DESEANDO AMAR, OBRA MAESTRA DEL ÚLTIMO CINE CHINO


Título original: In The Mood for Love/Fa yeung nin wa. Producción: Block 2 Pictures Inc-Jet Tone Productions/Paradis Films (Hong Kong-Francia, 2000). Productor: Wong Kar-Wai. Director: Wong Kar-Wai. Guión: Wong Kar-Wai. Fotografía: Christopher Doyle y Mark Li. Música: Michael Galasso y Shigeru Umebayashi. Decorados: William Chang. Montaje: William Chang. Intérpretes: Maggie Cheung (Su Li-Zhen), Tony Leung (Chow Mo-Wan), Rebecca Pan (Sra. Suen), Lai Chen (Sr. Ho), Siu Ping-Lam (Ah-Ping). Color - 96 min. Estreno en España: 16-II-2001.


Premiada en el Festival de Cannes, In the Mood for Love (2000) es otra muestra de la categoría del último cine chino, que se mueve entre el minimalismo artístico y el estilo manierista.
Su autor es un cineasta "de culto" en su país -es decir, que ya centra la atención de los cinéfilos-. Nacido en Shanghai, en 1958, Kar-Wai apenas es conocido por el gran público de Occidente. ¡Y eso que ha realizado siete filmes desde 1988! Formado en la Escuela Politécnica de Hong Kong, se inició en Televisión, para destacar en la década de los ochenta como guionista cinematográfico, debutando como director con As Tears Go By, cinta producida por uno de sus profesores, Patrick Tam, quien ya había llevado a la pantalla uno de sus guiones: La victoria final. Tras triunfar en Cannes como realizador, rueda dos películas tan ambiciosas como incomprendidas -Nuestros años salvajes (1990) y Las cenizas del tiempo (1993)-, para triunfar con sus siguientes filmes: Chungking Express (1994), Fallen Angels (1995) y Happy Together (1997), siendo entonces considerado por la crítica anglosajona como el "Tarantino de China".
Ahora narra una historia de amor frustrada, producto del desengaño de una pareja de vecinos -él es periodista; ella, secretaria-, a la que hacen adulterio sus respectivos cónyuges. Unos cónyuges que no se ven pero se intuyen, los cuáles les llevarán a contarse sus penas, a intimar sentimentalmente, a sufrir por la ausencia o, incluso, a buscarse denodadamente, pero sin llegar nunca a una relación sexual.
Ese adulterio sólo imaginado y amor deseado entre los protagonistas ha sido relacionado por algunos teóricos con películas aparentemente análogas, como la también magistral de David Lean, Breve encuentro (1945) -sobre todo, a nivel ético- o la penúltima de François Truffaut, La mujer de al lado (1981); mientras otros críticos la relacionan con el cine de la incomuniación de Antonioni o Godard, en la construcción estética y psicológica, así como con la sencillez de los grandes maestros Yasujiro Ozu y John Ford, en cuanto a su concepción interna.
A tal fin, Wong Kar-Wai ha contado con sus actores preferidos: la elegante Maggie Cheung y el dúctil Tony Leung -muy populares en China-, quienes consiguen una prodigiosa interpretación, creando no sólo unos personajes totalmente verosímiles, sino que dan vida a la delicada acción, con gestos y miradas que no se pueden transcribir; hay que verlos y sentirlos.

Todo ello por medio del expresivo color, un cuidado ambiental y estudio de mentalidades, que denotan la gran sensibilidad de un artista singular. De ahí que se una la exquisitez formal y la búsqueda estética al minimalista amour fou -casi sin diálogos- de los protagonistas. Amor no consumado -pues intuyen que el cambio de pareja, por despecho o venganza, sería reprobable- que conduce a ese genial desenlace, el cual se desarrolla -también sin palabras- en un templo busdista de Camboya, el año 1966. El relato comienza en 1962, con un letrero que reza así: "No podemos tocar el pasado, sólo podemos recordarlo. Y los recuerdos son borrosos, inaprensibles".
Sin embargo, el mismo realizador -que estuvo en Madrid, con motivo de la presentación de su película- lo explicaría mejor a la realizadora catalana Isabel Coixet, que dialogaría con su admirado maestro:

"Problablemente ésta es una película donde he terminado con más preguntas todavía de las que tenía al empezar. Porque esas dos personas que se encuentran, cuyos respectivos cónyuges tienen un affair, ¿se odian?, incluso cuando parece que se están acercando. A veces pienso que siguen odiándose porque cada uno le recuerda al otro lo que ha perdido... e incluso cuando parece que se están seduciendo hay un lado oscuro, de venganza, de resentimiento, y nunca sabemos, igual que ellos no saben cuándo los otros empezaron a engañarles, cuándo el amor nace entre ellos y cuántos sentimientos contradictorios hay en ese amor. (...) Eso es lo que me parece más interesante, que cada uno piense qué es lo que pasa, que cada uno encuentre sus propias respuestas, y el papel del director no es el de proporcionar respuestas, al menos no es eso lo que me interesa, ya que hay demasiados directores interesados en contar las cosas de manera que se entienda todo hasta la saciedad, hasta que no quede un resquicio de misterio, y a mí me interesan los secretos, el misterio..." (COIXET, I. "Entrevista a Wong Kar-Wai", en El País, 18-II-2001).

Una de los grandes logros de esta obra maestra -aunque en algunos pasajes se haga confuso el relato fílmico- es precisamente la banda sonora. Silencios, ruidos naturales y la voz en off de Nat King Cole -que canta las míticas Aquellos ojos verdes y Quizás, quizás, quizás- son asimismo memorables. Dejemos que nos lo cuente el propio realizador, en esa reveladora entrevista:

"Cuando llegué a Hong Kong tenía cinco años y lo primero que me impresionaron fueron los sonidos de la ciudad, que eran totalmente diferentes de los de Shanghai. En Hong Kong escuché por primera vez música latina; había muchos músicos de Filipinas que tocaban música latina y Nat King Cole sonaba constantemente en los restaurantes. A mi madre le gustaba mucho este cantante".

Por eso no es de extrañar que el soundtrack de la película se haya convertido en uno de las más vendidos en Francia -coproductora de In Mood for Love- y Gran Bretaña. Melodía melancólica que resulta coherente con la puesta en escena y el espíritu romántico de la narración. Música que -en palabras de la Coixet- "consigue apresar la fugacidad de los momentos vividos por la pareja protagonista y la atmósfera opresiva, húmeda y onírica del Hong Kong de los años sesenta", evocados tan sutilmente por el film.
Además, en esta tortuosa historia de amor y dolor, con momentos de felicidad, destaca también la utilización de la cámara lenta, que -como escribió el crítico Lluís Bonet Mojica- "convierte la ralentización, hoy un burdo subrayado, en prodigiosa metáfora del instante furtivo, convertido en eternidad para la memoria".

Deseando amar es una obra bastante minoritaria -éramos pocos espectadores en la sala, quienes acaso contemplábamos entre sorprendidos y extasiados la película-, que gustará preferentemente a los nuevos seguidores del cineasta de Hong Kong, Wong Kar-Wai. Un nombre que ya ha pasado a la Historia del Cine. ¡Y no sólo oriental! De ahí que con los premios de Cannes '2000 al Mejor actor y Mejor equipo técnico, el cineasta chino esté preparando un relato de anticipación, que tiene previsto rodar en Asia y con un reparto internacional.

http://www.inthemoodforlove-wkw.com/