50º FESTIVAL INTERNACIONAL

DE SAN SEBASTIÁN

 

MARÍA PILAR RODRÍGUEZ


El Festival Internacional de Cine de San Sebastián (Donostiako 50. Nazioarteko Zinemaldia) celebró su 50ª edición del 19 al 28 de septiembre de 2002, y las bodas de oro de este encuentro lucieron con brillantez. Más de doscientos mil espectadores acudieron a las trescientas treinta y tres películas proyectadas; participaron mil setecientos invitados de ciento cincuenta y dos países y mil cuatrocientos periodistas de todo el mundo, en uno de los años de mayor participación en el certamen en todos los ámbitos. Y lo que es más difícil, al concluir el Festival existía un acuerdo casi unánime en definir esta edición como "memorable", "redonda" y "emocionante", dentro de una de las jornadas más ricas y coherentes que se recuerdan del festival.

Se destacaba especialmente la cuidada selección de películas que competían por la Concha de Oro en la Sección Oficial y la amplitud de perspectivas multiculturales ofrecida a la audiencia en la Sección Zabaltegi en su doble vertiente: por un lado el apartado "Perlas de otros festivales", que presenta una selección de las obras más interesantes proyectadas en los festivales de Sundance, Berlín y Cannes, y por otro, una muestra de primeras o segundas películas con miradas distintas sobre el cine y la realidad en sus múltiples manifestaciones. Las retrospectivas se centraron en esta ocasión en las producciones cinematográficas de Michael Powell, Volker Schölondorff y Francis Ford Coppola, acompañadas de una serie de excelentes publicaciones editadas por la Filmoteca Vasca-Euskal Filmategia (Michael Powell & Emeric Pressburger: flechas del deseo y Volver Schlöndorff y sus películas), que se pusieron a la venta con tal motivo.

En este Festival, repleto de jornadas del mejor cine, se realizó un esfuerzo especial al recopilar en la sección denominada "50 de los 50" una serie de títulos míticos de la década de los cincuenta, comenzando por Eva al desnudo (1950) de Mankiewicz, y terminando con Sombras (1959) de Cassavetes, sin que faltaran títulos tan emblemáticos como El crepúsculo de los dioses (1950) de Billy Wilder o nuestra entrañable Bienvenido Mister Marshall (1952) de Luis García Berlanga. Resulta admirable observar la presencia de numerosos jóvenes en las salas donde se proyectaron las películas correspondientes a esta sección, lo que demuestra la curiosidad y el empeño que muestran por conocer obras distanciadas en el tiempo pero que reconocen como clásicas y desean explorar. Para concluir, la sección "Made in Spanish" volvió a reunir al cine de América Latina o centrado en la comunidad latina junto con obras extraídas del habitual escaparate del cine español. También quiso sumarse la Filmoteca Vasca a la presencia de estas producciones con la presentación de un tercer libro editado para la ocasión y titulado Construyendo el cine (latinoamericano).

Fue un alivio para su director, Mikel Olaciregi, el comprobar la tranquila marcha de los acontecimientos; no olvidemos que el año pasado el inicio del Festival se vio empañado por la negra sombra de los atentados del 11 de septiembre, que provocaron cancelaciones y, si bien la convocatoria no se vio por ello desmerecida, sí se pudo apreciar un cierto nerviosismo en el ambiente. Todo lo contrario sucedía este año: al buen tiempo reinante en la bellísima ciudad donostiarra, que se supera a sí misma en estas fechas para mostrar sus encantos a los visitantes, se unió la cordialidad y el afán participativo que mostraron tanto el homenajeado con el Premio Especial del 50 Aniversario, Francis Ford Coppola, como los tres actores que recibieron el Premio Donostia: Jessica Lange, Dennis Hopper y Bob Hoskins. Locuaces, tiernos y reveladores de los momentos y transiciones que marcaron puntos importantes en sus carreras, todos ellos dejaron buen sabor de boca tanto en las ruedas de prensa como en las numerosas galas y fiestas en las que participaron. El discurso de Jessica Lange fue especialmente aplaudido, ya que tras recibir el premio a toda su carrera cinematográfica de manos de José Coronado se mostró combativa y comprometida políticamente en su condena de la Administración Bush ("Odio a Bush. Me siento casi avergonzada de ser norteamericana, es humillante"), y del aparato que rodea al mundo de Hollywood ("En Hollywood las películas responden a un solo patrón, en el que yo no encajo. En Europa me he divertido mucho más trabajando porque los europeos, especialmente los británicos, tiene un sentido de la tradición muy genuino").

Para dar mayor relieve a la onomástica del Festival se celebró una fiesta en la Plaza de Toros de Ilumbe, en la que se combinaron la luz, la magia, el teatro, la música y el cine para satisfacer a los ocho mil espectadores que acudieron a este completo espectáculo. Comenzó con la proyección de Encadenados, un documental que daba cuenta de los personajes y los acontecimientos más destacados que se han sucedido durante estas cinco décadas por Donostia. En este contexto Francis Ford Coppola recibió su galardón acompañado por un vídeo que resumió su carrera, con especial mención a la Concha de Oro que recibió en 1969 por Llueve sobre mi corazón, su primer premio internacional. La velada se completó con las actuaciones musicales de Ana Belén, Víctor Manuel, Javier Gurruchaga, Sabina y Amaia Uranga y la propuesta de Alaska como DJ. Decepcionó un tanto esta segunda parte musical, por ser algo más breve de lo anunciado, pero en conjunto el público disfrutó de esta fiesta combinada de actividades diversas. En el apartado de las publicaciones hay que subrayar finalmente la presentación del libro conmemorativo del festival titulado 50 años de rodaje, editado en dos versiones: una en euskera y castellano y otra en inglés y francés, ambas muy cuidadas y con abundante información acerca de las incidencias y los personajes que han marcado el pasado y el presente de este acontecimiento cinematográfico anual.

Y por si fuera poco, al llegar el momento de anuncio de los premios, se produjo lo inesperado: acuerdo casi total entre jurado, crítica y público, lo (casi) nunca visto en el Festival Internacional de San Sebastián. El jurado, presidido por Wim Wenders, y compuesto por Ariane Ascaride, Mariano Barroso, Renato Berta, Mirtha Ibarra, Ángela Pope y el príncipe Chatri Chalerm Yukol, concedió la Concha de Oro a Los lunes al sol, la muy esperada película de Fernando León de Aranoa, que tras los aplausos cosechados en las proyecciones de prensa y de la sección oficial, se había convertido ya en la gran favorita para la mayoría. La gran triunfadora del festival posee todos los ingredientes que se puede pedir a una Concha de Oro: excelentes interpretaciones (Javier Bardem y Luis Tosar están espléndidos en papeles que parecen hechos a su medida), un guión chispeante pero que nunca oculta la profundidad del problema que refleja, un director joven y una necesaria conciencia social. En la película observamos las vidas de unos seres condenados a la amargura del fracaso y a la ausencia de futuro, pero que no por ello, como sucede en la vida real, dejan de reivindicar la dignidad, la lealtad, la amistad y el amor enmarcados en la precariedad de una existencia en la que no se vislumbra la salvación. Sin llegar a constituir una obra maestra (la música podía haberse adecuado de modo mucho más consistente y el tempo fílmico está algo descuidado), Los lunes al sol es sin embargo una excelente pieza fílmica y la concesión del premio fue esta vez del gusto de todos.

Dos premios recibió la que se había convertido en la segunda película favorita de esta edición: Lugares comunes, y fueron el Premio del Jurado al mejor guión, escrito por su director Adolfo Aristarain en colaboración con Katy Saavedra, y la Concha de Plata a la mejor actriz, otorgado a Mercedes Sampietro por su elegante y experta construcción del personaje de Lili. A través de una naturalidad exenta de todo rebuscamiento gestual que se expresa mediante la proyección del afecto contenido, Mercedes Sampietro roza la perfección en esta brillante interpretación. Es Lugares comunes una de esas películas que tras su engañosa simplicidad nos emociona, nos conmueve y nos devuelve la fe en este medio maravilloso. Más discutida fue la concesión de la Concha de Plata al mejor actor al intérprete Liu Peiqi por su trabajo en Juntos. Sin ser desdeñable en modo alguno el buen oficio del Peiqi, la magistral caracterización que lleva a cabo el ruso Oleg Yankovsky en El amante parecía más idónea para este premio. La película recibió una justificada recompensa en forma de Premio del Jurado a la Mejor Fotografía.

La Concha del Plata al mejor director recayó con justicia en el director chino Chen Kaige, por su película Juntos, un magistral ejercicio de filmación y el Premio Especial del Jurado lo obtuvo Historias mínimas, de Carlos Sorín, una deliciosa obra intimista inscrita en un paisaje poético plagado de ansias de libertad. El Premio Nuevos Directores fue para Alice Nellis por Vylet, de la República Checa, el Premio de la Juventud se otorgó a Patricia Cardoso por Real Women Have Curves y el Premio del Público recayó en Bowling for Columbine de Michael Moore.

No es posible en este espacio ni siquiera intentar un somero repaso de las numerosísimas y muy diversas producciones que fuimos viendo en esta 50 edición de Festival Internacional de Cine de San Sebastián, así que sólo se mencionarán aquí algunas curiosidades y ciertas presencias que llamaron especialmente la atención. El director Basilio Martín Patino presentó Octavia, su primera incursión en el cine narrativo tras su retiro de más de diez años dedicado al documental y la experimentación (y él ha dicho que será la última que haga), y aunque fue acogida con cierta frialdad, constituye un ejercicio notable de recuperación de memoria histórica a través de la indagación en el pasado de un hombre y de toda una generación en las zonas oscuras de la vida desarrollada en Salamanca de las últimas décadas. También dentro de la Sección Oficial se proyectó Aro Tolbukhin en la mente del asesino (Agustí Villalonga, Isaac Racine y Lydia Zimmerman), mezcla de ficción y documental que explora de dónde surgen los instintos más destructivos en el ser humano.

Una vez más, las propuestas más originales se enmarcaron en Zabaltegi: All or Nothing de Mike Leigh vuelve a los escenarios a los que nos tiene acostumbrados y retrata a una familia de clase baja, obligándonos a confrontar el dolor de la injusticia social y de las tragedias cotidianas. Stephen Frears ha creado un maravilloso retrato de las penurias a las que están sometidos los inmigrantes en el Londres de Dirty Pretty Things, y Lynne Ramsay construye una película postmoderna en su forma y en su contenido en la innovadora Morvern Callar. En resumen, mucho y muy buen cine nos brindó este festival al que seguiremos acudiendo y al que deseamos mantenga su buen momento en futuras ediciones.

Para concluir mencionar que en este tipo de certámenes descuidamos en ocasiones algunas oportunidades que se nos brindan como parte de la totalidad del evento; mencionaré tan solo un ejemplo a modo de curiosidad que sin embargo no debe pasarse por alto. Hubo en esta edición dos pases, uno reservado para los acreditados y otro abierto al público, de una colección de veintitrés cortos, o "micro-cortos", titulada Cine comprimido, en la que pudimos contemplar obras tempranas de directores y directoras consagrados/as y otras de artistas menos conocidos pero no exentos de valor visual y narrativo. Se trata de parte de un proyecto titulado Notodofilmfest.com y es el festival comprimido en Internet que permite a los usuarios presentar sus trabajos a concurso con la condición de cumplir dos requisitos: un peso máximo de 3,5 Mb y una duración no superior a los 3,5 minutos. La filosofía, según sus creadores, consiste en que cualquiera que disponga de un equipo digital, de una forma muy asequible, y con un cierto talento, se logre transmitir sensaciones y hacer reflexionar del mismo modo que con el cine tradicional. Entre otras se proyectaron Viajes con mi abuela de Iciar Bollaín, Mozart &Salieri de Alex de la Iglesia, Collar de moscas de Bigas Luna, Clecla de Julio Medem, Miedo de Achero Mañas, Gol de Daniel Sánchez Arévalo, Corten de Mario Iglesias, El tipo de Vicente Gómez y Dirigido por de Federico Luppi. Resulta gratificante poder contemplar estas brevísimas obras que tiene muy difícil distribución en los circuitos comerciales fuera del medio para el que fue creado; si bien ya hay más de dos millones de espectadores en Internet a quienes ha entusiasmado esta fórmula.

 

MARIA PILAR RODRÍGUEZ es Ph. D. y Profesora de la Universidad de Deusto. Ha sido profesora en la Universidad de Columbia y acaba de publicar Mundos en conflicto: aproximaciones al cine vasco de los noventa (2002). Enviada especial del FILMHISTORIA Online al 50 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

e-mail: mpr23@columbia.edu

 

www.sansebastianfestival.ya.com/2002/es/index.htm