"Como en los viejos tiempos; mitad para ti... y mitad para mí."
"¡¡¡Rubio, Rubio…!!!" le suplica Tuco, pero Rubio le responde fríamente mientras lo deja abandonado en aquella horca improvisada sobre una cruz de madera "Lo siento, Tuco". Cuando todo parece indicar que Tuco morirá abandonado en medio de aquel desierto, Rubio se para y desde una gran distancia, con un único y certero disparo, rompe la cuerda que rodeaba el cuello de Tuco. Éste cae violentamente al suelo muy cerca de su parte del botín y completamente desgarrado grita "¿Sabes de quién eres tú?.... ¡Eres un hijo de mil padres...!, ¡hijo de…!" Los apoteósicos acordes de Morricone no nos permitirán escuchar esa última palabra que todos intuimos.

Con esta escena se daba por concluida lo que no tardó en llamarse como la trilogía de dólar. Aquellos tres films elevaron a un género y especialmente a un director al Olympo de nuestro recuerdo colectivo.

Este nuevo libro del doctor Rafael De España, que ya nos adentrara tiempo atrás en otra visión a la italiana con su libro El Peplum: La antiguedad en el cine (Barcelona: Glénat, 1998), nos propone un paseo por aquellos días (años) de desérticos parajes, de sanguinarios bounty killers y enigmáticos héroes casi apocalípticos. (Después del peplum y del spaghetti, ¿estará pensando en completar su propia trilogía con el sangriento giallo?).

Como podremos comprobar desde sus primeras páginas, no nos encontramos, ni mucho menos, ante un nuevo análisis de aquel mondo leoniano iniciado con el peplum (bastante hispánico, por cierto; desde Procusa a Fernando Rey) Gli Ultimi giorni di Pompei (1959) y finalizado con su magna epopeya americana de Once Upon a Time in America (1984). Desgraciadamente, allá por 1989, un traicionero infarto de corazón impidió (quizás) al director romano llevar a la gran pantalla un proyecto sobre el sitio de Stalingrado que hubiera sido apoyado por el entonces perestroiko Gorbachov. Viendo la carrera del realizador y sobre todo intuyendo ese continuo afán obsesivo de superarse con algo más grande todavía, nos gusta creer, que de haberse realizado, estaríamos ante un film monumental, enorme… ¡qué lastima!

Este mondo leoniano tendrá reservada su parte dentro del libro, pero debemos pensar en Leone más como causa y no como efecto de aquel Spaghetti Western, y de esta forma lo veremos enfocado en la obra. Desde el estreno de Per un pugno di dollari (1964) hasta 1978 hubo una época dorada del western europeo. Después del rutilante éxito, vendría la saturación y finalmente la degeneración, una decadencia que tendió a la autoparodia a lo trinidad o a los engendros simbióticos entre colts humeantes y patadas de kung-fu, pero fue, sin duda, una época dorada que desde las áridas tierras de Almería al familiar Esplugas City forman parte de nuestra historia cinematográfica y de nuestro romántico recuerdo.

Para dar fe de esta amplitud, el libro arranca con un interesante análisis de lo que podríamos llamar la protohistoria del género, donde el papel de lo spanish será más que importante. Así, el autor recuperará del olvido anglosajón -tan leoniano que casi ni se acuerda de ellos- al dueto formado por el madrileño Romero Marchent y el productor Eduardo Manzanos. El primero por sus zorros y coyotes; el segundo, por su visión o riesgo empresarial -¡Menudo loco!, debían pensar aquellos compañeros de profesión que lo vieron construir su Hoyo de Manzanares mientras continuaban beneficiándose de las comedietas vacuas que estaban tan de moda.

El autor destacará también, en su justa medida y creemos que muy acertadamente, las adaptaciones alemanas de las novelas de Karl May. Y decimos que acertadamente porque somos de la modesta opinión que aquella tipología de westerns rosas están más cerca de las posteriores hazañas de la familia Ingalls en su verde pradera, que a la visión decadente y amoral de los Leone, Corbucci o Tessari. ¡Western…, sí!, pero Spaghetti…, ya tenemos nuestras dudas.

Dentro de esa génesis debemos destacar también, y con mayúsculas -dentro de la obra así se hace- el descubrimiento de los enclaves almerienses, nuestro Monument Valley particular (ALMERÍA), que además era bueno, bonito y barato.

Pero evidentemente, algo debió cambiar con la aparición de la oronda figura de Sergio Leone. Las vicisitudes de aquel bautismo leoniano con Per un pugno di dollari son tratadas de forma amplia pero sin perder la perspectiva general de ese Western Mediterráneo que apunta el título de la obra. Aun así, y con numerosos apuntes documentales, podemos leer -y algunos sorprenderse al descubrir- como aquel éxito descomunal vino un poco de rebote. Una santa carambola que permitió el descubrimiento de un desaliñado Clint Eastwood para el papel del Manco, o la recuperación para Per qualche dollaro in più (1965) de Lee Van Cleef cuando este estaba más que retirado y ganándose unos dólares pintando... lienzos, claro está. Con estos dos films, pero sobre todo tras el segundo, el fenómeno Leone fue creciendo entre el público y la crítica de medio mundo como la espuma, hasta llegar a su magna Il Buono, il brutto, il cattivo (1966); nos quedábamos sin el magnífico Volonté pero se ganaba un no menos espléndido Eli Wallach. El ciclo se cerraba de manera insuperable.

A partir de entonces, y simplificando lo sucedido, si Leone había copiado, revertido y redefinido los cánones clásicos del western americano (sin olvidarnos del affaire Kurosawa y el chollo que esto supuso para la Toho), ahora todos copiarán sin ningún rubor lo establecido por Leone. Aparecerían así, lo que podríamos llamar como los hijos de Leone, que para el propio director (y según palabras suyas) serían hijos de algo bastante peor.

Pero reseñar este libro y hablar únicamente de que si Leone esto o Leone lo otro no haría mínima justicia a una obra que sin duda va más allá. Va mucho más allá, desde la original metodología que nos permite adentrarnos sin calzadores discursivos a las sagas de Ringo, Django o Clint, a directores como Corbucci -¡que buena Il grande silenzio! (1968)- o Sollima -hay que destacar Faccia a faccia (1967)-, pasando por los zapata westerns con su abanderada Yo soy la revolución Quien sabe?(1966) de Damiano Damiani y sin olvidarnos finalmente de las recurrentes parodias que auguraban la muerte del género a finales de los 70. En torno a 1978, y como el propio autor afirmará el ciclo como tal puede darse por concluido.

Asímismo, interesantes (y muy divertidos) son los originales intermedios ("Americanos en Roma" y "Un poco de arqueología") que el autor utiliza para comentar tanto el fenómeno de la americanización nominal, tan recurrente en los films de este género, como los enclaves más famosos de nuestra geografía que sirvieron para el rodaje de la mayoría de aquellas películas.

Para concluir, nos gustaría destacar la aportación de una importante filmografía cronológica, que sin llegar a ser definitiva, como el propio autor reconoce, se agradece por su extensión y rigor. Estamos, por tanto, ante un libro más que recomendable, no sólo para la legión de fans de este universo fílmico, sino también para aquellos lectores que estén dispuestos a invertir alguna de sus valiosas horas en una erudición (algo) alternativa.

A mí personalmente, me han entrado ganas de volver a ver La muerte tenía un precio. Llegar a casa silbando la melodía de Ennio Morricone, desempolvar una vez más aquel poncho mejicano que tenía casi olvidado y batirme en duelo por enésima vez con El Indio Volonté. En esta ocasión, espero ser yo el más rápido, aunque sólo sea con el mando de mi DVD.

 


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