EL ALQUIMISTA IMPACIENTE, O LA CARA AMABLE

DE LA GUARDIA CIVIL

Título original: El alquimista impaciente. Producción: Tornasol Films, Continental, Cartel y Patagonik (España, 2002). Productor ejecutivo: Gerardo Herrero. Directora: Patricia Ferreira. Argumento: basado en la novela homónima de Lorenzo Silva . Guión: Patricia Ferreira y Enrique Jiménez.. Fotografía: Marcelo Camorino. Música: Javier Navarrete. Montaje: Carmen Frías. Intérpretes: Roberto Enríquez (Vila), Ingrid Rubio (Virginia Chamorro), Adriana Ozores (Blanca Díez), Miguel Ángel Solá (León Zaldívar), Chete Lera (Luis Dávila), Mariana Santángelo (Patricia Zaldívar). Color - 110 minutos. Estreno en España: 17-V-2002.


Con su segundo largometraje, El alquimista impaciente, Patricia Ferreira ha decidido continuar con el thriller, si bien es cierto que éste debe ubicarse en el género policíaco mientras que el primero, Sé quién eres (2000), pertenece al político. La buena acogida tanto por el público como por la crítica que tuvo en su día este film, galardonado con dos premios "Goyas", Mejor Música original (para el compositor José Nieto) y Mejor Interpretación (recibido por el argentino Miguel Ángel Solá), debió influir en Ferreira para volver a apostar por el cine de suspense y, también, por un conjunto de actores por ella conocidos, a saber: Roberto Enríquez, Ingrid Rubio y el citado actor argentino, todos ellos con destacados papeles en Sé quién eres.

En esta ocasión la cineasta madrileña ha decidido transplantar a la pantalla una novela de Lorenzo Silva que recibió el Nadal 2000. En ella se presenta una madeja de asesinatos, mafias rusas, corrupción política, competencia sin miramientos entre jerifaltes empresariales... que se irán uniendo -a medida que se desteje la trama- con nudos cada vez más fuertes al hallazgo, en extrañas circunstancias, del cadáver de un ingeniero que trabajaba en una central nuclear de la Alcarria. Los protagonistas principales y encargados de tirar del hilo que finalmente aclarará una cadena de asesinatos son dos miembros de la Benemérita: Rubén Bevilaqua 'Vila' y Virginia Chamorro, sargento y guardia civil respectivamente. Ambos forman una pareja de jóvenes y apuestos investigadores cuyo estado civil es el de solteros. En consecuencia, resulta normal que tras compartir tantas horas de trabajo surja la atracción mutua entre ellos, lo que supondrá otro aliciente más para mantener viva la curiosidad del espectador. Será esta superposición de horizontes, de paisajes, lo que llamó la atención de la realizadora y la animó para llevarlos a la pantalla:

"Lo que más me impactó de la novela para llevarla al cine es su capacidad de entrar en muchos mundos. Tiene varias lecturas, una intriga original y el retrato de una sociedad, que es la nuestra. También hay varias historias de amor. Vi que todos esos elementos eran muy cinematográficos".

En la adaptación de la novela al cine Ferreira ha contado con el apoyo incondicional de Lorenzo Silva, lo que hace que la correspondencia entre ambas obras sea muy aproximada, sin embargo no se puede olvidar que se trata de vehículos de comunicación totalmente diferentes y, de ahí, las dificultades a la hora de transformar en imágenes la literatura. Así lo explica la misma Patricia Ferreira:

"En el transcurso de la escritura del guión y posterior preparación de la película, muchas veces volví la vista atrás, hacia el texto original, urgida por ese respeto y esa fidelidad que quería mantener. El trabajo de vigilancia cada vez se hizo más difícil y, un día, ya mediado el rodaje, tuve que confesarme a mí misma que una "adaptación fiel" es imposible. Ya en ese momento, no me costó aceptarlo porque me di cuenta de que, si es imposible, es porque una película es una obra colectiva: inevitablemente. Aquellos personajes que yo mimaba y protegía para que respondieran al espíritu del "alquimista" literario, cuando aparecían incorporados por los actores empezaban a evolucionar por su cuenta, a adquirir complejidad y matices, se teñían de los rasgos y la forma de ver la vida de sus intérpretes".

A pesar de estas dificultades el espectador que ha leído la novela tiene la sensación de revivir otra vez la misma historia pero con el regocijo de escuchar los diálogos y ver las caras de sus protagonistas, aunque no a un sargento Bevilacqua con un perímetro craneal tan amplio como el que Silva presenta en su novela ya que Vila usa la talla 61 de tricornio. Precisamente ésta es una de las cosas que Ferreira ha optado por omitir en la película, es decir, el uso del tricornio y, por ende, del uniforme. Ni Vila ni su compañera visten nunca el uniforme durante la película, como sí lo hacen en la novela. El poco gusto de Ferreira por los uniformes quizá quede reflejado en el plano en el que aparece la chaqueta del comandante Pereira colgada en un perchero de su despacho, para pasar al siguiente en el que se presenta a un Pereira de paisano portando una tarjeta de identificación. No obstante, el cuidado por el detalle de esta realizadora se pone de manifiesto hasta en los pocos minutos que aparecen guardias civiles vestidos de uniforme, ya que no sólo se usa la uniformidad correcta sino que hasta por un instante, cuando se produce la detención de León Zaldívar, aparece el anagrama de las fuerzas especiales que la llevan a cabo: U.E.I. (Unidad Especial de Intervención). Se trata de una minúscula unidad de la Guardia Civil que actúa en casos muy concretos y a la que se da poca publicidad, por lo que es poco conocida por el conjunto de la sociedad española. De aquí se desprende que Ferreira ha podido contar con algún tipo de asesoramiento por parte de la Guardia Civil.

Por lo que respecta al proceso narrativo del film es preciso señalar que se produce un corte un tanto incoherente cuando aparece el cadáver de la prostituta bielorrusa en los Pirineos, pues no se explica por qué la Guardia Civil se encuentra rastreando esa zona con perros, cosa que no sucede en la novela, donde aparece por casualidad en las proximidades de una carretera palentina.

En el aspecto técnico, los diálogos de los protagonistas -que Ferreira capta frecuentemente usando el plano medio- no consiguen la naturalidad deseable, cuestión que ya ha puesto de manifiesto Esteve Riambau:

"La flüidesa de l'acció, malgrat la complexitat narrativa inherent al gènere, topa massa sovint amb uns diàlegs prefabricats y grandiloqüents. Malgrat els esforços dels protagonistes, la voluntàriament discreta parella integrada per Ingrid rubio i Roberto Enríquez, algunes frases delaten els subratllats d'un guió que s'intueix revisat un i mil cops a la recerca d'una esponteneïtat finalment no aconseguida" (Avui, 25 de mayo de 2002).

Por otra parte hay que señalar que, detrás de la cara amable que presentan Vila y Chamorro como guardias civiles, se encuentra otra: la de un cuerpo policial al que desde 1976 (año en que se estrenó Guerreras verdes, de Ramón Torrado) el cine español no le había vuelto a dar ningún papel en la que alguno de sus miembros fuera protagonista principal y, además, fuera "el bueno de la película". Antes al contrario, desde El crimen de Cuenca (1979) hasta Silencio roto (2001), se puede trazar un arco de claro ensañamiento con la imagen de la Guardia Civil, cuyas causas quizá puedan encontrarse en la imposibilidad de tratar su imagen con libertad hasta la llegada de la democracia, ligada a la tarea represiva que le asignó la Dictadura de Franco. Es posible que a alguien se le ocurra argüir lo contrario recordando películas como Memorias del general Escobar (1984) o Un cos al bosc (1996). Pero no me estoy refiriendo a la toma de un posicionamiento político y moral ante una contienda incivil, como sucede en el primer film, o a ese criterio totalmente subjetivo del concepto de justicia que se atribuye la teniente de la Guardia Civil Cifuentes en el segundo, sino al papel que verdaderamente le corresponde a una fuerza de orden público en cualquier sociedad que goza de un Estado de Derecho, esto es, ser una policía que se halla enteramente al servicio de los ciudadanos, actuando desde la ley y que además se muestra eficaz a la hora de resolver los problemas para los que fue creada. Es por todo ello que en esta película de Ferreira, la Guardia Civil como institución resulta sin duda alguna la verdadera ganadora.

 

JOSÉ MARÍA ABRIL