EL CAMINO A CASA, OTRA OBRA MINIMALISTA DEL MAESTRO ZHANG YIMOU

Título original: Wo De Fu Qin Mu Qin/The Road Home. Producción: Guangxi Film Studio-Beijing Co. (China, 1999). Productor: Zhao Yu. Director: Zhang Yimou. Argumento y guión: Bao Shi, basado en su propia novela. Fotografía: Hou Yong. Música: San Bao. Decorados: Cao Jiuping. Montaje: Zhai Ru. Intérpretes: Zhang Ziyi (Zhao Di, joven), Sun Honglei (Lou Yusheng), Zheng Hao (Lou Changyu), Zhao Yuelin (Zhao Di, adulta), Bin Li (la Abuela), Sung Wencheng (el Alcalde), Liu Qi (Xia). Color - 88 min. Estreno en España: 11-X-2000.

 

Pendiente entonces de estreno su "León de Oro" en la Mostra de Venecia '99, Ni uno menos, el maestro del nuevo cine chino nos ha ofrecido otra importante realización. Se trata de El camino a casa, premiada en el Festival de Berlín '2000, que confirma el estilo del este reconocido autor minimalista.

Zhang Yimou (Xi'an, 1950) pertenece a la llamada Quinta Generación del cine de su país. Con Chen Kaige (El emperador y el asesino), es el más galardonado director chino, así como el más famoso en Occidente, compitiendo con los cabezas de fila del cine de Taiwán, Hou Hsiao Hsien (El maestro de marionetas) y Edward Yang, o con el emigrado Ang Lee (Sentido y sensibilidad, La tormenta de hielo, Tigre & Dragón).
Acerca de la relación entre tales autores, el mismo Yimou se manifestaría así, en 1993:

"Los vínculos son más amplios, en efecto. Creo que lo que nos une es que todos somos chinos. Nuestros filmes son similares no en un sentido externo, sino en que tenemos la misma forma de mirar y de pensar. Es cine chino, sin duda".

Declaraciones y sentido crítico en torno al régimen de la China de hoy que le han llevado a más de un conflicto con su Gobierno. Sin embargo, las autoridades "explotan" su figura en los festivales internacionales y permiten exhibir sus películas allende las fronteras (aunque no siempre en su propio país). Sin ir más lejos, Semilla de crisantemo (1990) y La linterna roja (1991) fueron prohibidas en la China post-Mao.
Es obvio, por tanto, que The Road Home (1999) tiene una doble lectura. En esa fascinante epopeya intimista, llena de detalles costumbristas y entrañable cotidianidad, se encierra una crítica velada a la falta de libertad en la China contemporánea. A través de una historia de amor y de dolor, en el mundo rural, se aprecia un enfrentamiento entre Tradición y Modernidad. Costumbres ancestrales que con captadas en llamativo color; mientras la vida actual sólo es intuida y fotografiada en desvaído blanco y negro.
De ahí que por medio del relato retrospectivo de una mujer anciana, que acaba de perder a su marido -el maestro del pueblo y disidente del sistema- y la llegada de su hijo -un hombre de negocios que vive en la capital- para asistir al entierro y funeral de su padre, Zhang Yimou apunte un amable y a la vez sagaz estudio de mentalidades populares. El contraste entre campo-ciudad se ofrece también a través del cromatismo o la ausencia de éste, con un colorido en rojo y amarillo que entronca con las otras grandes películas denunciatorias del maestro chino (Qiu Ju, ¡Vivir!) y con su producción testimonial más reciente (La joya de Shanghai, Keep Cool).

Siguiendo, pues, el personal estilo artístico que iniciara en Sorgo rojo (1988), Yimou recrea paisajes e interiores, ceremonias y rituales, vestuarios y rostros, gestos y miradas, lo esencial y lo pequeño, con una riqueza estética y humana que alcanza lo sublime. El manierismo propio de su puesta en escena -cada vez más desnuda de cualquier artificio-, la espontaneidad y frescura de la narración, su sencillez y lirismo extremos, los toques oníricos y sus explícitos silencios -apenas hay diálogos en esta película- hacen de este singular poema visual una auténtica obra maestra.

No obstante, Yimou ha contado con una gran colaboradora: la jovencísima Zhang Ziyi (después, gran protagonista de la "oscarizada" Tigre & Dragón), cuya alegría desbordante cautiva y transmite al espectador. Será el personaje creado por esta bella actriz -¿acaso nueva "musa" del director (tras la pérdida de la sin par Gong Li)?- el hilo conductor del relato, romántico hasta la saciedad. Una historia poética e inconformista, que sirve al autor para ofrecer en flash-back el cambio social y existencial que inició aquella muchacha contra el orden establecido.

Tampoco se habla directamente en el film del "compromiso político" del fallecido protagonista, marginado en los años de la Revolución Cultural, pero siempre al servicio de los pequeños habitantes del lugar. Unos discípulos -ya mayores e instalados en la sociedad moderna- que transportarán, sacrificada y gratuitamente, el féretro del maestro desde la ciudad hasta la localidad campesina donde gastó su vida, siguiendo la tradición y la voluntad expresa de la viuda; mientras el hijo impartirá una nueva lección-homenaje. Será ese camino a casa, cuyas connotaciones van mucho más allá de la pura estética. Una última lección -ahora de manos de Zhang Yimou- para los cineastas que se quedan en el mero formalismo.

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