Por ALBERT ELDUQUE

 

 

T.O.: Scoop. Producción: Jelly Roll Productions, Phoenix Wiley Productions, Ingenious Film Partners, BBC Films para Focus Features (Estados Unidos / Reino Unido, 2006). Productores: Letty Aronson y Gareth Wiley. Director: Woody Allen. Guión: Woody Allen. Fotografía: Remi Adefarasin. Diseño de producción: Maria Djurkovic. Montaje: Alisa Lepselter

Intérpretes: Scarlett Johansson (Sondra Pransky), Hugh Jackman (Peter Lyman), Woody Allen (Sid Waterman), Ian McShane (Joe Strombel).
Color - 96 min. Estreno en España: 27-X-2006.

 



“Toda tu vida es un engaño”
(Scarlett Johansson, en Scoop)

Este verano Woody Allen ha sido noticia en España. El rodaje de su película en Barcelona y Oviedo ha recibido una gran atención de los medios de comunicación y, a la vez, ha levantado críticas de todo tipo entre los ciudadanos. Entretanto, y a la espera del estreno de Cassandra’s Dream y del proyecto español, podemos fijarnos en su segunda película británica, Scoop, que precisamente nos habla del mundo del periodismo y la búsqueda de la primicia.

Scoop explica las aventuras por las que pasa la joven estudiante de periodismo Sondra Pransky (Scarlett Johansson) para desenmascarar al rico heredero Peter Lyman (Hugh Jackman) y acusarlo del asesinato de varias prostitutas. Su fuente de información es el periodista fallecido Joe Strombel (impagable Ian McShane), que camino del infierno consigue la información y con puntuales escapadas de la laguna Estigia guía a la chica para que descubra al asesino y, más importante todavía, publique la noticia. Sondra, con la ayuda de un mago en horas bajas, Sid Waterman (Woody Allen), planeará un romance con Lyman para conseguir las pruebas.

A partir de su encuentro, la pareja formada por Sid y Sondra entrará en un proceso de investigaciones y pesquisas que conllevará también su conocimiento mutuo y, en el caso del mago, la recuperación de unas emociones que la rutina había sepultado. Con ecos de la screwball comedy de Hawks y referencias a clásicos del cine de misterio o suspense (el 'leit-motiv' de M, el vampiro de Düsseldorf o el vaso de leche de Recuerda), Allen revisita nuevamente un género mixto entre la comedia romántica y el cine negro que tiene su referencia clásica más conocida en la serie protagonizada por William Powell y Myrna Loy en los años treinta. El director neoyorquino ya cultivó esta conjunción de peleas de pareja y pesquisas detectivescas en Misterioso asesinato en Manhattan y La maldición del escorpión de jade, dos revisiones de los géneros clásicos generalmente consideradas obras menores dentro de la carrera del cineasta.

En Scoop, la pareja formada por el propio Allen y su nueva musa Scarlett Johansson retoma el esquema de estas obras anteriores: como en la primera, es la mujer la que empuja al hombre a la investigación criminal, y, de forma parecida a La maldición del escorpión de jade, la relación de amor-odio entre ambos despierta tanto interés como la trama de misterio. A pesar de ello, aquí se hacen pasar por padre e hija y Allen deja la historia romántica en manos de actores más jóvenes, como ya hizo en Todo lo demás, hasta ahora su última película como director en la que había asumido un papel.

 

 

A pesar de ello, Sid y Sondra actúan en pareja porque son dos extranjeros en un mundo que no conocen, el de la clase alta inglesa, con sus mansiones, jardines y protocolo social. Ambos son americanos en un Reino Unido que ven desde fuera, del mismo modo que Allen no puede conocer tan bien los barrios londinenses como las calles de Manhattan. Esta mirada externa, que ya se producía en Match Point con un profesor de tenis irlandés y una aspirante a actriz americana, supone una muestra de sinceridad por parte del director neoyorquino y una posibilidad de contemplar la clase alta británica desde fuera.

La visión que tiene Allen de este universo ajeno a él es el principal nexo entre sus dos películas británicas. En ambos casos se trata de una clase social cerrada, a la cual sólo se puede acceder mediante el amor o el sexo, y que no duda en eliminar cualquier elemento que pueda desestabilizarla. Tanto en Match Point como en Scoop, la mujer que amenaza con hablar demasiado es brutalmente asesinada, ya que su confesión puede poner en crisis la imagen impoluta de la joven aristocracia. Si en el anterior film era la amante que encarnaba Scarlett Johansson, en este caso la víctima es la prostituta favorita del apuesto heredero. De este modo, Scoop conecta directamente con una de las teorías alrededor de la historia de Jack el Destripador, la que asegura que el asesino era un miembro de la familia real que mataba a prostitutas para que no revelaran determinados secretos. Por otro lado, el intento de asesinato en el lago supone otra conexión de las dos películas inglesas con este argumento, porque la imagen remite al clímax de Un lugar en el sol (que a su vez remitía al de Amanecer); y, de hecho, los impulsos sexuales y arribistas que movían al protagonista del film de George Stevens de los años cincuenta son idénticos a los que gobiernan Match Point.

Llegados aquí, cabe preguntarse por qué Allen insiste en hablar de la aristocracia inglesa en sus dos películas británicas, abandonando las clases medias que caracterizan el resto de su obra. Si esto se extiende a su tercer film europeo, Cassandra’s Dream, esta trilogía corre el riesgo de convertirse en reduccionista y tópica, como tópico es el gag de la conducción por la izquierda, que acaba provocando la muerte de su personaje. Esto reafirma que la visión del director es la de un extranjero, a pesar que en su tratamiento de Londres renuncie, afortunadamente, a las postales y los emplazamientos turísticos.

Si la clase social tratada es un nexo de unión evidente entre Match Point y Scoop, también en ambos filmes el azar y la mentira se convierten en determinantes de la trama. Si en el primer caso se insistía en el factor suerte, Scoop es una película sobre la mentira. En una de las primeras secuencias, cuando el mago pide a Sondra que suba al escenario, ésta denota inexperiencia y timidez; más adelante, cuando seduzca al joven heredero, se verá forzada a representar un papel y mentir, debatiéndose finalmente entre sus sentimientos hacia él y la investigación criminal que lleva a cabo. Si en Match Point Scarlett Johansson encarnaba a una aspirante a actriz, aquí se convierte en una a la fuerza, obligada a llevar a buen puerto una relación amorosa construida sobre la mentira. El cúmulo de falsedades se incrementa si pensamos que estas mentiras se dicen en un contexto aristocrático, mundo que, para el director, se oculta bajo una gruesa capa de hipocresía social.

Más radical es el papel de Woody Allen, un mago cansado de su oficio que, contrariamente al personaje femenino, no puede huir de su condición de charlatán y constantemente saca los naipes en sus conversaciones; de hecho, cuando asuma el papel de padre de la chica no podrá evitar creerse su rol y se considerará su progenitor real. Pero para profesionales obsesivos, que incluso muertos no paran de trabajar, preferimos a Joe Strombel, el periodista que ayuda a la joven aprendiz con puntuales apariciones en el mundo de los vivos. La interpretación de Ian McShane es perfecta para el papel y se echa en falta un mayor número de secuencias con este personaje, que es quien origina el relato, la búsqueda de la primicia (scoop), el que provoca el arranque de este homenaje de Allen al periodismo de investigación. Ahora bien, si se trata de una película sobre la mentira, ¿podemos decir que ésta se extiende al mundo del periodismo? En este caso, y considerando lo que el director ha dicho al respecto, creemos que Scoop habla de la actitud obsesiva de los periodistas, de sus métodos poco éticos, pero no del sensacionalismo charlatán ni de la influencia política en los medios. La crítica, pues, no van tan lejos como podría haber ido.

Aparte de las múltiples semejanzas, Scoop es una película muy diferente de Match Point, especialmente en el tono. Se trata de un film más luminoso y relajado, sin la densidad trágica operística de su predecesora ni su sutil ironía. De hecho, el cambio de registro recuerda al de inicios de los noventa con Misterioso asesinato en Manhattan, de la que el propio Allen comentó a Stig Björkman: “Me parece una empresa poco ambiciosa. Me parece una película trivial, pero para mí divertida. Es algo así como darme a mí mismo una pequeña recompensa persona” (cfr. Woody por Allen, Barcelona, Plot, 1995, p. 199). En ese momento, el director neoyorquino venía de hacer Maridos y mujeres, y con esta comedia policíaca relajó los problemas de los personajes y la trama. Con Scoop, Allen ha hecho la misma operación de equilibrio, aunque con resultados bastante peores en la creación de los gags; valga como ejemplo el previsible desenlace después del intento de asesinato, o el tratamiento superficial del infierno, muy inferior al de Desmontando a Harry.

Hace dos años, con Melinda y Melinda, Woody Allen hablaba de las dos caras de la moneda del arte, una trágica y otra cómica. Match Point y Scoop forman parte de la misma moneda, pero en este caso la cara trágica tiene un peso relativamente importante, mientras que la cómica debe permanecer como una de las propuestas más ligeras y fallidas en la filmografía de Allen de los últimos años.