CRUSELLS, Magí
Las Brigadas Internacionales en la pantalla. Prólogo de Gabriel Jackson.
Ciudad Real: Universidad Castilla-La Mancha, 2001, 516 pp.

Fruto de una minuciosa y abrumadora investigación doctoral, el libro que aquí reseñamos tiene una doble e interesante característica: la de ser un buen libro de historia, y la de servir como detallado catálogo de un tipo de fuente, la cinematográfica, a menudo poco conocida para los investigadores del período de la Guerra Civil española. En el caso que nos ocupa, Magí Crusells ha tomado un tema si queremos muy específico, el de las Brigadas Internacionales, y ha revisado kilómetros de cinta para trazar lo que, a primera vista, resulta ser la más exacta relación de cintas cinematográficas con relación a los interbrigadistas en la guerra de España.
El cine es el único arte del que podemos conocer con exactitud el nacimiento y su desarrollo. Siendo así, está tan ligado al contexto en que se genera, sea éste artístico, económico, cultural o social, que por fuerza ha de ser, como mínimo, el reflejo de una determinada realidad o percepción individual o social del mundo que le rodea. Hasta la más banal de las cintas tiene un trasfondo. Cuando, por temática, contenidos, conexiones, o por los motivos más peregrinos, el cine crea entre sí nexos de unión de los que, a través de su estudio, podemos obtener conclu-siones válidas para el conocimiento del pasado, nos hallamos ante una fuente histórica sin paliativos ni peros. Hace ya tiempo que la subjetividad no sirve para descalificar una fuente de estudio histórico.
La investigación del doctor Crusells deja claro éste y otros muchos elementos que, como buen conocedor no sólo del período (es el autor de La Guerra Civil española: cine y propaganda. Barcelona, Ariel, 2000) sino de la historia del cine, y ante todo de las conexiones de éste con la Historia, trazan lo que podríamos llamar el cuerpo analítico y metodológico de una tan larga y laboriosa investigación. No es este un libro de, exclusivamente, historia del cine; ni tampoco la historia de las Brigadas Internacionales. El raro equilibrio conseguido por el autor entre análisis de fuentes, descripción e interpretación hacen de este volumen una rara avis entre los libros que toman, de forma primaria, el cine como fuente para explicar la historia, puesto que tiene de catálogo tanto como de investigación histórica. No es para menos: los filmes comentados están localizados 35 filmotecas, desde Dinamarca a Rusia, desde Suecia a Portugal, desde Italia a los Estados Unidos, demostrando lo que su director de tesis señalaba en la introducción a su anterior libro: la tenacidad que marca sus investigaciones. La filmografía que maneja avala las interpretaciones y las conclusiones que se destilan a lo largo del texto, que si bien detiene lógicamente su mirar en lo años de producción coincidentes con el período bélico, abarca filmes tan sorprendentemente ligados a la temática de las Brigadas Internacionales como Two Much, de Fernando Trueba (1995).
El cine, por tanto, es tratado aquí como fuente histórica privilegiada. No es la única, en cambio, que utiliza Crusells, si bien forme el núcleo de su investigación. Es esto lo que explica que el libro se abra con una narración sobre la historia de la intervención extranjera al lado de la República durante la Guerra Civil que da paso al que es el mayor trabajo aquí presentado: el de la revisión de las apariciones de las Brigadas Internacionales en el cine documental, primero, y en los trabajos de ficción, por el otro.
En el primer caso, lo que llama la atención por encima de todo es la exhaustividad del trabajo realizado. Es este un capítulo que, a nuestro juicio, prima lo descriptivo, pero que no por ello deja de mostrar las claves interpretativas a la hora de acercarnos al cine documental sobre la guerra. Cabe destacar que la presencia de las Brigadas es reflejada tanto en la zona republicana cosa lógica si pensamos que sin dudas, y este libro lo demuestra fehacientemente, fueron los gobiernos republicanos los que más y mejor entendieron el valor propagandístico del cine y de los noticiarios de guerra como en la zona nacional. Así, el autor consigue rescatar del olvido noticiarios y documentales sorprendentes, como Prisioneros de guerra, rodado una parte del mismo en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, monasterio habilitado desde abril de 1938 para los prisioneros internacionales. Estos documentales, aparte del interés lógico que despierta la contemplación visual del pasado, adquieren una dimensión de fuente histórica más allá de lo meramente contemplativo, al reflejar no sólo aspectos de la vida cotidiana en retaguardia o en los frentes, sino ante todo ser elementos de análisis de la percepción, de la mentalidad de quienes los realizaban y sobre quienes los realizaban. Y aún más, Crusells logra reconstruir la historia político-militar de la guerra a través de los mismos documentales, analizando la producción cinematográfica española y extranjera sobre la guerra, sus centros de producción, y las claves de la misma.
No obstante, el fundamento de este libro es el del análisis de las apariciones de las Brigadas Internacionales. Así, su llegada a tierras españolas, su instrucción, el cerco de Madrid, etc., se ven aderezados de apuntes de erudición como la relación de Buñuel o Hemingway con algunos de estos documentales; el trabajo con otras fuentes no cinematográficas acompaña con fortuna a las sistemáticas explicaciones del autor sobre los documentales, noticiarios de guerra y filmes de ficción donde se ha hallado tanto la persistente aparición de los interbrigadistas, como su utilización política y la instrumentalización de que fueron objeto. Sin lugar a dudas, el uso de la imagen de las Brigadas Internacionales, según quién lo hiciese, variaba hasta hacerlas irreconocibles. Si bien es cierto que fue el bando republicano el que generó más metros de cinta cinematográfica, y por tanto el que más fijó la representación de las brigadas como luchadores de gran valor, solidarios y luchadores de la libertad, es igualmente cierto que por la parte sublevada también los internacionales eran objeto de fuerte propagandización e instrumentación, en base a un deseo de mostrarlos como una horda de asesinos, que serían en definitiva los legatarios de la política republicana, determinada por intereses extranjeros. El maniqueísmo que se desprende de las cintas no es otro que el que se trató de hacer asimilar a cuantos las viesen. El cine era y es medio de información y entretenimiento, pero a su vez una poderosa arma de tergiversación y manipulación. Revisando las anotaciones hechas sobre los documentales y noticieros españoles nacionales o republicanos, o incluso comparándolos con los producidos por casas rusas, inglesas, americanas, queda claro que la multiplicidad de los valores representados y vertidos sobre las Brigadas es reflejo de la multiplicidad de necesida-des, bien o malintencionadas, que se pretendían transmitir a través de una forma tan popular de socialización como el cine.
Por tanto, ¿cuál es el valor principal de este libro? Su importancia dentro de los estudios sobre la Guerra Civil radica en que traza una visión política de las Brigadas Internacionales, pero también la representación cultural de las mismas, sin detenerse aquí sino proponiendo las claves para analizar cómo ésta fue generada, asimilada, instrumentalizada, y cómo de todo ello derivaron unas visiones que han perdurado hasta nuestros días. El fundamento de todo ello es una extensa investigación documental que construye por sí misma, y a través del certero aná-lisis del autor, un tema que resulta tan sorprendente por inesperado como por revelador. Quien guste de la recopilación catalográfica, como quien guste del análisis de amplia perspectiva, encontrará en el trabajo de Crusells un libro de mucha utilidad.

JAVIER RODRIGO SÁNCHEZ