LA GUERRILLA DE LA MEMORIA:
UN HOMENAJE AL MAQUIS


T. O.: La guerrilla de la memoria. Producción: Puy Oria y Montxo Armendáriz (España, 2001). Director: Javier Corcuera. Guión: Carlos Muguiro, Alberto Lorente, J. Corcuera, Fernando León de Aranoa y David Planell. Fotografía: Jordi Abusada. Sonido directo: Daniel Zayas. Montaje: Rori Sainz de Rozas y Pelayo Gutierrez. Intervienen: Esperanza Martínez "Sole", Remedios Montero"Celia", Florian García "Grande", Manuel Zapico "Asturiano", Eduardo Pons Prades "Floreado Barsino", Angela Losadas, Benjamín Rubio, Emilia Girón, Francisco Martínez "Quico" y José Murillo "Comandante Ríos". Color - 67 min. Estreno en España: 8-II-2002.

Javier Corcuera es un realizador peruano establecido en España desde hace años y que ya ha dirigido algunos documentales. Procedente del mundo de la televisión, primero en su país y después en el nuestro, propone como en su película anterior, La espalda del mundo, una mirada directa e intensa sobre una cuestión candente. Si en aquella nos impactó con tres historias reales de nuestro mundo, que versaban sobre los que no tienen derechos, La guerrilla de la memoria, como su título sugiere, nos enfrenta a esa desmemoria colectiva a través de los guerrilleros que lucharon contra la Dictadura franquista en favor de la libertad y la justicia. Recoge el testimonio de cuatro mujeres y seis hombres, procedentes de diversos lugares de España, cuya historia ha permanecido desdibujada o borrada por la historia oficial.
El director nos sitúa cara a cara como oidores de estas personas que nos cuentan su pasado guerrillero y recuerdan los diferentes episodios que, en su conjunto, constituyen la historia del maquis. Con este trabajo documental los convierte en combatientes de la palabra y la memoria. Para ello ha hurgado en la inmensa herida todavía no cerrada de la Guerra Civil española y su larguísima postguerra. A través de sus declaraciones el director nos muestra una parte voluntariamente negada de la historia de España.
Está producida por Puy Oria y el cineasta navarro Montxo Armendáriz, quien ya había realizado poco antes un largometraje sobre este tema: Silencio roto. El director es coguionista junto al realizador y, el también director, Fernando León de Aranoa.
La película con formato de documental, capta la atención del espectador. Su filmación, serena y estudiada, impone, también, cierta distancia que no nos impide sentir la cercanía de los personajes. Están más vivos que nunca al mostrarse esperanzados, reivindicativos e irreductibles. Una película, en definitiva, sin trampas aunque adolezca de la falta de imágenes en movimiento, de archivo, que intenta suplir con algunas fotografías familiares del pasado. Otras, sin embargo, proceden de los archivos policiales que todavía guardan, bajo secreto de Estado, las de numerosos guerrilleros muertos. A pesar de ello Javier Corcuera ha creado un documento duradero con testimonios silenciados que perdonan pero no olvidan, un conjunto de experiencias individuales del pasado que forman parte de la historia colectiva del presente.
La narración es ágil y está bien estructurada. Empieza con el Parte Oficial del final de la Guerra Civil (1-IV-1939) y acaba, prácticamente, con el testamento de Franco, televisado por Arias Navarro (20-XI-1975). Las vivencias de los protagonistas se encadenan de tal manera que asistimos a las causas de la formación de la guerrilla, la vida en el monte, y a su final, sin faltar un epílogo de la actualidad. Los protagonistas hablan desde su lugar de residencia o bien desde algún lugar de la montaña que hace cincuenta años era su refugio o lugar de paso pero siempre testigo de su lucha silenciada.
Sus recuerdos nos remontan al golpe de Estado del 18 de julio de 1936 momento en que famílias enteras escapan al monte huyendo de posibles represalias en las zonas dominadas por los nacionales. Un golpe de Estado que, apoyado por un sector del ejército, la jerarquia eclesiástica, los partidos ultraconservadores y de derechas españoles, los gobiernos fascistas europeos y una parte de la población, ensangrienta la tierra de la Península durante tres años.
Los diversos grupos de los huidos formaron diferentes núcleos de refugiados en las montañas en Andalucía, Extremadura, León, Galicia, Asturias, la cornisa Cantábrica y posteriormente en Valencia, Aragón y Cataluña. Durante la guerra, y al final de la misma, el número se va incrementando y se organizan para poder resistir. La vida es muy dura, por la escasez de víveres, el frío, las persecuciones y las trampas. A pesar de las dificultades, el monte es la posibilidad de sobrevivir. Es el refugio de más de 6.000 hombres y mujeres luchando contra el franquismo.
Los del monte sabotean trenes de mercancías, ocupan pueblos, vuelan líneas de electricidad, atracan algún banco, y dan mítines. En el monte transcurre también su vida cotidiana. Aprenden a leer y escribir, leen novelas o ensayos, discuten de política, y también cantan y juegan. En este recuerdo nuestros protagonistas se sorprenden, y nos sorprende, lo que fueron capaces de resistir. Son llamados los fugados, los rojos, bandidos, malhechores… Muchas mujeres, madres, hermanas, novias del maquis son puntos de apoyo, enlaces que les llevaban comida, libros, ropa, o les guían por caminos seguros. Las estadísticas oficiales contabilizan hasta 20.000 enlaces detenidos. El maquis puede sobrevivir durante tantos años gracias a la colaboración de la gente de muchos pueblos que les apoya con alimentos y escondites. Algunos, incluso, prefieren perder la vida antes que delatarles. Cada uno tiene su ideología, pero a todos les une el rechazo a la férrea dictadura militar franquista y la esperanza de poder derrocar el régimen con la ayuda de la población y de los aliados europeos.
El movimiento guerrillero se estructura a principios de la década de los cuarenta bajo al dirección de comunistas y anarquistas. Cuando empieza la liberación de Francia el maquis, que había luchado contra el Ejército nazi, sigue la directriz del líder comunista Jesús Monzón. Se produce, entonces, una de las acciones más destacadas. Unos 6.000 guerrilleros (según las fuentes los efectivos serían muchos menos y según otras, casi el doble) invaden el valle de Arán el 18 de octubre de 1944 y hacen ondear la bandera republicana en algunos pueblos. Su objetivo es provocar una insurrección popular y liberar a España del poder fascista de Franco. Se hace necesario organizar un ejército con tropas procedentes de Zaragoza, Huesca, Lleida para dominar la invasión que, finalmente, fracasa. Un tercio muere en el enfrentamiento, otro huye a Francia y el tercio restante es hecho prisionero.
El apogeo de la guerrilla organizada se sitúa entre 1945 y 1947 cuando la derrota del nazismo en Europa hacía pensar que arrastraría, también, al régimen español. Pero las potencias europeas olvidan rápidamente las promesas de libertad y deciden apostar por Franco antes que correr el riesgo de establecer una democracia con participación de los comunistas. Cuando el general Franco está seguro de que no habrá una intervención armada en contra de su régimen dispone todo lo necesario para acabar con la guerrilla. Para ello el Estado crea los instrumentos de la guerra sucia, por ejemplo, las contrapartidas, grupos formados por falangistas, guardias civiles e incluso exguerrilleros que vestidos como los del monte, con traiciones y engaños consiguen ir minando los diferentes grupos. Así cae Girón, uno de los guerrilleros más emblemáticos de la zona del Bierzo. El Decreto-ley sobre Bandidaje y Terrorismo de 18 de abril de 1947 sirve de coartada jurídica para aplicar indiscriminadamente las ejecuciones extrajudiciales a través de la conocida ley de fugas. Nos sorprende en este momento del relato escuchar algunos recuerdos espeluznantes: "He visto una casa arder con los campesinos dentro". Y también, "en España, hay fosas comunes todavía sin desenterrar."
En el verano de 1952 los franquistas han acabado prácticamente con la resistencia armada. Los protagonistas reconocen que esperaron demasiado para capitular y que no consiguieron que el pueblo se levantara contra Franco, "pero mantuvimos a raya los excesos de los caciques temerosos de que cualquier abuso tuviera una respuesta immediata." En esta década se produce la rehabilitación del Régimen en el contexto internacional. Un hecho fundamental es el pacto bilateral firmado con los Estados Unidos en 1953, que concede al Ejército norteamericano el derecho a establecer y a utilizar seis instalaciones militares en territorio español. A cambio, España recibe una pequeña ayuda económica y material bélico de desguace.
Los protagonistas de la película han sufrido años de cárcel y exilio, y han sobrevivido a pesar de torturas, humillaciones, castigos y huelgas de hambre. El dictador murió en 1975 y ellos querían y esperaban una reconciliación nacional, que no llegó porque durante la transición a la Monarquía parlamentaria se impuso un compromiso tácito de silencio entre todos los partidos políticos mayoritarios. Con esta actitud quedaba explícito el reconocimiento de los defensores del franquismo que mantuvieron sus puestos de privilegio y su poder. En cambio, los luchadores antifranquistas fueron relegados al olvido.
Los protagonistas recuerdan de manera entrañable a la mayoría de sus compañeros muertos. Se muestran, en general, pausados, animosos, extrañamente jóvenes, con sueños e ilusiones, satisfechos de disponer de un vehículo de expresión que les ofrece el reconocimiento. Reivindicativas con su pasado personal e histórico y su convencimiento profundo de que volverían a repetirlo, nos han dado un clase de historia imponente porque nos permite conocer una parte oculta de nuestro pasado y reflexionar sobre nuestro presente.
La historia del maquis, una oposición seria y heroica al régimen de Franco, debería constar en los libros de texto de cualquier proyecto educativo democrático, y derribar el muro del silencio que es una traición a las personas y a la historia. La Asociación de Archivo Guerra y Exilio (AAGE) sigue trabajando en esta dirección. Esta película es, en definitiva, una contribución acertada a esa necesaria labor de pedagogía histórica.

ESTHER SÁEZ