LAS RUTAS DEL CINE EN AMÉRICA LATINA

Violeta Núñez

 

Si bien es cierta la historia general del cine confiere a los hermanos Auguste y Louis Lumière la paternidad del cinematógrafo, el invento del aparato de proyección de imágenes ocurre al mismo tiempo en diferentes locaciones. La búsqueda por demostrar el movimiento de los objetos condujo a más de un visionario a diseñar un aparato apropiado para este fin. A partir de 1895 tenemos diversos aparatos de proyección que compiten entre si: Vitascopio Edison, Cinematógrafo Gaumont, Cinematógrafo Pathé, American Bioscope, entre otros. Será la capacidad empresarial de las compañías que los respaldan, su capacidad de ingresar en el mercado internacional y, las condiciones técnicas del proyector lo que finalmente decide la supervivencia.

Los adelantos tecnológicos ocurridos en Europa y Norteamérica en el transcurso del siglo XIX: trenes, luz eléctrica, telégrafo, teléfono, llegan a América con prontitud. Estos eran un sinónimo de ingresar a la modernidad, de estar “a la altura de los países adelantados” pese a que estos solo fueran consumidos por un pequeño sector de la población.

No debe sorprender, por lo tanto, que las primeras exhibiciones de aparatos cinematográficos en las principales capitales y ciudades latinoamericanas se efectuaran a pocos meses de su introducción comercial pese a que las vías de comunicación de aquel entonces no eran tan desarrolladas como en la actualidad. El barco era el único transporte que unía los continentes. Si bien es cierto, en Estados Unidos existe una relación entre la expansión del cine y las líneas del ferrocarril, en América Latina esta relación no se da en el mismo sentido. Las líneas ferroviarias conectaban los centros de producción agrícola, minera o textil con los puertos. Las líneas del tren no fueron construidas para unir ciudades y generar el tan ansiado progreso. Es cierto que las ciudades conectadas en el circuito productivo tendrán un acceso más rápido a los nuevos inventos pero los pueblos mas alejados no contaran con esta ventaja. El “transporte a lomo de mula” constituía el principal sistema de transporte en la región. Sin embargo, pese a estas aparentes dificultades y escasez de infraestructura, la electricidad necesaria para el funcionamiento de los proyectores, el cine se extiende rápidamente en América.

La más saltante característica, de acuerdo con Paulo Antonio Paranagua, de los primeros años de difusión, y producción, del cine en América Latina y que marcara las pautas del desarrollo del espectáculo y la producción cinematográfica del área, es que el cine ingresa como otro producto importado siguiendo el patrón neo-colonial dependiente derivado de la posición de la región al interior del sistema capitalista mundial a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Señalar la procedencia y ruta seguida por los difusores del cine, de los diferentes aparatos de proyección de imágenes, en el Perú, y en América Latina, no es tarea fácil de resolver. Las fuentes que posibilitarían resolver la incógnita: contratos de adquisición de los aparatos de proyección, registros de aduanas, permisos de exhibición, entre otros, son inexistentes a nivel nacional e internacional. La información con las que contamos, hasta el momento, no siempre la mas abundante ni detallada, es la que proviene de diarios y revistas de la época: noticias y crónicas periodísticas que dan cuenta de temporadas de cine con la descripción del aparato utilizado así como las que señalan el arribo y partida de barcos que, en algunos casos, informan el nombre, puerto de embarque de los pasajeros y las mercaderías que ingresan a los puertos. Por otro lado, tenemos los trabajos de investigación publicados en los distintos países reconstruyen los primeros años de difusión y producción del cine en América.

Pese a estas carencias creemos que una posible vía para explicar estas rutas es pensar que el cine fue presentado en nuestra sociedad como un nuevo espectáculo, una nueva distracción, que se sumaba a las ya conocidas. Estos espectáculos ofrecidos “por temporadas” eran la opera, el teatro, la zarzuela y el circo los cuales llegan a la ciudad de Lima procedentes de “otras ciudades” de América. Las compañías artísticas ofrecían un nuevo repertorio en cada temporada y, reponían las obras que habían tenido éxito en las precedentes. El concebir la difusión del cine, en estos años formativos del negocio de exhibición - distribución, como un “espectáculo por temporada” (un nuevo lote de películas a exhibir y la reposición de los éxitos), y que luego parte a otra ciudad una vez cumplida las expectativas de la empresa explica la lógica, circuitos y rutas seguidas por los difusores.

Según el historiador peruano Manuel Burga, las trouppe artísticas se articulan, y posiblemente se entrecruzan entre ellas, a las rutas económicas del Atlántico y la del Pacífico forjadas desde el periodo colonial. La ruta del Atlántico presentaba dos variantes. La primera se iniciaba en Buenos Aires recorriendo las ciudades de Córdoba - Salta-Jujuy-Bolivia-Cuzco, finalizando en Lima. La segunda partía nuevamente de Buenos Aires hacia Santiago de Chile con destino final la ciudad de Lima. La ruta del Pacífico recorría desde el puerto de Acapulco-América Central-Panamá-Guayaquil, hasta llegar a Lima.

En América del Sur, el Cinematógrafo Lumière llega en 1896 por la acción de difusores independientes en cada país con la excepción de Venezuela y Colombia. Es en Argentina en donde se dieron las primeras exhibiciones el 4 de julio, en Brasil el 8, en Uruguay el 18 y en Chile el 25 de Agosto. En Perú, en febrero de 1897 y en Colón, Panamá, el 29 de junio. En el caso de México y Centro América, la empresa Lumière otorga a Claude Ferdinand Bon Bernard la licencia para explotar el cinematógrafo en México, Venezuela, Colombia, Cuba, las Guayanas y el resto de las islas del Caribe. Gabriel Veyre (1871-1936), incorporado a las filas del ejército de camarógrafos por los famosos hermanos, acompañaba a Bon Bernard en calidad de director técnico del cinematógrafo. Su misión consistía en exhibir las imágenes que habían causado furor en Paris y, registrar las primeras "vistas" en América.

El Vitascope Edison ingresa con un circuito de difusión similar al invento Lumière. Sus primeras exhibiciones fueron realizadas en 1896 primero en Buenos Aires, el 20 de julio, y en el Distrito Federal México, el 22 de Octubre. En 1897, en Lima el 2 de enero, en Río de Janeiro el 30 en Colon Panamá el 14 de abril y en La Paz, Bolivia, el 21 de junio. Todas estas ciudades constituyen puntos de ingreso o final de importantes rutas comerciales ligadas a Europa y, en el transcurso del siglo XX, a Norteamérica.

En el caso peruano, los difusores del Vitascope Edison, C.J. Vifquain y W. H. Alexander, y del Cinematógrafo Lumière, A. Jobler y Jorge Nissolz, no aparecen como difusores del cine, previo a su exhibición en Lima, en ninguno de los países centro o sudamericanos. Pudo tratarse de empleados a quienes les fue asignada y/o contrataron esta ruta como ocurrió con Bon Bernard y Veyre.

Sin embargo, tenemos que anotar que los difusores del Vitascope Edison C.J. Vifquain y W. H. Alexander llegan a Lima en el vapor “Imperial”, el 26 de diciembre de 1896, procedentes de Panamá según registra la nómina de pasajeros publicada en la sección Aduanas de El Comercio. No realizan exhibiciones en Panamá. Es posible que el aparato haya sido comprado directamente en la Edison Manufacturing Company o los concesionarios que esta tenia. La Edison contaba con una oficina central en la 83 Chamber Street en New York, NY y, una sucursal en Europa en la 32 Rempart St Georges, Antwerp, Bélgica. No todos los proyectores Edison vinieron de USA. Lamentablemente, la empresa no guarda ningún registro de las ventas para la distribución en el exterior.

En el caso del Cinematógrafo Lumière, no se ha encontrado el origen de la ruta de los señores A. Jobler y Jorge Nissolz previa a su arribo a Lima ni en donde fue adquirido el aparato.

El cine fue invento que supero las expectativas de sus creadores. El pago por el uso de patentes comerciales y la relimitación de territorios fue cambiado rápidamente por la venta libre de aparatos y lotes de películas. En el caso de la Lumière Society es a finales de 1896, entre noviembre y diciembre cuando finalizan el sistema de concesión/licencias por país y, en mayo de 1897 disponen la venta libre de aparatos y películas.

En los archivos Edison Papers, en New Yersey, en donde encontramos información de la Edison Manufactuting Company existe un caso esclarecedor que nos ayuda a entender por que no encontramos registros de la venta de aparatos cinematográficos y películas para el exterior.

Federico Figner, empresario judío checoslovaco llega a Buenos Aires en 1894 con seis Kinetoscopios y un fonógrafo y, con ellos viaja por toda Latinoamérica, exhibiéndolos. En 1896 es el quien introduce el Vitascopio en Buenos Aires y luego en Río de Janeiro. En la carta dirigida por Walter Stevens, fechada el 9 de febrero de 1903, gerente de ventas al exterior de la Edison Manufactuting Co., al juez Howard W. Hayes por el uso de “Casa Edison” que Figner usaba para su como estrenadas con anterioridad en capitales y/o ciudades de países ligadas a la ruta del Atlántico intentando con ello dar negocio en Brasil, señala que la empresa Edison nunca ha efectuado negocio directo con Mister Figner sino a través de Messrs, Elmenhorst & Co., concesionarios de Edison en New York. Asimismo puntualiza que en un periodo de dos anos y medio han vendido a través de los concesionarios newyorkinos un total de $ 12,000.00, “He is the largest and best custumer we have in South America”. Al parecer la Edison Manufactuting Co. no vendía directamente sus productos, esto explicaría el por que en los Edison Papers no se encuentran registros de ventas internacionales. Edison fue ante todo un inventor la distribución de sus inventos estuvo a cargo de otros.

En los años siguientes los diarios limeños anuncian las películas y aparatos de proyección realce e importancia al evento. Tal es el caso del Cinematógrafo Kaurt y el Biógrafo Americano.

Una información de suma importancia que nos comprueba la afirmación de las crónicas periodísticas proviene del Brasil. En 1901, el Sr. H. Kaurt, presenta el Cinematógrafo Universal en la ciudad de Florianópolis, estado de Catarina. En Lima, en noviembre de 1903 se exhibe, en el Teatro Olimpo, un Cinematógrafo Kaurt llamado también por las crónicas Gran Biógrafo Kaurt El Comercio del día 19 anuncia, en la sección Aduanas, el arribo del vapor “Guatemala” procedente de Iquique-Chile, la nómina de pasajeros registra a la Compañía Biógrafo Lumière, W. Bohl. Es posible que la empresa Kaurt haya trazado su ruta “bajando” hacia el sur, dirigiéndose primero a Bolivia pasando luego a Chile hasta llegar a Lima. Ary Leite sugiere que H. Kaurt siguió la ruta del Pacifico, de Lima hacia el norte y regreso a Brasil por la amazonia. No podemos comprobar aun esta hipótesis.

En el caso del Biógrafo Automático exhibido, también en el Teatro Olimpo, en febrero de 1904, tenemos que la Compañía difusora arriba a Lima en el vapor “Colombia” procedente, nuevamente, de Antofagasta (Chile). ¿Cuál fue el origen y ruta de este aparato antes de llegar a Antofagasta y zarpar luego a Lima?

Por información aportada por libros de historia del cine en Bolivia y Ecuador creemos que las rutas de algunos de los aparatos de proyección fueron del sur andino bajando a la costa hacia Lima, y luego se dirigieron hacia el norte, a Ecuador. Ejemplos en este sentido fueron las experiencias de los empresarios españoles Enrique Casajuana y Juan Armengol pioneros de la distribución-exhibición en Lima.

Enrique Casajuana compra en Paris en 1905, cien films mudos y cuatro equipos de proyección. Luego de exitosas temporadas en La Paz-Bolivia difundiendo el Biógrafo París en 1905, llega a Lima con el mismo aparato anunciándolo también como Biógrafo París o Biógrafo Parlante en 1906. Cumplida la temporada limeña, se dirige al norte hacia Guayaquil-Ecuador en junio del mismo año. Según Wilma Granda (1984), “...la empresa de los Hermanos Casajuana llegó a Guayaquil en junio de 1906. Trajo un gramófono Gaumont con el que presentó vistas móviles y parlantes de dramas, zarzuelas y comedias, entre ellas: El desertor, El país de carbón y un sinnúmero de vistas cómicas....¨. Cumplida la gira La Paz-Lima-Guayaquil, Casajuana reorganiza el eje de sus operaciones e instala su empresa en Lima. Emprende la difusión a ciudades del norte del país y organiza temporadas nuevamente hacia Ecuador y Bolivia.

Juan Armengol, ingeniero electricista quien tuvo a su cargo la iluminación del Paseo Colón, propietario de la Compañía Internacional Cinematográfica (CIC), señala en avisos publicados en El Comercio, en 1911, el inicio de actividades. En los mismos avisos, anota que viene de trabajar “exitosamente” de Bolivia en temporadas precedentes.

La empresa argentina Casa Lepage, fundada alrededor de 1890, por el barón belga Enrique Lepage y en donde trabaja el futuro distribuidor Max Glucksmann, cumple un importante papel en los primeros anos de difusión del cine. La casa Lepage importa desde 1900 equipos de proyección de Europa Es posible que muchos de estos equipos fueran adquiridos, en Lepage o con Figner, por empresarios particulares y/o empresarios teatrales, circenses y circularan por los distintos pueblos latinoamericanos, de sur a norte, como lo hacían las trouppe.

Por otro lado, tenemos que desde Lima se inician rutas de difusión e inicio de circuitos de exhibición-distribución de aparatos y películas a partir de 1907 hacia Ecuador, Chile y Bolivia cuando se crea la Empresa del Cinema Teatro según se expresa en los anuncios publicitarios de la empresa publicados en diarios y revistas limeños de la época.

De los pioneros Casajuana y Armengol y, otros que no conocemos el nombre, queda pendiente esclarecer el origen de la licencia de explotación y territorios de influencia de los aparatos utilizados. No hemos encontrado ninguna pista que nos ayude a esclarecer la pregunta. Es posible que la hayan obtenido directamente de las casas matrices: Lumière, Edison, Pathé, etc., pero también es probable que los hayan adquirido de “otros” difusores.

Es frecuente encontrar en diarios limeños avisos que ofrecen la venta de aparatos y películas “en perfecto estado”. El cine resultó un negocio fácil que reportaba ganancias superiores a la inversión realizada; la “novedad” el ofrecer un “programa nuevo” fue una condición inherente a las expectativas comerciales. Esto hizo que los difusores una vez concluida la “temporada” partieran a otras ciudades y/o vendieran el aparato y lote de películas que es adquirido por un nuevo propietario que inicia una nueva ruta de exhibición.

 

VIOLETA NÚÑEZ es licenciada en Historia por la Universidad de Lima (Perú).
Autora del libro El cine mudo en Perú (1994), ha publicado diversas investigaciones sobre el cine de su país. Actualmente trabaja sobre los primeros años de la distribución-exhibición del cine en Lima, que también verá la luz como libro.

e-mail: violetanunez@yahoo.com