49 Festival Internacional de Cine

de San Sebastián


MARÍA PILAR RODRÍGUEZ


La 49 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, desarrollado entre el 20 y el 29 de septiembre de 2001, comenzó con los malos augurios de iniciar su andadura una semana después de los atentados del 11 de septiembre en Washington y Nueva York, lo que provocó la ausencia de algunas de las estrellas norteamericanas, entre ellas Mira Sorvino, Barbara Hersey, Julie Andrews o Glenn Close. Mikel Olaciregui tuvo que enfrentarse al doble reto de debutar como director del Festival y de hacer frente a cancelaciones y retoques del programa de última hora. Y sin embargo, la edición de 2001 logró desarrollarse con normalidad y con un gran éxito por la afluencia masiva del público. En palabras del propio Olaciregui: "El cine se impuso a la falta de estrellas" (El Diario Vasco, 30-9-01, "Festival", p. 4).

La necesidad de las llamadas "estrellas" en un Festival de Cine podría discutirse en sí misma, ya que en este caso tan sólo parece que provocó la ausencia de ciertos periodistas especializados en la llamada "prensa del corazón" por lo que lo que parecía en un principio ser uno de los ingredientes fundamentales del festival, el glamour y la presencia en Donostia de estrellas de Hollywood, terminó por no ser tan imprescindible como acaso se pensaba. Sí acudieron Harvey Keitel, Ewan McGregor, el director Todd Solonz y otros actores y directores de varios países, pero fueron los intérpretes españoles y latinoamericanos quienes se beneficiaron de algunas ausencias. Marisa Paredes, Emma Suárez, Marta Belaustegui, Eduardo Noriega, Karra Elejalde, Maribel Verdú, Gael García Bernal, Diego Luna y Cecilia Roth recibieron el cálido homenaje que les brindó el público donostiarra. El edificio del Kursaal sigue constituyendo un marco privilegiado tanto para la proyección de las películas como para las ruedas de prensa, entrevistas y sesiones fotográficas, y el calor impropio de las fechas en Donostia contribuyó también a su modo a caldear la fiestas nocturnas y propició la afluencia masiva del público a las proyecciones.
Las dieciocho películas que accedieron a la Sección Oficial mostraron más que nunca una gran diversidad en temas, situaciones, espacios y épocas. Así lo anunciaba el propio programa del Festival:

"Sus contenidos reflejan temáticas que van desde la actualidad más comprometida hasta la realidad de un mundo en descomposición; de la reconstrucción histórica de hechos reales a la fantasía más desbordante o a la aventura épica, y del drama a la comedia".

Así fue, en efecto, y en su conjunto constituyó un buen muestrario del panorama internacional. Dentro del cine nacional gustó y convenció Juana la Loca, de Vicente Aranda, por la sólida construcción de una época y una subjetividad femenina, entusiasmó En construcción, de José Luis Guerin, por la osadía y originalidad de su propuesta, pero decepcionó Visionarios, de Manuel Gutiérrez Aragón, por una cierta sensiblería en la representación del drama religioso rural, y especialmente desilusionó Buñuel y la Mesa del rey Salomón, de Carlos Saura, que clausuró de manera mediocre el Festival.

Entre las películas más alabadas fueron la que abrió la competición, The Safety of Objects, un delicado análisis de las miserias y alegrías de la vida suburbana, filmado con gran acierto en Toronto y Nueva York por Rose Troche, y C'est la vie, una sobria y emotiva película realizada por Jean-Pierre Améris en torno al delicado tema de cómo afrentar la muerte próxima de forma digna y humana.

La cada vez más consolidada y más popular sección Zabaltegi estuvo destinada a mostrar al público el mejor cine del momento, y dividió su prestigioso espacio en dos secciones: Nuevos Directores, y Perlas de Otros Festivales que nos ofreció la posibilidad de acercarnos a lo más interesante de lo visto en otros certámenes. La zona abierta volvió a mostrar las propuestas más arriesgadas en el mejor y peor sentido de la palabra y considerada en su totalidad volvió a sufrir de ciertos desequilibrios en lo referente a la calidad de las obras mostradas. Sin embargo, continúa perfilándose como la sección favorita del público donostiarra, que cada año elige mayoritariamente acudir a las películas seleccionadas por Zabaltegi. Entre las más aplaudidas fueron Le fabuleux destin d'Amélie Poulin, un fabuloso cuento de hadas urbano dirigido por Jean-Pierre Jeunet y La stanza del figlio, el último film dirigido e interpretado por Nanni Moretti que se enfrenta al dolor de un padre ante la muerte de un hijo adolescente. Vidas privadas, la ópera prima de Fito Páez, que se centra en la continuación del pasado político en Argentina a través de los problemas afectivos y familiares de sus protagonistas fue muy aplaudida por el público, pero dejó un cierto regusto empalagoso ante su final melodramático en extremo. Decepcionó en cierto modo la nueva propuesta de Todd Solondz, Storytelling, quien logra sin embargo llevar al extremo el vacío vital y la insustancialidad de ciertos personajes representantes de una sociedad norteamericana degradada y sin redención posible.
La retrospectiva dedicada a la obra de Frank Borzage fue adquiriendo mayor consistencia a lo largo que transcurrían los días, ya que la participación fue aumentando progresivamente. Se mostraron aproximadamente cuarenta del centenar de películas que dirigió entre 1915 y 1961. La pasión contenida en títulos como Desire (1936) o A Farewell to Arms (1932) se reflejó en las imágenes radiantes de dicha e ilusión o de amarga tristeza. Un acierto del Festival seleccionar a este gran director de quien se sigue sabiendo muy poco; esta retrospectiva nos facilitó la ocasión de aprender más sobre su obra.
En el apartado de los premios más representativos, la "Concha de Oro" recayó en el chileno Orlando Lübbert, el realizador de Taxi para tres. El Jurado internacional estuvo presidido por el director francés Claude Chabrol y compuesto además por la diseñadora inglesa Ivonne Blake, la actriz y directora brasileña Florinda Bolkan, el director italiano Giuseppe Bertolucci, el español Eloy de la Iglesia, el escritor chileno Jorge Edwards y la crítica y ensayista británica Sandra Hebron. Tal decisión resultó un tanto incomprensible si se tiene en cuenta la escasa repercusión que tuvo la película a nivel popular y desencadenó un unánime y cerrado coro de pitidos, abucheos en el grupo de periodistas reunido en la sala de conferencias del Kursaal. Unos días más tarde el director manifestaba en unas declaraciones a El Diario Vasco su comprensión de las protestas: consideraba normal que una película, al igual que cualquier realización artística pudiera despertar opiniones contrapuestas y reivindicaba el "derecho al pataleo", pero sin dejar de defender la obra desde su peculiaridad chilena.
Todo lo contrario sucedía con la proclamación del Premio Especial del Jurado y del Premio de la FIPRESCI o de la Crítica Internacional al filme español En construcción, creación personalísima de José Luis Guerin. El título refleja a la perfección la apuesta del director por un cine diferente, a medio camino entre el documental y la ficción, que despertó los más encendidos aplausos tanto por parte de la crítica como por parte del público. Recupera Guerin un sentido del tiempo despreciada habitualmente en aras de la rapidez y la eficacia: su película, rodada a lo largo de tres años, muestra el lado más humano de un barrio barcelonés que va cambiando en el proceso de construcción de un edificio de viviendas. Como indica el propio director:

"La película se convirtió muy pronto en un proceso vivo, donde el guión, el rodaje y el montaje intercambiaron sus papeles habituales",y añade:"Ese es el territorio más propio del cine, el que nunca podrá ser reemplazado por los rostros fabricados en un ordenador, porque basta su ética y su estética en la inequívoca singularidad de un rostro humano" (El Cultural, 19-9-2001, p. 43).

Si bien es de alabar la valentía del Festival de Cine de San Sebastián al incluir estas y otras obras más cercanas a nuevos modelos experimentales y más ambiciosos tanto en lo formal como en el fondo humano que translucen, tal vez debería exigirse el mismo atrevimiento a los miembros del jurado a la hora premiar obras a primera vista más insólitas o más alejadas de la norma habitual.
También hubo total acuerdo en el reconocimiento otorgado a Pilar López de Ayala con la "Concha de Plata" a la Mejor Actriz por su papel protagonista en Juana la Loca de Vicente Aranda. Su interpretación ya había despertado los más encendidos elogios por parte de la crítica y a la proclamación del premio sucedieron unos entusiastas aplausos por parte de periodistas y críticos. El propio Aranda ya anticipaba de algún modo este galardón cuando afirmaba:

"Como confío muy poco en los críticos de cine, puedo predecir que cogerán la magnífica interpretación de Pilar López de Ayala para decir que la película la ha salvado ella porque lleva todo el peso del filme y... la verdad, no puedo negarlo" (El Cultural, 19-9-2001, p. 40).

La película en su totalidad es el resultado digno de un esfuerzo de madurez de Aranda, quien admite realizar ahora un cine menos experimental y más didáctico, y con un nuevo sentido de la erotización que venga del alma (ABC, 26-9-01, p. 79). El premio concedido al Mejor Actor fue para Düzgün Ayhan, por la película Escape to Paradise, y estuvo de principio a fin envuelto en polémica porque el galardón parecía más apropiado para las brillantes actuaciones de actores como Jacques Dutronc, en su refinada interpretación de un enfermo terminal en C'est la vie o como los ingleses Bob Hoskins, David Hemmings y Michael Caine, por su trabajo en Last Orders. Además, el actor kurdo no estuvo presente en la ceremonia de entrega de premios por los incidentes ocurridos en el aeropuerto de Bilbao, donde fue retenido unos días antes cuando viajaba a la capital guipuzcoana para presentar la película "por su aspecto físico", según explicó el director del certamen. Los otros premios no despertaron mayores sorpresas: el Premio al Mejor Guión fue concedido a Philippe Harel, Benoît Poelvoorde y Olivier Dazat por Le vélo de Guislain Lambert, el Premio a la Mejor Fotografía fue a parar con toda justicia a las impresionantes imágenes de la película hindú The Warrior, creadas por Roman Osin.

Para terminar, recordar el calor de la ceremonia en la que se entregó el Premio Donostia al actor Francisco Rabal, quien falleció antes de poder recibir el premio. Su nieto Liberto le dedicó unas emocionadas palabras y muchos fueron los amigos y compañeros del actor que se acercaron al estrado para recordar la figura de Paco Rabal. Y destacar la Jornada de Cine Vasco en la que se presentaron diversas producciones actuales junto con fondos más antiguos presentados por la Filmoteca Vasca.

En 2002 el Festival de Cine cumple cincuenta años y celebra sus bodas de oro. Ya se está buscando la manera de dar más realce a esa celebración y de incrementar su presupuesto para mejorar la calidad de las diversas secciones y de otros actos paralelos. Lo fundamental, como ya se ha venido comprobando en pasadas ediciones, es que las películas seleccionadas ofrezcan un nivel de calidad, de riesgo y de creatividad que nos haga anhelar de nuevo el inicio en septiembre de la nueva edición de Festival de Cine de San Sebastián.

 

MARÍA PILAR RODRÍGUEZ es Assistant Professor of Spanish Literature in the Columbia University at New York. Enviada especial de FILMHISTORIA Online al Festival de San Sebastián '2001.

e-mail: mpr23@columbia.edu

 

Web oficial de la 49 Edición del Festival de San Sebastián:

www.sansebastianfestival.com