NUEVE REINAS, UN REFLEJO DE LA VIDA COTIDIANA ARGENTINA

 

T. O.: Nueve reinas. Producción: Patagonik Film Group-Industrias Audiovisuales Argentinas (Argentina, 2000). Productor: Pablo Bossi. Director: Fabián Bielinsky. Guión: Fabián Bielinsky. Fotografía: Marcelo Camorino. Música: Cesar Lerner. Decorados: Marcelo Salvioli. Montaje: Sergio Zottola. Sonido: Osvaldo Vacca. Intérpretes: Ricardo Darín (Marcos), Gastón Pauls (Juan), Leticia Bredice (Valeria), Tomás Fonzi (Federico), Óscar Núñez (Sandler), Ignasi Abadal (Vidal Gandolfo), Cecilia Juárez (Sra. de Sandler), Antonio Lugo (D'Agostino), Alejandro Awada (Washington), Leo Dyzen (Experto filatélico). Color - 114 min. Estreno: 24-VIII-2001.

Frente a una marcada tendencia de un cine argentino comprometido con una misión de crítica social y política, a veces frustrante, este film se presenta como "puro entretenimiento". Quiere dejar de lado la realidad nacional, alejar al espectador de las preocupaciones cotidianas. Ofrecerle ficción de buena calidad. Su temática hace a la vida de todos los días, la que no aparece en los diarios, en la sección policial, robos y hurtos, aunque igual exista. Está representado el ingenio, no el drama ni la amargura. No es casualidad que quiénes financiaron este film sean un grupo de empresas importante: buscan entretener y hacer un buen negocio.
La historia se centra en una dupla clásica: el aprendiz y el experto. La profesión: estafadores. Juan (Gastón Pauls) inicia el film con un intento fallido en un local de una estación de servicio. Allí mismo se encuentra Marcos (Ricardo Darín) que observa y lo salva de aquella situación comprometedora, haciéndose pasar por policía. De ese encuentro surge la posibilidad de un "trabajito" para hacer en el día. Luego cada uno seguirá su camino. Habrá un pequeño entrenamiento y pruebas. Pero nada será previsible: la sorpresa se presentará en cada esquina. Los trucos desconcertarán al mismo mago. La tensión será permanente: porque uno de ellos permanentemente cuestionará la confianza del otro.

A partir de aquí continúa el desarrollo del argumento, de la trama, la intriga principal y sus ramificaciones. En cierta manera se puede decir que el film ya terminó: resta averiguar quién estafa a quién. Desde otro punto de vista, el propiamente cinematográfico, el film recién comienza. No se sabe cómo será el desenlace, una sorpresa. Habrá un despliegue de buen oficio. De técnicas y actuaciones. De encuadres y de ensambles. De asombros. De premios y de aplausos, como coronación.
El gran negocio, hacerse rico en un instante, surge de casualidad (aunque nada lo es) por la llamada de Valeria (Leticia Bredice), hermana de Marcos. Ella trabaja en un lujoso hotel de Buenos Aires. Un viejo socio de Marcos se encuentra allí mismo, un tanto enfermo. Y necesita verlo con urgencia, a pesar de haber sido traicionado por el mismo Marcos hace algún tiempo. Tiene unas estampillas, réplicas de gran calidad, y se las quiere vender a un empresario español (Ignasi Abadal) que está en ese mismo hotel y parte al día siguiente hacia España. Medio millón. El negocio parece fácil. Se complicará cuando unos ladrones en medio de la calle le arrebaten a Juan el maletín con las estampillas...

Narrativamente el espectador es un testigo más dentro del relato, no fuera. El director no le revela nada, no le deja espiar el guión. Es más, lo engaña. Le oculta con una cierta trampa lo que está sucediendo. No solamente el fraude es la temática del relato, también se da "frente a cámara", en el modo de narrar. En el relato interno y en el relato externo. En lo que se cuenta y en cómo se lo cuenta. Porque algunos personajes disimulan su pertenencia y sus relaciones frente al mismo espectador. Lo quieren engañar a él también. El destino del espectador estará ligado al de uno de los protagonistas. Es difícil poner ejemplos sin desnudar el misterio y quitarle toda la gracia al film. Una vez terminado todo el asunto, queda pensar quién lo planeo todo. Parecería ser evidente. Aunque habrá que pensar seriamente en la mujer que tiene detrás.

Como decíamos al inicio, este film intenta escaparle a todo un cine social. Hay una verdadera vocación de entretenimiento. Pero, según cómo se lo analice, representa un estado cultural del país: la llamada "viveza criolla". En otros países esta temática es propicia para la ficción y el pasatiempo. Piénsese en las películas de suspenso de Mamet (House of games) o de Hitchcock con las cuales se ha comparado a Nueve Reinas. Donde hay instituciones que funcionan, gobiernos con niveles de corrupción controlada, se puede hacer ficción de la corrupción descontrolada. Se puede hablar de estafas. Pero en Argentina no existe esa distancia: el proscenio y la calle se solapan. Está todo muy cerca. Hay que ser sutil para distinguirlos. La estafa como tema es un problema vertebral de la sociedad, especialmente en los niveles gerenciales. Afecta realmente la cultura, la economía, la política. El destino de Argentina. Y ahora más que nunca se pone en evidencia. A ningún director argentino se le ocurriría tratar el tema de las desapariciones colectivas de personas como un tema ficcional y de entretenimiento. Lo exige la conciencia histórica. Es demasiado dramático. Causaría un rechazo masivo. Lo curioso es que el tema de la estafa no causó ningún rechazo. Es más, despertó entusiasmos: cinematográficos?, téticos? Habría que preguntarse a qué responden esos entusiasmos. Posiblemente muchos no se han sentido identificados y han podido ver el film únicamente como ficción. Para algunos esta película pertenece al género policial. Pictóricamente, es un retrato cultural.

La falta de percepción de esta visión crítica implica todo otro estado cultural: la frivolidad, especialmente de la última década, promovida desde el mismo poder. Frivolidad que llega a las capas medias e impide un juicio crítico. Adormece. Entretiene. Como el film.
Pensar la estafa en Argentina reflexionándola hoy desde el cine, resulta difícil. Sería como filmar durante la dictadura acerca de los desaparecidos. Recién cuando vino la democracia fue posible. Recién cuando dejen el poder los que financiaron el desfalco nacional se podrá ver con ojos críticos y con mayor libertad todo este período. Por ahora se permite la visión del entretenimiento por ser inocua y hasta conveniente. Un modo de ocultamiento. Con el tiempo algunos juzgarán esta visión como ofensiva. Este film como producto de una época. Cuando se conozcan bien las estadísticas del empobrecimiento. Cuando se palpen las consecuencias. Muchos datos aún no han sido revelados. Lo mismo que sucedió con los desaparecidos.
El proceso militar comenzó en 1976 y finalizó en 1983. Para algunos analistas políticos y económicos la dictadura financiera comenzó en 1976 y todavía continúa. Los militares estaban visiblemente en el poder. Los estafadores conservan su oficio justamente porque se ocultan.
Si bien no es este el enfoque que el film ha recibido de la crítica en general, nos parece pertinente. Ha merecido muchos premios y de hecho es de muy buena calidad y original. El guión es muy bueno. Pero ha sido analizado como una obra estética "aislada" de su contexto, como un relato puramente autónomo. Y creemos que es importante no separarlo de su historicidad: un país que vivió una década de negociados millonarios, con "vivos" que se enriquecieron de un día para el otro y dejaron al país en una crisis terminal. Con ayuda de la pasividad por un lado, y de la buena fe defraudada por el otro. No es ficción: es un film que representa toda una cultura. No es de suspenso, aunque lo tiene. Es un drama. En un momento, Marcos, mirando una golosina importada dice cínicamente: "así, este país se va a la m..." sin importarle el destino colectivo. Hoy los productores nacionales están criticando y culpando al contrabando como una causa importante de su bancarrota. El país de los profesionales en estafas. El que mejor engaña ese gana. Y el público además aplaude al ganador sin entender demasiado el trasfondo. Es paradigmático y visionario, en el film, el cheque sin fondos por la quiebra del banco. La última gran estafa llevada a cabo por los "profesionales" en Argentina ha sido el vaciamiento y quiebre de la banca privada y nacional.

Es la ópera prima de Fabián Bielinsky (Buenos Aires, 1957), ganador por mejor guión del concurso Nuevos Talentos Cinematográficos 1998, organizado por empresas como Patagonik Film Group y Kodak Argentina, que produjeron enteramente el film. Ha recibido el Condor de Plata de la Asociación Argentina de Críticos. Ha ganado premios en varios festivales: en Biarritz, en Bogotá y en el de Lleida. Fue nominado en el Festival Internacional de Los Ángeles. Y en su estreno en España, se ha mantenido durante meses en cartel.

 

GERARDO BOLZÁN