ROSENSTONE, Robert A.
History on Film/Film on History
Harlow: Pearson Longman, 2006, 182 pp.
Colección History: Concepts, Theories and Practice

Por JUAN VACCARO

 

Resulta un gran placer poder realizar la reseña de la última obra de uno de los primeros espadas en las relaciones Historia y Cine. History on Film/ Film on History es la nueva aportación de Robert A. Rosenstone a este campo. Recordemos que este afamado investigador norteamericano, profesor del California Institute of Technology, es uno de los teóricos más importantes y audaces en un marco que ha sido, y es, fuente de controversias entre historiadores. Vale la pena apuntar aquí, que el autor de El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de la historia (Barcelona: Ariel, 1997) es de los pocos que conoce a ciencia cierta el Cine y la Historia; puesto que además de su labor de profesor e investigador en el marco de la Universidad, se suma su trabajo como asesor histórico de filmes como Rojos (Reds, Warren Beatty, 1981), basado en su obra Romantic Revolutionary; The Good Fight: The Abraham Lincoln brigada in the Spanish Civil War (Noel Bucker, 1984); y Darrow (John David Coles, 1991). Así pues, nos encontramos ante un libro que promete, pero que por desgracia no cumple las expectativas que, por lo menos a mí, había generado.

 


Rosenstone divide su trabajo en tres partes claramente diferenciadas. La primera sería el primer y segundo de los nueve capítulos que componen el libro, donde nos realiza un recorrido por las últimas aportaciones en las investigaciones sobre Historia y Cine, y donde también describe, de manera breve, el contenido del libro. En este capítulo, Robert A. Rosenstone defenderá la importancia del cine dentro del discurso histórico actual.

We want our deep interest in and caring for the past to be expressed in forms congenial to both a contemporary sensibility and to intellectual systems consonant with our era. (p. 3)

En un tiempo de modernidad, el cine es para Rosenstone una nueva manera de ver la historia, de hacer historia, con sus pros y contras. Los siete capítulos restantes de la obra son el corpus del trabajo y forman la segunda parte de éste, que se remata con una excelente guía bibliográfica comentada sobre las obras más importantes y recientes sobre Historia y Cine, tercera parte del libro. En el segundo capítulo de History on Film/Film on History, el autor nos habla de los tipos de filmes en función de su contenido histórico: el drama tradicional, el drama innovador y el documental. Para el autor los dramas tradicionales son aquellos en los que la acción del filme se sitúa en un determinado momento histórico, en el que acontecen las aventuras de los protagonistas. La Historia es un mero elemento de la cinta; no es la protagonista, no se realiza ningún tipo de análisis de la época. Aun así, este tipo de películas tienen una gran importancia, puesto que llegan al público y son capaces de generar una cierta polémica entre éste y los especialistas. Sería el caso, por tomar un ejemplo al azar, de Gladiator (Ridley Scott, 2001), La misión (The Mission, Roland Joffé, 1986) o los filmes de D. W. Griffith.


Los dramas o filmes innovadores son aquellos en los que el director de la película ofrece un discurso histórico, una interpretación, ya sea de un personaje o unos hechos determinados. En estas cintas el director se erige en historiador. Suelen ser cintas que no provienen de Hollywood y ofrecen un discurso alternativo, alejado del mainstream y más cercano a una vocación radical. Shoah (Claude Lanzmann, 1985) o los filmes históricos de Roberto Rossellini serían un buen ejemplo de este tipo de cine, donde el tratamiento cinematográfico atrevido es siempre parte importante e integrante de su discurso fílmico; como revela en un posterior análisis de la obra de Oliver Stone y, en especial, de JFK (1991).


El documental cerraría la trilogía de filmes históricos. Como bien dice Robert Rosenstone, este tipo de películas son aceptadas como testimonio de la Historia por los historiadores ajenos al uso del Séptimo Arte como herramienta de investigación. Sin embargo –y he aquí una de las ideas más atractivas del libro– no están tan alejadas del filme de ficción como muchos creen. El uso del montaje, las secuencias recreadas, la narración cronológica y otros elementos hermanan a documentales y filmes de reconstrucción. A diferencia de sus obras anteriores, es de agradecer el espacio que dedica Rosenstone a este género, tan en boga últimamente. El autor, amén de ofrecer el estudio de estos tres géneros filmico-historiográficos, nos hace una defensa del director como historiador, en la persona de Oliver Stone; además de realizar un excelente análisis comparativo entre las biografías históricas y los biopics, llamados por él –acertadamente– biofilms.


En todo momento el autor deja bien claro que Cine e Historia tradicional son complementarios; pero no podemos, ni debemos juzgar la obra cinematográfica con el mismo rasero que la escrita. Son medios diferentes, con expresiones diferentes. La gran ventaja del cine versus la obra tradicional es, por encima de todo, el enorme caudal de información que arroja en un breve lapso de tiempo. Rosentone ejemplifica esto con un soberbio comentario de Tiempos de gloria (Glory, Ed Zwick, 1989). Película sobre una unidad de soldados afroamericanos durante la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) que ofrece no sólo la historia de un hecho de armas de dicha unidad, sino una excelente información sobre la sociedad de la época, el sentir de los afroamericanos en el frente, los uniformes y armas del Ejército de la Unión, un retrato del oficial al frente del Regimiento, etc. Cierto es, que no hay un análisis de las causas de la guerra o la economía del momento, pero a lo largo del filme hayamos pistas de éstos y otros aspectos, ya sea mediante conversaciones o incluso breves planos descriptivos. Rosenstone a lo largo de la obra valora el Cine como nueva fuente de historia:

Given a society in which reading, particularly serious reading about the past, is increasingly an elitist endeavour, it is possible that such history on screen is the history of the future. (p. 132)


No obstante, esta defensa a ultranza del Cine como fuente posmoderna para la Historia, y las continuas alabanzas del medio cinematográfico como paradigma de la modernidad, choca con la elección de filmes y temas del autor. Robert A. Rosenstone recurre una y otra vez a las mismas cintas en todos sus libros: Octubre (Oktobyar, Sergei M. Eisenstein, 1928), Sans Soleil (Chris Marker, 1983), Tiempos de gloria, JFK, etc. Es más que sorprendente que la era digital no haya llegado a un historiador que no cesa de utilizar palabras como posmodernidad, New History o futuro. La irrupción del DVD y sus posibilidades, especialmente la obertura hacia nuevas y desconocidas filmografías, abren un sinfín de posibilidades a los historiadores interesados en la representación de la Historia en el Cine. Rosentone se queda en la Revolución Rusa y Octubre o la muerte de Kennedy y JFK. ¿Qué hay de los problemas de Oriente Medio y el cine? ¿Y la caída del muro de Berlín? ¿Y el mundo tras la Guerra Fría? ¿Y el cine asiático, con China a la cabeza, preocupada por las relaciones Tradición/Modernidad? Por no hablar de los continuas citas a sí mismo y su trabajo en la industria del cine, comentado en sus anteriores libros y que se vuelve a repetir aquí.

Para finalizar, llama la atención que el maestro Rosentone hable de que el Cine aporta algo nuevo al discurso histórico, a nuestra manera de entender la historia; y en ningún caso deje claro que es ese “algo”: ¿frescura? ¿originalidad? ¿nuevas interpretaciones? En todo momento queda claro que el cine es un medio diferente, al que no podemos evaluar igual que a un libro o a un legajo del siglo XVII; pero el autor apenas da pistas sobre cómo debemos leer una obra cinematográfica para darle validez histórica. En muchos casos, la interpretación histórica que éste realiza de determinadas películas es simplemente una descripción de lo que se narra en la pantalla, pero no de cómo se narra o de porque se narra de una manera determinada.

Con todo, History on Film/Film on History no es un mal libro, sino una obra reiterativa –ideas que se repiten a lo largo de la obra o que se han enunciado en libros publicados con anterioridad, o el caso del último capítulo del presente trabajo, casi una copia del primero– que aporta pocas novedades a nuestro campo y al trabajo del propio Rosenstone, más capaz de lo que demuestra aquí. Por lo menos nos queda el consuelo de que vuelve a ofrecernos una nueva muestra de su estilo ágil y punzante, aunque algo menos impactante que en anteriores ocasiones, donde fondo y forma congeniaban de manera excelente.