OJO DE AGUA COMUNICACIÓN que complementó su exposición con el visionado del documental La revolución de las oaxaqueñas, producido por el Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxacpa AC y la televisión comunitaria MAL DE OJO. El 14 de junio del 2006 el gobernador Ulises Ruiz Ortega reprime un plantón magisterial instalado en el centro de la capital que estaba pidiendo mejoras salariales. Esta violenta respuesta por parte del gobierno, que alcanza también al pueblo llano, despierta al resto de actores sociales que, cansados de la corrupción y de la injusticia que impera en Oaxaca, deciden solidarizarse con los maestros.
Comienza una rebelión popular que se organiza a través de las asambleas populares donde se aglutinan las demandas de campesinos, sindicatos, pueblos indígenas, y de las colonias oaxaqueñas. Se empieza a reclamar cambios estructurales en la sociedad, justícia y el fin de la tiranía de Ulises Ruiz y de las oligarquías que lo apoyan. Además, mujeres de diferentes edades y extracción social empiezan a participar activamente dentro del movimiento social: ya no solo se encargan de hacer la comida o de curar a los heridos si no que asisten a las reuniones, pronuncian mítines, construyen barricadas y participan en la toma de decisiones.
A medida que el conflicto avanza, con un gobierno que se había enrocado en una posición de fuerza con detenciones, y infiltrados (que provocan los primeros conatos de violencia para poder justificar la represión y estereotipar a los manifestantes como salvajes) y con el control exhaustivo de la información que se proporciona a través de las radios y televisiones, el movimiento parece decaer.
Es entonces que 20.000 mujeres realizan la marcha del 1 de agosto para pedir un espacio en Canal 9 donde poder exponer la realidad que se estaba escondiendo. Ante la negativa del gobierno, las mujeres tomaron las instalaciones de dicha televisión e hicieron un llamamiento a la unidad del pueblo de Oaxaca para derrocar al gobernador.
Así se llegó a la creación de la Coordinadora de Mujeres Oaxaqueñas (COMO), que participa en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El objetivo de la COMO son la construcción de una democracia participativa y la equidad de género. Su estrategia, acabar con los roles de género y la forma de relacionarse entre hombres y mujeres, que son unas relaciones de opresor-oprimido y que se repiten en todas las estructuras del estado.
Desean lograr primero este cambio para que la transformación social sea más profunda. La tensión en Oaxaca persiste. Por el camino muchos opositores han perdido la vida.
LETICIA PÉREZ, comunicadora Tzotzil del Centro Estratal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas (CELALI) de Chiapas (Méjico) quiso dejar claro que las culturas son dinámicas y cambiantes y que no por usar las nuevas tecnologías los pueblos indígenas pierden parte de su identidad. Los objetivos de la CELALI son la promoción y el desarrollo de las culturas indígenas para ayudar en la construcción de puentes de diálogo dentro de la sociedad multicultural mejicana, para lo que desarrollan tres programas radiofónicos bilingües.
Leticia Pérez resaltó que la mirada del otro sobre los pueblos indígenas se ha centrado en la tradición y el folklore. Pero la realidad indígena es mucho más compleja y el vídeo ha servido para registrarla. La ponente hizo una analogía entre la cámara y el machete en el sentido que el vídeo puede constituir una arma de defensa en situaciones de conflicto.
Y añadió un nuevo aspecto, que es la discriminación de género en el sentido que la mujer ha estado apartada de la producción audiovisual, que ha estado monopolizado por hombres.
Siguió por este camino JULIANA JULAJUJ, coordinadora del Centro de Mujeres Comunicadoras Mayas Nutzij, del departamento de Sololá (Guatemala), creado en 1997 y cuyo proyecto es impulsar y promover el desarrollo y acceso tecnológico de las mujeres, tanto indígenas como no indígenas, y la formación y capacitación de liderezas como estrategia encaminada a crear espacios de partcipación para la mujer y reducir los déficits que existen en relación a la equidad de género.
En este ámbito temático se visionó el documental Rebeldías y Esperanzas (30 min), dirigido por Marcelina Cárdenas y Nicolás Ipamo y producido por CEFREC-CAIB. Se trata de la historia común de dos mujeres indígenas: Marcela, del pueblo Chiquitano (Santa Cruz) y Ana, del pueblo Quechua (Potosí). Ambas reflejan a su manera las experiencias de una triple discriminación (por ser pobres, por ser indígenas y por ser mujeres) y sus luchas por superar la discriminación y salir adelante en una sociedad llena de prejuicios.
3) Abrir puentes de diálogo con otros pueblos y culturas.
Voces del Sahara, realizada por Javier Pérez y Jesús Álvarez y producida por La Salamandra (2005, 59 minutos), constituye un claro distanciamiento del eurocentrismo y refleja la mirada de dos mejicanos sobre el pueblo Saharaui narrando su exilio de más de 30 años, su lucha en el frente y en los territorios ocupados, la vida de sus mujeres al frente de instituciones de salud, educación, los medios, la administración publica y el hogar, además de sus jóvenes y niños que estudian y viajan por el mundo sin que sus espíritus, cuerpos y mentes flaqueen. Todo lo contrario: se alimentan de la alegría que genera la ceremonia del té, en la que se "bebe el tiempo a sorbitos", así como la música y danza tradicional.
SERGI VIDAL es licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona
y prepara su tesis doctoral sobre Leonard Peltier.