UNA CHARLA CON MATEO GIL


EMMANUEL VINCENOT

 

Reconocido guionista de Alejandro Amenábar y cabeza de fila del Joven Cine español, Mateo Gil (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) es autor de los cortos Antes del beso (1993), Soñé que te mataba (1994) y Allanamiento de morada (1998), y ha debutado como director de largometrajes con Nadie conoce a nadie (1999).

Esta entrevista tuvo lugar en París, con motivo del estreno de su ópera prima, en septiembre del 2000.

 

- Emmanuel VINCENOT: Mi primera pregunta es la siguiente: ¿cómo el público francés todavía no te conoce como director, ¿qué quisieras decirle para presentarte?

- Mateo GIL: Pues que yo pertenezco a una generación, una nueva generación de directores en España, quien de hace unos años para acá viene reivindicando otra manera de hacer cine quizás pensando un poco más en el público, quizás como herencia de lo que hemos bebido a través de la televisión, es decir el cine americano, y que está de alguna manera más que otra generación dispuesta a narrar de otra forma un poco más visual y más espectacular., Y la película se puede enmarcar dentro de esta generación. ¡Es que es muy difícil presentarse!

- Y ¿cuáles son tus influencias? Porque tú hablas de la influencia del cine americano, pero esto es algo muy general. Dentro de este marco, ¿quiénes son tus directores predilectos?

- M. GIL: Yo creo que cuando hablo de esa herencia o ese background si quieres, hablo de películas muy malas que vimos en televisión en su momento y de las cuales ni recordamos los directores. Porque cuando yo he venido a ser consciente de lo que es un director y de lo que suponía, ya empezaba a gustarme otro tipo de cine. Durante todo ese tiempo, como te digo, me había comido lo otro. A mí me gustan muchos cineastas, y me molesta mucho tener que elegir una película o un director. Me gustan cines de muchas clases, de todas las nacionalidades y a medida que crezco, creo que me van gustando más otros cines que el americano. Supongo también que es inevitable porque el cine americano, yo creo también que ha llegado a un momento en que se está cerrando sobre sí mismo. Y está llegando a un callejón sin salida del que le va a costar salir. Se ha cerrado sobre su propia manera de contar y sobre los temas que elige y de hecho creo que están haciendo mucho remakes y remakes de todo lo que encuentran y ya se les agota.- Pero

- Pero precisamente, dices que este cine es una fuente de inspiración para ti; entonces ¿no crees que puedes terminar en el mismo callejón sin salida que ellos?

- M. GIL: Puedo perfectamente, y de hecho yo creo que esta generación de la que te hablo en España corre este riesgo. Hay una serie de directores nuevos que narran mucho mejor a nivel visual, pero que tampoco tienen muchas cosas que contar. Porque casi todo lo que tienen que contar lo han visto en el cine, somos una generación que hemos crecido dentro de la democracia, que políticamente estamos más desencantados con la cosa y corremos el riesgo de que esto llegue a un callejón sin salida. Y se nota, se hacen muchas películas en España que no terminan de cuajar y que no funcionan. No podemos quedar en el hecho de ver una película y decir :ah!, está bien hecha. No podemos quedarnos ahí, hay que intentar ver más allá, hay que intentar mirar hacia atrás también, ¿no?, y ver qué se hacía en otras épocas.

- Pero al observar tu cine -hablo de tu trabajo como guionista o como director- no se nota mucho la influencia de los viejos maestros del cine español, directores como Buñuel o Saura por ejemplo.

- M. GIL: No, porque en España no hay una tradición de thriller, no la ha habido nunca; hay algunos casos aislados, pero nunca dentro de una corriente.

- Hubo un cine negro. 091 policía al habla, por ejemplo, es una película de cine negro española.

- M.GIL: Sí, pero ésa la conoces tú y cuatro más. Sí, cine negro pero no es lo mismo. cine negro no es thriller, es muy diferente. Y siempre yo creo que fueron casos aislados; ahora a raíz de esta nueva generación de directores se empieza a ver qué hay más thriller, hay muchos, porque también es un género que va con los tiempos. Creo que hay que ver un poco detrás de todo eso, por qué alguien escribe un thriller, por qué el público demanda thriller, porque en el fondo lo que tiene a su alrededor es la realidad de todos los días que ya no le interesa.

- Pero cuando tú dices que hay muchas personas actualmente en el cine español que se están equivocando un poco artísticamente en películas...

- M. GIL: No, no me atrevo a decir eso porque yo soy otro, entonces, decir que se están equivocando...

- Sin embargo, dices que existe tal riesgo, que hay gente que finalmente no tiene mucho que contar. Pero ¿tú tienes la sensación de que tienes algo que contar, dentro de un cine de género?

- M. GIL: Claro, a mí me pasa que yo siento, y quizá debería sentirlo también otra gente, que nos falta mucho por leer y mucho por vivir porque se está demandando un cine joven, porque es el que el público va a ver, y hay directores que tienen 23 años y 24 años, y claro, sí, entre 100 directores hay uno que va a estar muy bien pero es que con 23 años, 24 años, 25 años (hice la película cuando tenía 26), todavía eres un crío. Apenas acabas de salir de la adolescencia y hay que vivir mucho para hacer cine.

- Sí, pero sin embargo, en tu caso ya se puede hablar de una obra incipiente, porque ya has firmado dos guiones, que fueron avalados por la crítica y el público (los de Tesis y Abre los ojos); además acabas de firmar este Nadie conoce nadie y quizás podamos hablar de la aparición de una temática personal. ¿Qué opinas al respecto?

- M. GIL : Hombre, yo tuve la suerte, que no tienen todos, de que yo entré en el cine de la mano de Alejandro Amenábar, lo cual abrió muchas puertas y me permitió trabajar. Supongo que no todo el mundo tiene la suerte de encontrarse con un Amenábar, que hizo una película tan pronto, y que escribes con él y puedes escribir guiones buenos porque tiene muy buenas ideas y en este sentido yo tuve mucha suerte. A mí me llamaron para escribir esta película a raíz de haber escrito con Alejandro. Sí, sí hay evidentemente algo de obra, pero pueden cambiar mucho las cosas, de hecho me apetece cambiar y probar muchas otras cosas; uno no puede estar toda la vida haciendo thriller.

- ¿Por qué has decidido filmar este guión, y no has dejado que AlejandroAmenábar lo filmara?

- M. GIL: No, es que esto surgió, esto es un proyecto del productor. Los productores tenían la novela, y me llamaron para escribir el guión. Ni siguiera iba a dirigirla yo. Era para alguien, que no sabían quién era. Y a medida que me fui metiendo en la historia, y fuimos escribiendo, acabé dirigiéndola pero nunca fue un proyecto de Alejandro. Las cosas me fueron un poco llevando a hacerla. La estaba escribiendo y no sabía que era para mí.

- Pero siempre te planteaste la perspectiva de filmar, de rodar películas, ¿no?

- M. GIL: Sí, yo quería dirigir, lo que pasa es que, francamente, yo no pensaba empezar a dirigir tan pronto. Pensaba que iba a pasar más tiempo, y me cayó. Me vino esto, y, bueno, pues hay que lanzarse. De hecho, por un momento pensé en decir que no, primero quiero probarme como guionista; y casi yo me he sentido más satisfecho como director en el sentido de que creo que para que tu forma de ver las cosas esté completa, tienes que poner la mano detrás de la cámara, es muy importante. Se cuenta mucho a través de la dirección. Y eso para mí ha sido un aprendizaje muy importante. Seguramente lo próximo que yo escriba, ya estaré viendo dónde va a estar la cámara, y cómo se va a mover...

- Entonces, ¿quieres repetir como director?

- M. GIL: Sí, a mí me gusta mucho dirigir.

- Para cambiar de tema, acabo de comprar el DVD de Nadie conoce a nadie y he visto el "así se hizo", donde tú hablas, y dices que lo que te gusta de la película es que has logrado dar una visión moderna de Sevilla.

- M.GIL: Si, ése era uno de los retos de la película. Había una cosa que me gustaba mucho, que estaba en el guión, y que desgraciadamente no está en la película, que era un propósito por mi parte, y era el hecho de que... bueno, sí está en la película pero no está tal cual yo lo había escrito porque hay muchas cosas del rodaje que no puedes, que te las imaginas de una forma y luego te das cuenta de que es imposible, y era el convertir la ciudad de Sevilla en un tablero de juego, donde las casillas son reconocibles y tú sabes exactamente dónde están jugando y en que parte de la ciudad están. Y eso para mí era un atractivo muy grande: utilizar la parte de la Expo'92, que es una parte que, después de terminada la Expo, quedó abandonada durante años, y era un pasaje rarísimo. Mezclarlo con el gótico de la catedral, con las callejuelas... es que Sevilla tiene una mezcla que es realmente exclusiva a nivel arquitectónico y eso me llamó mucho la atención, mezclado con toda la Semana Santa. Y yo creo que efectivamente hay una imagen distinta de Sevilla, sobre todo, ya no en España donde se conoce mejor la ciudad, sino fuera de España porque la imagen que hay de Sevilla fuera de España es una imagen absolutamente folclórica, de bailadoras y carruajes de caballos y el río y la catedral..

- Y ¿no te parece que existe algún riesgo de que, al querer así dar un aspecto moderno y crear una visión moderna de España, pues se pierda lo "auténticamente" español? O sea, visto desde Francia, sé que algún público va a pensar, bueno, este director español quiere imitar a los americanos, y no sabe hacerlo. Dice lo mismo el crítico de El País sobre Mathieu Kassowitz y su última película, Les rivières pourpres. Dice que su cine es una imitación burda del cine norteamericano. Me parece que de cada lado de los Pirineos, cada uno critica al otro, y dice, bueno, pero ¿por qué intentas imitar a los americanos, si no sabes hacerlo

- M. GIL: Sí, sí, lo entiendo. Hombre, yo creo que francamente la juventud sevillana o madrileña de ahora no se diferencia mucho de la juventud de aquí. Creo que cada vez más, y desgraciadamente, las juventudes de todos lados se parecen entre ellas. Yo no creo que los personajes de mi película tengan nada de norteamericanos, no lo creo en absoluto. Que el estilo narrativo de la película si haya bebido mucho del lenguaje cinematográfico norteamericano, estoy absolutamente de acuerdo. De hecho son los maestros del género, está claro. Los maestros del thriller son los americanos, y de ellos hay que aprender porque son los que lo mejor lo han hecho. Pero mis personajes no tienen nada que ver. Mis personajes hablan un español de ahora y piensan como los españoles de ahora y creo que esto se nota. Supongo que también Mathieu Kassovitz puede defender su película de una manera bastante parecida, no la he visto pero... también es muy fácil criticar desde fuera, que un español diga que Kassowitz se parece a un americano es como: "¡vale, vete a casa!".

- Cuando hablas de tu ambición de presentar la ciudad como un terreno de juego, esto a mí me recuerda la película Jungla de cristal 3.

- M. GIL: Si, mira, puede ser. No lo había pensado...

- ¿No te lo habías planteado como un objetivo? Imitar un poco, o rendir un homenaje...

- M.GIL: Es cierto que hay un juego en torno a la ciudad...

- Nueva York se convierte en un terreno de juego para un maniático...

- M.GIL: Efectivamente, efectivamente. Lo que pasa es que, claro, en la Jungla 3 todo es una triquiñuela, una trampa para esconder lo que de verdad está pasando, mientras que aquí el juego es el fin.

- Pero es la misma utilización del espacio...

- M. GIL: Sí.

- E.V.: Me parece que en muchas películas españolas actuales hay una imitación del cine americano. Aparecen temas o imágenes sacadas del cine de Hollywood, que a veces se cuelan sin que el director lo note. Por ejemplo acabo de ver La mujer más fea del mundo y a veces me recordaba Robocop.

- M. GIL: En la estética...

- En la estética, sí. Por ejemplo en la recreación de una comisaría del futuro, en una ciudad moderna pero también muy decadente y me parece que finalmente hay una contaminación estética del cine norteamericano pero que se está mezclando con elementos auténticamente españoles. Es como un mestizaje.

- M. GIL: Tienes razón. Eso probablemente eso sea bastante ajeno a la voluntad de los directores y tiene mucho que ver con los técnicos también porque en España mucho más que aquí supongo, muchísimo más, porque aquí hay una tradición cinematográfica muy potente en Francia, pero en España durante mucho tiempo nos hemos avergonzado de nuestro cine y eso significa que mirábamos hacia afuera y nosotros veíamos una casa española un coche español y decíamos: ¡Huy, qué horror!".

- Sí, un 600 por ejemplo...

- M. GIL: ¡Claro! Pero yo no creo que un francés se avergüenza viendo un Renault en la pantalla. Los españoles, sí lo sentíamos entonces en muchos aspectos, en la fotografía y sobre todo en la dirección artística, en los últimos años... Lo que pasa es que hay que hacerlo con mucho cuidado. En los últimos años se ha intentado conseguir lo que consiguen los americanos en cada película, que es maravilloso, que los decorados están maravillosos y no los notas pero está todo lleno, está todo bien cuidado y bien bonito. Pero es muy difícil de conseguir porque en España no decoramos las casas como en Estados Unidos y ahora poco a poco yo creo que se está empezando a conseguir el hecho de que casas que son españolas si empiezan a dar el pego. En Nadie conoce a nadie concretamente la decoración es bastante extraña porque el decorador, pese a ser andaluz, ha vivido mucho tiempo aquí, en Francia y en Bélgica y ya ha mamado mucho de cine francés y se nota un poco la película. La casa de ellos no es una casa completamente española, tiene algo de europea, ¿no?...

- De internacional…

- M. GIL: Sí, es una mezcla...

- Pero para mí, es la influencia de Almodóvar, básicamente, que siempre ha cuidado muchísimo los decorados y creo que tiene un decorador francés; y me parece que en muchas películas españolas, existe esta voluntad (aunque no sé si es algo voluntario o no), de imitar o de recrear ambientes modernos con colores chillones, aparatos modernos...

- M.GIL: Pero en La mujer más fea del mundo o mi película, no hay colores chillones. Yo creo que la estética Almodóvar, que ha tenido muchos seguidores, efectivamente, los ha tenido, por desgracia, generalmente en comedia. O sea, hay muchas comedias que han seguido la estética Almodóvar, pero películas que se consideran a sí mismas serias, no; pero, bueno, Almodóvar tiene un estilo tan poderoso que apenas te acerques a él ya huele un poco, ¿no?... Pero, hombre, lo que sí hay, supongo, es una voluntad de conseguir que los espacios que son naturales sean cinematográficos también. En Estados Unidos, tienen años y años de tradición, y en el cine español no la tenemos.

- Pero creo que se nota eso, esa tendencia. Para terminar, porque se nos acaba el tiempo, desgraciadamente, la escena que más me ha gustado de tu película es la de la persecución, con las pistolas de juguete, y para mí es algo que es al mismo tiempo un poco inquietante y divertido, es algo muy ambiguo. ¿Cómo se te ha ocurrido esta idea? Es algo nunca visto antes.

- M.GIL: Esta idea, es curioso, esta secuencia es la más polémica de la película, siempre, porque hay una gran cantidad de personas que me dicen lo mismo que tú, que es la secuencia que más les ha gustado y la otra mitad, digamos, me dice todo lo contrario, que la película les gusta mucho la primera parte, y cuando llega esta secuencia, no entiende nada. Y yo creo que es porque es una secuencia muy arriesgada, está muy al límite, a mí me gusta precisamente por eso, o sea para mí si estaba haciendo una película sobre el juego de rol lo que le daba sentido a la película es mostrar el juego de rol. Es decir, cómo unos personajes que son capaces de matar luego se ponen a jugar, pero a jugar de verdad !están jugando! Eso era lo que a mí me gustaba de la secuencia. Digo, pero qué está pasando ahí, que no entiendo nada. Y de hecho a mí me gusta más la película a partir de ahí que antes. O sea, esta segunda mitad de la película en que tú ya sabes que es un juego de rol pero no sabes muchas cosas que están por venir es la que me gusta. Y estoy con el bando que le gusta más esta secuencia, ¿no? Creo que fue allí donde realmente me arriesgué porque la primera parte no deja de ser un thriller más o menos habitual en el que es o no es. No lo sé, yo aposté y quedó...

- En mi opinión, es el mayor logro de la película. Es lo que le da toda su coherencia a Nadie conoce a nadie.

 

EMMANUEL VINCENOT es Profesor de Cine Español y Latinoamericano en la Université de Versailles (Saint-Quentin-en-Yvelines). Es miembro de los Centros de Investigaciones " Suds d´Amériques" y "Hispanística XX" ( Université de Dijon) y del Comité de redacción de la revista Cinéastes.

e-mail: emmanuv@noos.fr