ALLEN, Woody
Carta abierta de Woody Allen a Platón
Espasa Calpe, 2005; 293 páginas

 

 

Por JORDI PUIGDOMÈNECH

 

Grandes pensadores de la historia han considerado la dialéctica —de “dia” (en varias partes) + “logos” (palabras, razón), es decir, la palabra o razón sostenida simultáneamente por varios— como la forma más natural y precisa de conocimiento humano. Heráclito afirmó que la dialéctica, entendida como oposición de contrarios, se halla en el origen de toda estructura racional. Hegel entendió el conocimiento como un proceso dialéctico que parte de una afirmación dada –tesis—, a la que se le opone una negación de la misma –antítesis— y que concluye con la superación de ambas en una tercera proposición que las incluye –síntesis—. Por último, Platón hizo de la dialéctica su forma más popular de expresión literaria. La mayoría de sus obras están escritas en forma de diálogo, por medio del cual el filósofo ateniense expone su visión personal acerca de una cuestión —normalmente por boca de Sócrates— para contrastarla a continuación con opiniones alternativas y someterla a las objeciones pertinentes. El conjunto de todas estas posturas diferentes y contrapuestas ofrecerá una visión más completa del problema que la ofrecida en cualquiera de ellas por separado.

En su obra Carta abierta de Woody Allen a Platón, Juan Antonio Rivera reincide en el planteamiento que propuso en su día en el libro Lo que Sócrates diría a Woody Allen (2003); es decir, aborda algunas cuestiones fundamentales de orden social e individual —ya sean relativas a la ética, la psicología, la política o la economía— y a propósito de ellas establece un diálogo con diversos cineastas y algunas de sus películas más representativas, como es el caso de Antz (Eric Darnell y Tom Johnson, 1998); La dama de Shanghai (Orson Welles, 1947); Río Bravo (Howard Hawks, 1959); Granujas de medio pelo (Woody Allen, 2000) y Fuego en la nieve (William A. Wellman, 1949), entre otras.

Además de emplear los textos fílmicos a modo de objeto de su reflexión filosófica, Juan Antonio Rivera introduce también en la obra algunas de sus propias tesis y consideraciones políticas, expuestas con más detalle en sus libros El gobierno de la frontera (2000) y Menos utopía y más libertad (2005). Defensor de una concepción política heredera del liberalismo de corte clásico, la imaginaria “carta abierta” que da título al libro, es un breve capítulo introductorio el cual, con motivo de una supuesta misiva que el cineasta Woody Allen remitiría al filósofo Platón, le sirve a Rivera de pretexto para lanzar una crítica a las utopías políticas y, particularmente, a las secuelas totalitarias que derivarían de ellas en el caso de poderse llevar a la práctica, como es el caso de la República de Platón.

Impecable en su exposición y planteamiento, en el que el cine es una vez más el leitmotiv que conduce al autor más allá de la búsqueda de un mero entretenimiento, para ensimismarse en elaboradas reflexiones de orden moral o político, acaso cabe objetar a Juan Antonio Rivera su tono marcadamente pedagógico —cabe recordar que es profesor de Enseñanza Media—, que en ocasiones desemboca en un paternalismo que puede llegar a incomodar al lector: “casi nada en política es evidente, y por eso tendré que pedirle a veces en este libro que abandone alguno de los lugares comunes en que descansa, como en un sofá, su manera de pensar”.

Tal vez haya lectores cuya manera de pensar no descanse en sofás ni en lugares comunes. Tal vez haya lectores que piensen que en lugar de criticar las utopías del siglo IV a.C quizá tuviera más sentido ocuparse de las realidades políticas que causan a diario decenas de muertos, por conflictos bélicos injustificables y carentes del menor sentido.