Por LUIS ANTONIO SANZ VALENTÍN

 

T. O.: Apocalypto. Producción: Touchstone Pictures/Icon Productions (EEUU, 2006). Productores: Mel Gibson y Bruce Davey. Director: Mel Gibson.Guión: Mel Gibson y Farhad Safinia. Fotografía: Dean Semler.Montaje: John Wright. Dirección artística: Roberto Bonelli.
Diseño de producción: Tom E. Sanders. Vestuario: Mayes C. Rubeo. Música: James Horner.

Intérpretes: Rudy Youngblood (Zarpa de Jaguar), Dalia Hernández (Siete), Morris Birdyellowhead (Cielo de Sílex), Carlos Emilio Báez (Paso de Tortuga), Jonathan Brewer (Flojo), Raoul Trujillo (Cero Lobo), Gerardo Taracena (Middle Eye), Rodolfo Palacios (Tinta de Serpiente), Fernando Hernández Pérez (sacerdote maya).

Color - 139 min. Estreno en España: 19-I-2007.

 

Desde su segundo trabajo como director, en Braveheart, Mel Gibson se ha revelado como un autor de talento creativo e innovador, que convierte cada una de sus obras en toda una epopeya. Si entonces su principal aportación a la historia del cine lo constituyó una magistral recreación de la lucha en el campo de batalla, ahora, en Apocalypto, nos sorprende con una técnica y unos recursos originales e innovadores.

Estas características constituyen toda una paradoja en relación con un guión que no sólo es enormemente sencillo, sino que responde, sobre un escenario diferente, a las líneas maestras de cualquier otra historia de amor y lucha. Pero, frente a esta sencillez argumental, Apocalypto encierra una obra cautivadora e innovadora.

El primer elemento innovador de esta película lo encontramos en su estructura como creación artística, alejada de los modelos habituales sobre los que se levanta la obra cinematográfica. La historia que en ella se narra se presenta como carente de elaboración y construcción pues, muy al contrario de la técnica normal de todo film, Apocalypto irrumpe y penetra, a modo de documental, en la vida de unos personajes y en una trama dada, que parece surgida de forma espontánea, a través del comportamiento de sus protagonistas y del transcurso de los acontecimientos.

 

 

Más innovador resulta aún el papel que el espectador asume en la obra, ya que ésta lo transporta por completo, arrebatándolo de su butaca y arrojándolo a la gran pantalla. Mel Gibson concede al espectador lo que el cine en tres dimensiones o la ciencia misma nunca han conseguido: el don de asistir a la historia que se desenvuelve delante de él y de formar parte de ella, como si se fuera el aire o el paisaje por el que aquélla transcurre, viajando a sí a través del espacio y del tiempo. Para ello, la cinta apela a los cinco sentidos del espectador, y éste ve, oye, siente y se le implica emocional y sentimentalmente.

Igualmente innovador es el modo en que se presenta el trasfondo de la obra, en la medida en que en ella no existe una reflexión o un mensaje que se desarrolle de forma paralela al transcurso de la película, formando parte de su argumento, y que por ello responda a una tarea de elaboración. La acción se presenta tal cual es, fríamente, sin reflexiones que encuadren la obra bajo uno u otro esquema metafísico.

Existen, no obstante, ciertos elementos que contribuyen a dar a la acción un sentido trascendente, y que, como pistas, emergen de la propia trama: la profecía que revela la suerte de la civilización maya, o la narración con la que un anciano ameniza la velada nocturna de la tribu, preguntándose, al final, qué es lo que colma el corazón del hombre, cuando éste posee todas las cualidades de los animales. Tampoco puede olvidarse la cita con la que se inicia la película, del historiador Hill Durant, y que juega un papel clave a la hora de desentrañar el sentido de la obra: “Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro”.

Sobre esta asepsia narrativa, que convierte a la cámara digital de alta definición en asistente muda de los acontecimientos, se esconde un trasfondo de una riqueza poco usual, presentado siempre de modo alegórico.

El aspecto trascendente más visible de la obra, en torno al cual giran los demás, se refiere al declive de una civilización cuyo bienestar, seguridad, riqueza y prosperidad se asientan y garantizan sobre la esclavitud y el sacrificio de los semejantes. La imagen del arrabal de la imponente ciudad maya, atestado de cadáveres sacrificados en pos de la consecución de ese bienestar y prosperidad, constituye una acertada y precisa alegoría de muchas sociedades modernas.

 

 

La cinta ofrece también una singular panorámica acerca de la utilización y explotación del pueblo por parte de sus dirigentes, que se sirven de la ignorancia de aquél para manejarlo a su antojo e interés, al abrigo de fenómenos y magnitudes desconocidas.

Otro importante elemento trascendente lo hallamos en la incidencia que muestra el film en el predominio del mal, en la crueldad de unos hombres para con otros, y en la sensación terrible de que es imposible e inútil escapar de ese mal y esa crueldad, que conducen a una muerte segura.

Sin embargo, su elemento trascendente más destacado se encuentra en el mensaje cristiano que encierra y que da sentido a la totalidad de la obra. En la presentación de este mensaje, Apocalypto se revela como la otra cara de la moneda mostrada en La Pasión de Cristo: a la sangre de Cristo, que se derrama salvadora, como ofrenda de amor hacia los demás, se contrapone la sangre de los hombres, que se vierte como garantía del bienestar y la prosperidad propios. Frente a una ciudad y una civilización asentadas sobre el sacrificio por los demás, se erige otra que crece y se extiende sobre un mar de cadáveres.

Como último aspecto, si no innovador, sí original, puede señalarse el carácter atemporal de la obra. En este sentido, sin duda alguna que la elección de la civilización maya como escenario es muy acertada, tanto en relación con el desarrollo de la historia, como con la trascendencia que se desprende de la misma. Se trata de una civilización completamente desaparecida, de la que se desconocen muchas cosas, que alcanzó, en diversos ámbitos, un importante grado de desarrollo, que carece de herederos directos en el presente, y que permite, además, mostrar el tema de los sacrificios humanos en toda su crudeza.

 

 

Aunque la película intenta describir de forma fiel y adecuada esta civilización, recurriendo a las fuentes que proporciona la arqueología, la historia, la literatura, o la etnografía, mostrando su organización social, vestimenta, utensilios, costumbres, etc., no nos hallamos, evidentemente, ante una película de corte antropológico, histórico o etnográfico. Su más acentuado sentido antropológico e histórico forma parte del mensaje principal de la cinta, relativo al sentido de los sacrificios humanos. No pretende por eso describir una civilización concreta, sino un estado de la civilización, presente en muchas civilizaciones antiguas, pero que se reproduce en las sociedades modernas.

Todos estos aspectos innovadores se consiguen a través del hábil empleo de un conjunto de recursos magistrales. Nos encontramos así, en primer lugar, con una acción que se desarrolla de forma completamente lineal, sin que apenas se observen saltos en ella, como si toda la cinta hubiera sido grabada en una única toma continuada, sin montaje alguno. La increíble y desbordante fuerza de las imágenes, lograda a través de un seguimiento milimétrico de la acción, en ocasiones ralentizada, hacen que la historia se cuente, en gran medida, visualmente. El empleo del maya yucateco, un idioma completamente extraño, la presencia de actores desconocidos, la magnificencia y generosidad de decorados, escenarios y vestuario, confieren a la obra un importante ingrediente de exotismo y autenticidad. Por último, la proximidad de los personajes y de sus motivaciones (amor, miedo, cariño, crueldad, coraje, ambición), envueltos en situaciones extremas, hace que nos sintamos identificados con ellos tras los primeros compases de la historia.

A la vista de los resultados alcanzados por Mel Gibson en su última incursión como director, que son fruto de sus apuestas innovadoras y originales, no es descabellado pensar que nos volverá a sorprender de nuevo con una obra en la que se profundice y avance en el empleo de la técnica y recursos que hacen de Apocalypto un hito en la historia del cine