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En primer lugar, los textos establecen un puente familiar entre generaciones y dirigen conscientemente el recuento histórico a los hijos/nietos. La búsqueda del padre por el hijo o la hija, o la mirada del nieto o la nieta sobre el abuelo son canales nostálgicos de memoria en la medida en que proveen una manera, aunque dolorosa (algia), de volver a la casa paterna (nostos), para rescatar del olvido e interpretar el pasado y convertir la memoria en acción utópica. De esta manera se efectúa una reconceptualización que problematiza los conceptos de Historia (con mayúscula) e historia, memoria y representación, en la que la nostalgia no se concibe como un concepto opuesto a la utopía, sino como una forma de memoria implicada en la propia construcción de la utopía. El auge memorialista quiere, en principio, activar el despertar de las conciencias dormidas para que asuman posiciones comprometidas y utópicas en una época aparentemente post-utópica. El pensamiento utópico ha experimentado un cambio de énfasis que va de la proyección futura a la dialéctica del recuerdo, de un objetivo futurista a uno memorialista (Huyssen 87-88). Este cambio de énfasis es perceptible en los textos de Cercas y Trueba.
En segundo lugar, estos textos se centran en la figura del soldado anónimo y prestan un renovado interés a sus "insignificantes" acciones comúnmente relegadas por la historiografía, dando prioridad a lo personal por encima de lo político o ideológico. La ética de estos textos incluye la (re)definición del concepto de utopía y la (re)interpretación nostálgica del heroismo como acción exenta de ideologías y partidismos. Asimismo, se reivindica el sentimiento como un recurso válido para reflexionar sobre la historia, la cual es sustituida por la experiencia personal. La ficción resulta más apta que la historia para representar la realidad y la sublimación estética la mejor forma de explicarla.
El diálogo intergeneracional constituía ya el marco argumental y formal de Land and Freedom, lo cual invita a establecer una conexión intertextual entre el film de Ken Loach y los textos de Cercas y Trueba. La peripecia del protagonista, el brigadista inglés David Carr, y sus compañeros milicianos durante 1936-1937, se desarrolla en flash-back y desde la perspectiva de su nieta, que en 1995 descubre “las ruinas” del pasado de su abuelo en una maleta encontrada a la muerte de éste. En ella han quedado resguardados del tiempo y del olvido y a modo de memento la correspondencia que Carr mantuvo con su novia inglesa desde el frente español, recortes de periódicos y documentos de la época, y su pañuelo rojo de anarquista que contiene un puñado de la tierra de Aragón donde el brigadista luchó por la libertad. Loach transfiere el punto de vista, y por tanto la identificación espectatorial, a la figura de la joven, cuya responsabilidad es interpretar la memoria de su abuelo. De este modo, el texto fílmico se construye en torno a una constante fluctuación entre el registro autobiográfico del brigadista y la mirada de la nieta, que filtra el testimonio de éste al leer, reunir, ordenar y seleccionar los materiales encontrados. La labor de la nieta reproduce la del director en su rol de historiador de la cultura popular quien, según Benjamin, es un compilador y montador de fragmentos y detalles generalmente ignorados o desconocidos. Su labor consiste en excavar, archivar y (des)contextualizar las ruinas y “la basura” del pasado, para así reivindicar a los perdedores de la historia a quienes como muertos vivientes se les ha negado la memoria. El trabajo de contextualización, montaje y edición de los recuerdos del abuelo es transferido a la figura de la nieta, representante de la generación futura, quien debe negociar la transferencia, asumir el legado y emprender la reparación histórica.16